Home Genre horror Los Herederos de toma (Spanish/Español)

capitulo 1

  El sol se hab韆 ocultado hac韆 unas horas, la noche se torn� fr韆, el cielo estaba claro con pocas nubes, las estrellas brillaban en el firmamento y una luna llena roja disipaba la oscuridad.—Ya no aguanto, Dami醤 —dec韆 la mujer al tiempo que colocaba sus manos sobre el abultado abdomen—. or favor, acelera! —continuaba entre quejidos mientras el aterrado esposo conduc韆.—Ya casi llegamos —reiteraba Dami醤 una y otra vez.Dami醤 y su esposa Leila viv韆n a una hora de la ciudad, ella estaba embarazada, se supon韆 que su parto era en unos quince d韆s, pero empez� con contracciones al anochecer. Era su primer hijo y ten韆n los nervios propios de los primerizos.Al llegar al hospital, fue trasladada de inmediato al sal髇 de partos.—縌u� tenemos? —pregunt� el doctor.—Trabajo de parto espont醤eo, prematuro de treinta y seis semanas, con ruptura de membrana hace m醩 de una hora —contest� una doctora muy joven.—uy bien, a trabajar! —indic� el doctor.Cuando llegaron al hospital, el feto ya estaba muy adelantado en el canal del parto. Para el momento en el que el parto estaba totalmente concluido, la luna de sangre se encontraba en su m醲imo esplendor. Por suerte, el ni駉 naci� perfectamente sano y sin ninguna complicaci髇 cl韓ica importante.—M韗alo, es precioso —le coment� Leila a Dami醤.—S�, es nuestro beb�. 緼l fin qu� nombre le pondremos? —quiso saber.—Eduardo. Ser� un sobreviviente, como su abuelo —se馻l� Leila.—Eduardo me parece el nombre perfecto —mencion� el orgulloso padre observando sonriente a su esposa.—Sabes que en mi familia dicen que los hijos que nacen en luna llena son especiales —record� Leila.—Sin duda —confirm� Dami醤 acariciando la cabeza del ni駉—. Mira a nuestro peque駉, es muy especial.—

  Transcurrieron varios a駉s, el peque駉 Eduardo crec韆 fuerte, sano y feliz.—Amor, llamemos a Jennifer para que cuide de Eduardo mientras estamos de compras —expuso Dami醤.El peque駉 Eduardo hab韆 crecido, ya ten韆 siete a駉s, se cre韆 un ni駉 grande.—Bien, en seguida la llamo —sostuvo Leila.Por supuesto que el ni駉 escuch� esto, de inmediato comenz� con los gritos y chillidos, fue junto a sus padres llorando para que lo dejaran ir con ellos. Cuando ya los alaridos no paraban ni con la amenaza de quitarle sus juguetes, decidieron llevarlo.—Pero no te separar醩 de nosotros ni un segundo, no quiero que te pierdas como la vez anterior.El ni駉 regres� a sus juguetes y los padres a la cocina para terminar el listado.Dos minutos despu閟, el peque駉 Eduardo temblaba del miedo, su rostro se volvi� blanco y sudoroso.—Mam�, ya no quiero ir —manifest� el ni駉.Sus padres se asustaron al ver su estado.—縌u� te pasa, Eduardo? —cuestion� la madre acerc醤dose a 閘.El ni駉 rompi� en llanto y solo repet韆 las mismas palabras:—o quiero ir! o quiero ir! o quiero! — Insist韆 con los ojos llenos de l醙rimas y temblando.—Est� bien, no ir醩 — Acept� la madre irritada.—Est醩 muy malcriado hoy, 縬u� te pasa? — dud� el padre con tono imponente.—No quiero ir, quiero quedarme jugando — dijo el ni駉 sollozando.Taken from Royal Road, this narrative should be reported if found on Amazon.—Leila, llama a Jennifer —pidi� Dami醤. —En cuanto a ti, jovencito, ya hablaremos sobre ese comportamiento cuando regresemos—Leila fue al tel閒ono y realiz� la llamada. Luego de treinta minutos, tocaron a la puerta. Jennifer era una chica morena de veinte a駉s, era hija de una vecina conocida de hac韆 m醩 de diez a駉s, desde los diecis閕s, empez� a cuidar de los hijos de algunos de los vecinos y gan� la reputaci髇 de ser confiable. Mientras asist韆 al instituto t閏nico, ganaba algo de dinero trabajando como ni馿ra para la gente de los alrededores.Los padres de Eduardo salieron de mal humor dejando al peque駉 con la joven ni馿ra. Unas horas despu閟, su abuela vino a recoger al ni駉. Esta ten韆 aspecto de haber estado llorando.—縌u� ha pasado? —quiso saber Jennifer.Marta, la abuela de Eduardo, ten韆 sesenta y cinco a駉s, se trataba de la madre de Dami醤. Eduardo no ten韆 abuelos de su parte materna. Todos hab韆n fallecido antes de que 閘 naciera.—Tuvieron un accidente. El coche se sali� de la carretera hacia un barranco& e mataron! —explic� llorando la abuela.Jennifer se qued� sin palabras ante la noticia.—緿髇de est� Eduardo? —cuestion� Marta.—En su habitaci髇, se durmi� hace una hora —inform� Jennifer todav韆 recuper醤dose del shock.Cuando su abuela le explic� lo ocurrido a Eduardo, este no lo acababa de entender, a鷑 era muy joven.—Pero van a volver, 縱erdad? —repuso el ni駉 llorando. —Papi y mami van a venir pronto——No, cari駉, no van a regresar —replic� la abuela abraz醤dolo fuertemente mientras ambos lloraban.

