IV
Transcurridas tres jornadas del accidente volvieron a reunirse. Cuando Eduardo y Sandy entraron a la oficina, M髇ica les sonri� y les indic� que pasaran con Gustavo sin demora.
—Pienso que esto tiene alguna importancia. Los 鷏timos d韆s hay una imagen que es casi constante, normalmente, no tengo tantas visiones, pero ahora veo esto varias veces al d韆 —dijo mientras les mostraba varios dibujos de una antigua iglesia. Sus rostros estaban serios, prestando atenci髇 a cada detalle.
—Conozco esta imagen —anticip� Sandy.
—縎abes d髇de est�? —pregunt� Eduardo.
—No, he visto una imagen de una iglesia similar. No, estoy casi seguro de que es la misma —a馻di� Sandy.
—緿髇de? —cuestion� Eduardo.
Sandy no recordaba exactamente el lugar, le cost� unos minutos rememorarlo.
—La librer韆 que est� al lado de la piscina municipal —anunci�. Consult� su reloj—. Creo que podemos llegar antes del cierre.
Los tres salieron de inmediato y subieron al coche de Gustavo.
—Sigue recto por esta calle, luego gira a la izquierda en la 53 —orient� Sandy.
Gustavo manejaba despacio a pesar de que se notaba cierta prisa en sus movimientos. Tardaron unos diez minutos en llegar.
—Gira a la izquierda y detente —pidi� Sandy.
Cuanto el coche se detuvo, los tres bajaron del veh韈ulo y entraron en una librer韆. B醩icamente, funcionaba como un caf�-librer韆, hab韆 unas peque馻s mesas y sillas, algunas personas compraban libros o, simplemente, se quedaban a leer all� tomando caf� o alg鷑 bocadillo. La encargada era una se駉ra de unos sesenta a駉s, se encontraba detr醩 del mostrador escribiendo en unas tarjetas. Los tres hombres pasaron por delante de ella sin ponerle atenci髇.
Al fondo, hab韆 una pared con un mural donde colgaban varias fotograf韆s de edificios antiguos, muchas de ellas iglesias. En la segunda posici髇 de la tercera l韓ea, hab韆 una en blanco y negro de una iglesia id閚tica al dibujo de Gustavo. Sandy y los dem醩 se acercaron para examinarla en detalle.
—Esta es, estoy seguro —afirm� Gustavo.
—Iglesia de Toma, 1912 —ley� Eduardo.
—緼 alguno les recuerda algo o conoce este pueblo? —dud� Gustavo.
Eduardo y Sandy negaron con la cabeza. Tras un rato pensando, decidieron consultar a la encargada.
—Buenas tardes, caballeros, 縠n qu� puedo ayudarlos? —se ofreci� la se駉ra con voz amable a la par que sonre韆.
—Disculpe, se駉rita —comenz� Gustavo.
La mujer emiti� una risilla.
—Se駉rita&, hace muchos a駉s que no me llamaban as�.—
Gustavo era un buen adulador, esa l韓ea siempre funcionaba con las mujeres mayores. Unas simples palabras hac韆n las futuras interacciones m醩 simples para 閘.
—Mis colegas y yo estamos pensando visitar sitios hist髍icos y edificios antiguos —se invent� una excusa sobre la marcha—, esa fotograf韆 en la pared, la iglesia de Toma, llam� nuestra atenci髇, nos preguntamos si sabe algo acerca de ella.
—Oh, eso. S�, a鷑 tengo algo de eso por aqu�. —La sonriente se駉ra sali� del mostrador y se dirigi� a un grupo de estantes en lo m醩 alejado de la biblioteca—. Aqu� est�. —Sac� un volumen muy grueso—. Mi esposo restauraba edificios antiguos. Hace algunos a駉s, iniciaron un proyecto de restauraci髇 de iglesias y otras edificaciones relacionadas con la Iglesia cat髄ica. Ahora que recuerdo, esa fue la 鷑ica de los cincuenta ejemplares que no pudo ser restaurada. —La se駉ra les entreg� el libro, algunas fotograf韆s y otros documentos.
—Muchas gracias —articul� Gustavo.
