Capítulo XXI Guerra
Melna entr� por la puerta del gremio y llam� a una reuni髇. Se acercaban buenos tiempos, la oportunidad de hacer dinero para mercenarios, soldados y todo aquel dispuesto a pelear.
—Ahora que estamos todos tenemos que decidir qu� hacer. El Reino ha declarado la guerra a la Dinast韆. Podemos ofrecer nuestros servicios al ej閞cito o largarnos de aqu� antes de que cierren las fronteras —inform� Melna sin andar con rodeos.
La hambruna hab韆 afectado mucho a la Dinast韆, no ten韆n dinero para financiar una guerra y la situaci髇 era tan mala en las zonas pobres que ser韆 dif韈il llamar suficientes conscriptos en condiciones de pelear. Adem醩 de eso, al quitar a los hombres fuertes de las zonas agr韈olas, la hambruna se intensificar韆 y empeorar韆 la situaci髇 de la Dinast韆. Era el momento perfecto para que el Reino de Veldat les atacara. Tras mucha discusi髇, el rey y sus consejeros lo hicieron oficial, solo hab韆 una palabra en boca de todos.
獹UERRA�.
Las guerras eran buenos tiempos para los mercenarios. Un sueldo miserable pagado por el ej閞cito y el Reino no era una gran motivaci髇, pero el bot韓 de guerra s�. En otros conflictos algunos grupos de mercenarios hab韆n sacado tesoros completos de las mansiones de familias nobles de clase baja. A veces suficiente para comprar t韙ulos nobiliarios, tierras y cambiar sus vidas... La mayor韆, sin embargo, acababan criando gusanos, la vida del mercenario era as�, pero sin riesgos no hay recompensa.
—La guerra es una gran oportunidad de hacer dinero r醦ido —opin� Xavier. Ten韆 bastante dinero, pero nunca era suficiente, trabajar con un grupo de mercenarios era rentable, logro ahorrar veinte monedas de plata en total despu閟 de pagar gastos y comprar mejor equipo. Los mercenarios pagaban solo impuestos a la realeza como grupo, en estos d韆s ganaban suficiente, el negocio hab韆 sido bueno con las misiones de escolta.
—Votemos —ofreci� Melna—. Los que est閚 a favor de ir a la guerra, que levanten la mano.
La decisi髇 se aprob� de forma un醤ime. Melna acudi� al cuartel de la guardia de la ciudadela y registr� al gremio como efectivos para la batalla. Una semana m醩 tarde se reun韆n con el ej閞cito.
—Atenci髇. El capit醤 Leo van Marzu les hablar� —orden� un caballero.
Acto seguido, un hombre de unos cincuenta a駉s, de constituci髇 robusta, mulato, calvo y cubierto con una armadura negra subi� al improvisado escenario.
—Hombres y mujeres de Veldat. En el d韆 de hoy marcharemos a la guerra. Enfrentaremos a un enemigo violento, agresivo y que nos odia. Esos degenerados de la Dinast韆 de Poem han atacado a nuestro pueblo durante siglos, su avaricia nos cost� los territorios del sur, pero hoy haremos justicia a nuestros antepasados, hoy tomaremos lo que nos pertenece. Recuperaremos el honor de nuestra gente, no pens閕s que vais a la guerra a enfrentar a la muerte. Vais a la guerra a buscar honor, gloria y fortuna —dec韆 el capit醤 en su discurso de motivaci髇.
En realidad, las tierras al sur de la Dinast韆 de Poem pertenec韆n al Reino del Sur. Unos ciento cincuenta a駉s atr醩, el Reino de Veldat hab韆 atacado al Reino del Sur para robarles las tierras m醩 f閞tiles que ten韆n, pero antes de que pudieran establecerse, la Dinast韆 les atac�. Veldat hab韆 sido debilitado por el Reino del Sur, perdieron la batalla y la Dinast韆 se qued� con el bot韓. Todo Humol y otras zonas cercanas pertenec韆n en realidad al Reino del Sur, los moradores de las villas y pueblos de la frontera eran los descendientes de los remanentes del Reino del Sur, que hab韆n sido usados como servidumbre, aunque en realidad les trataban como esclavos. Eso explicaba la pobreza en la que viv韆n.
A los mercenarios no les importaba en lo m醩 m韓imo para qu� lado peleaban; muchos de ellos eran criminales o exiliados de la Dinast韆 de Poem o de otro reino. Los mercenarios se miraban entre ellos de reojo mientras pensaban: 獵u醤tas tonter韆s� y 玬enudo mont髇 de basura est� contando este fulano�. No eran tan tontos como para creer los cuentos del ej閞cito, eran conscientes de que eran desechables, esa era la vida del mercenario, la gloria y el honor no sirven de nada si est醩 muerto.
Solo los j髒enes e ingenuos campesinos que se alistaron como voluntarios, los miembros del ej閞cito que ten韆n una iota de patriotismo o aquellos que hab韆n perdido alg鷑 familiar en alguna escaramuza previa contra la Dinast韆 y guardaban gran resentimiento, se sent韆n motivados por el discurso.