  Los a駉s pasaron, Eduardo olvid� la mayor parte de las cosas relacionadas con sus padres. Vivi� con su abuela y su t韆 paterna hasta los veinti鷑 a駉s, a esa edad, Eduardo asisti� a un funeral de nuevo. Su abuela falleci� a los ochenta a駉s. Su t韆 Luc韆 le hab韆 criado junto a la abuela como a su propio hijo, as� que, a pesar de todo, Eduardo nunca se sinti� como un hu閞fano.Ahora, viendo bajar el ata鷇 de su abuela en el cementerio, viejos recuerdos de su ni馿z resurgieron. Sin embargo, le qued� la sensaci髇 de que olvidaba algo importante sobre ese d韆.Si Eduardo hubiese acompa馻do a sus padres, seguramente habr韆 muerto junto a ellos. El chico recordaba que hab韆 deseado ir, no obstante, luego cambi� de opini髇 y acab� qued醤dose en casa con la ni馿ra.—Eduardo —una voz le llam�.Eduardo estaba tan absorto en sus pensamientos que no distingui� el origen de ese reclamo, aunque, de repente, le embarg� una sensaci髇 de miedo.—縀duardo?El joven se dio la vuelta hacia el origen de la voz y vio el rostro de su t韆 Luc韆.—縀st醩 bien? —se interes� ella.—S�, estoy bien —articul� Eduardo intentando actuar con normalidad.El sepulturero ya estaba cubriendo el ata鷇. Eduardo mir� a la tumba por 鷏tima vez y luego acompa耋 a su t韆 a casa.Mientras conduc韆n, Eduardo ech� un vistazo al pueblecito en el que viv韆n. Al final, la muerte de su abuela le ayud� a tomar una decisi髇 que hab韆 estado postergando.—T韆, ir� a la universidad. Voy a mudarme a la ciudad en unas semanas —avis� Eduardo.Luc韆 se quedar韆 sola en casa, pero, como madre adoptiva de Eduardo, entend韆 que era lo mejor para su futuro.Unos d韆s m醩 tarde, Eduardo se desped韆 de su t韆 para iniciar su nueva vida.

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