Los tres se sentaron en una de las mesas. El volumen conten韆 copias de planos, fotograf韆s y recortes de peri骴icos de distintos edificios. Las im醙enes eran m醩 recientes que las mostradas en el mural, pues se ve韆n edificios destruidos por el tiempo y luego fotos del mismo edificio ya restaurado.
Siguieron la b鷖queda hasta llegar a la iglesia de Toma, el edificio era centenario, m醩 de doscientos a駉s hab韆n trascurrido desde su construcci髇. Seg鷑 los datos que encontraron, la iglesia fue escenario de un incendio donde murieron varias personas, entre ellos el cura y otros cuatro miembros de la comunidad en 1894.Unauthorized duplication: this narrative has been taken without consent. Report sightings.
En 1960, procuraron reconstruirla, pero aquello fue un fracaso, dado que tres trabajadores perdieron la vida en accidentes extra駉s. Un segundo intento de excavaci髇 y reconstrucci髇 se dio en 1965, nuevamente, result� en tragedia con varios heridos y dos muertos. Luego de esto se abandon� el proyecto.
La iglesia estaba situada en un pueblo peque駉 que antiguamente se dedicaba a la miner韆, cuando la explotaci髇 de los recursos mineros ya no era posible, el lugar se convirti� en uno de esos numerosos pueblos fantasmas de la zona, donde los habitantes decrec韆n cada a駉.
—縌u� creen? —quiso saber Gustavo.
—Que tenemos que ir de inmediato, pero primero debemos localizar el pueblo —propuso Sandy mirando su tel閒ono—. El GPS no funciona, el pueblo no existe en el mapa, podr韆 ser un poco dif韈il, pero, con estos y un mapa actual, podemos cotejar la ubicaci髇. Al parecer, est� a unas seis o siete horas de aqu�. Hay que seguir la carretera 176 y luego desviarse.
—Le pedir� un plano actualizado a la encargada, de seguro que debe tener uno. —Gustavo se encamin� hacia la bibliotecaria. —Perdone de nuevo las molestias, mis compa馿ros y yo hemos decidido visitar esa iglesia. 縏iene alg鷑 mapa actual que podamos usar para cotejar la localizaci髇?—
—Oh, no les servir�. Mi difunto esposo era un experto usando mapas, pero siempre me dijo que hab韆 algo extra駉 con ese sitio. Cuando trazaba la ruta en el papel, parece el sitio correcto, pero, cuando llegas, te equivocas de pueblo y terminas en otro de los muchos que hay por all�, debe haber como una docena id閚ticos en esa zona, a pocos kil髆etros uno del otro. —La mujer se movi� del mostrador—. En m醩 de una ocasi髇, los trabajadores y materiales de la remodelaci髇 terminaban en otro pueblo. Pero no te preocupes, tengo uno de los antiguos mapas marcado por mi esposo. —Una vez m醩, tom� direcci髇 a la parte posterior de la biblioteca con un juego de llaves en la mano.
La se駉ra abri� una puerta y se adentr� en una habitaci髇 oscura. Al encender la luz, Gustavo logr� ver varios libros y papeles en el interior.
—Debe estar en alg鷑 lado por aqu� —murmur� la se駉ra al tiempo que buscaba—. Aqu� est�. —Y sali� con un par de mapas enrollados—. Pueden qued醨selos si desean. No creo que tenga que volver a usarlos nunca. Tambi閚 pienso que a mi marido le hubiese gustado que se los quedara gente interesada en la arquitectura e historia—
—Muchas gracias, se駉ra —expres� Gustavo con una sonrisa.
Regres� a la mesa donde estaban los dem醩.
—Veamos qu� tenemos aqu�. La se駉ra me ha entregado esto; eran de su esposo y marcan la direcci髇 correcta del pueblo. Dice que es dif韈il llegar y puede que lo marquemos err髇eamente. Adem醩, podemos qued醨noslos.—
Los coloc� encima de la mesa, en efecto, el mapa estaba marcado, pero no como una ruta exacta. Hab韆 una oraci髇 escrita: 獺ay que tomar el camino a la derecha del roble seco, no importa lo que digan los mapas�. Los tres hombres se miraron. Hab韆 una marca del punto exacto donde encontrar韆n el roble, a unos quince kil髆etros de la desviaci髇 de la carretera 176.
—Volvamos a mi oficina para hablar con m醩 detalle —se馻l� Gustavo.
Los tres hombres se levantaron de la mesa. Gustavo se aproxim� a la se駉ra.
—Muchas gracias, ha sido usted muy amable. Soy abogado, si alguna vez necesita ayuda legal, me encantar韆 devolverle el favor.
—Ha sido un placer, es agradable ver personas que conservan la pasi髇 por lugares hist髍icos, me recuerdan a mi difunto marido. Espero que vengan por la librer韆 en otro momento y me cuenten su peque馻 aventura.
—Ser� un placer. —Y Gustavo se despidi�.
Ya de regreso en la oficina, los tres se hallaban sentados alrededor de la mesa, Gustavo hab韆 dado orden a la secretaria de que no los molestaran por ning鷑 motivo.
—Parece que tenemos la informaci髇 que necesit醔amos —aventur� Gustavo.
Los tres hab韆n buscado informaci髇 sobre la iglesia y el pueblo, este destacaba un poco con respecto a las dem醩 poblaciones mineras de la zona. Extra駉s incidentes, desapariciones y algunos eventos violentos tuvieron lugar all� durante su 閜oca de auge. Sin embargo, nada era particularmente extraordinario.
—Considero que debemos ir tan pronto como sea posible —exhort� Gustavo.
—No s� —se adelant� Eduardo con rostro pensativo—. No sabemos a qu� nos enfrentamos. Podr韆 ser cualquier cosa lo que nos espere all�.—
—Entiendo lo que dices —retom� Gustavo. —pero no hay nadie a quien pedir ayuda. Desde que todo esto empez�, he buscado informaci髇 y a supuestas personas con este tipo de problemas o habilidad, la mayor韆 eran farsantes.—
—Adem醩, estamos en una situaci髇 delicada, si un d韆 no reaccionamos a tiempo o nuestras predicciones fallan& —agreg� Sandy. —Tenemos que llegar al fondo de esto antes de que las cosas se pongan peor.—
—Nosotros no sabemos nada sobre magia o cosas sobrenaturales& Quiero decir, 縬u� pasa si encontramos algo all� con lo que no podemos lidiar? —dud� Eduardo.
Ten韆 raz髇. Gustavo se qued� mirando a los dos hombres. Los tres quer韆n respuestas, pero tambi閚 el miedo a lo desconocido era algo que tomar en cuenta.
—Mucha gente a muerto a mi alrededor, entiendo que teng醝s miedo, pero, si no hacemos algo, podr韆mos estar todos muertos en una semana si algo sale mal con las visiones, voces o mi cuerpo —murmur� Sandy.
—Entonces visitemos al diablo —expuso Gustavo tras pensarlo un rato.
—緾u醤do partimos? —consult� Sandy.
—En unas cuarenta y ocho horas —calcul� Gustavo—. Yo tengo que arreglar las cosas con mi Novia. Adem醩, debo limpiar mi agenda.—
Gustavo ten韆 casos y otros asuntos legales que deb韆 poner en orden antes de ausentarse. Ninguno de ellos sab韆 a qu� se enfrentar韆n ni cu醤to tiempo les tomar韆.
Eduardo era un estudiante, ten韆 responsabilidades, pero su vida era m醩 importante. Si no acud韆 unas semanas a clases, tampoco se le caer韆 el mundo encima por ello.
Sandy no ten韆 ya nadie de quien despedirse, de todos ellos, 閘 era el m醩 interesado en llegar al fondo de este asunto. El no tener control de su propia vida era desquiciante.
—Les aconsejo ir a casa, despedirse de los suyos y arreglar lo que puedan. Ma馻na nos reuniremos para adquirir ciertas cosas que podr韆mos necesitar y, pasado ma馻na, vamos a buscar nuestro destino —concluy� Gustavo.
Eduardo y Sandy se marcharon. Por su parte, Gustavo se qued� hablando con su secretaria, deb韆n reorganizar su agenda y cancelar todas sus citas.