—Pensad en vuestro regreso triunfal, en los p閠alos de rosas que nos lanzar醤 al regresar cubiertos de gloria. Pensad en las tierras conquistadas, en c髆o muchos de ustedes podr韆n llegar a ser se駉res y nobles. 縑ais a dejar pasar esta oportunidad?
—O! —gritaron muchos.
—縑ais a huir ante esos mugrosos de la Dinast韆?
—O!
—Pues entonces, marchad a la batalla, mostrad al enemigo de qu� son capaces los leales y orgullosos soldados de nuestro reino.
Un caballero hizo sonar un cuerno y el ej閞cito empez� a moverse. A los dos d韆s de marchar y dormir en tiendas o a la intemperie, la pasi髇 del discurso hab韆 pasado. Para el quinto d韆, los soldados m醩 fieles a la causa maldec韆n la guerra mientras se quejaban de las ampollas en sus pies. Para los campesinos m醩 miserables, que se unieron al ej閞cito, tener tres comidas al d韆 era ya una gran ganancia. Aunque los pobres del Reino de Veldat eran menos miserables que los del sur de la Dinast韆, segu韆n siendo miserables. La parte del ej閞cito que parti� de Palm se uni� a los dem醩 regimientos que ven韆n de otras ciudadelas. Este ej閞cito era uno de los m醩 grandes usados en un conflicto contra la Dinast韆 en m醩 de cien a駉s. Dos semanas despu閟, el ej閞cito atravesaba la frontera. La fuerza principal lanzar韆 un ataque directo a la ciudadela de Mennor, de all� marchar韆n a Farpas y as� lograr韆n separar el sur de la Dinast韆, dejando a todos los pueblos desconectados, sin apoyo y listos para el saqueo y la masacre subsiguiente.
Ese era el plan, siempre era lo mismo, no importaba si los ataques los iniciaba Veldat o la Dinast韆, todo se limitaba a los beneficios del saqueo en cada guerra.
—Nos retrasaremos un poco —orden� Melna a su grupo.
—縋or qu�? —pregunt� Xavier.
—Un conocido de otro gremio de mercenarios tiene experiencia en guerras. A veces, la Dinast韆 prepara emboscadas a la salida de los bosques. Normalmente no lo hacen, porque en la batalla es frecuente que se produzcan incendios y eso agrava a鷑 m醩 las hambrunas, pero esta vez est醤 desesperados, la situaci髇 econ髆ica de Poem es muy mala, perder醤 esta guerra y lo saben —explic� Melna mirando al ej閞cito avanzar—. Es mejor dejar a otros ir al frente.
Ten韆 raz髇. El gremio Marea no era el 鷑ico que se retrasaba, otros gremios hac韆n lo mismo y los escuadrones de magos tambi閚. Solo los reclutados y la infanter韆 simple segu韆n adelante, pero lo hac韆n a un ritmo m醩 lento y cuidadoso. Al otro lado del bosque, el ej閞cito de la Dinast韆 de Poem les esperaba. Un peque駉 grupo de hombres de la Dinast韆 sali� de los 醨boles, volviendo a las l韓eas del ej閞cito. Dieron una se馻l a sus superiores. Los altos mandos del ej閞cito dieron su se馻l, banderas rojas fueron levantadas, una l韓ea de magos portadores de la insignia de fuego formaron filas a pocos metros de los 醨boles, tras ellos magos de viento formaron filas a su vez. Los magos de fuego empezaron a concentrar su energ韆 m醙ica para lanzar su ataque, los magos de viento preparaban su energ韆 para sobrecargar los ataques de fuego.
La bandera roja baj� de forma r醦ida, se馻lando el inicio del ataque. Una l韓ea de llamas se form� en el bosque, corrientes de aire soplaron contra los 醨boles, arrastrando las flamas y aumentando su intensidad, la tormenta de fuego hab韆 trasformado el bosque en un mar de llamas. Los soldados del ej閞cito de Veldat que avanzaban ve韆n el fuego venir hacia ellos.
—Tranquilos, soldados —grit� el capit醤 Leo—. Nosotros tambi閚 tenemos magos.
—agos de tierra, Muro de Piedra!
Acto seguido, los magos de tierra dieron unos pasos al frente y dejaron libre su magia de tierra, formando un muro frente a los soldados del Reino, evitando da駉s importantes.
—Sus magos deben estar a menos de treinta metros del borde del bosque —se馻l� el capit醤 Leo. —Es hora del show, gritad tanto como pod醝s.
Los comandantes de Veldat hab韆n tomado en cuenta este tipo de emboscadas. Dada la mala situaci髇 de la Dinast韆, imaginaron que las usar韆n. El plan era sencillo, har韆n creer al enemigo que la estrategia hab韆 sido efectiva. Los gritos llenaron el bosque y se hicieron incluso m醩 intensos que el sonido del fuego. Del otro lado de las llamaradas los magos de fuego y viento de la Dinast韆 sonre韆n.
—Estos idiotas del reino de Veldat nunca aprenden. Cada par de d閏adas caen en la misma trampa, sus comandantes deber韆n estudiar m醩 —dijo una mujer alta, rubia, de pelo largo y ojos claros.
—Capitana Dalila, 縞u醠es son sus 髍denes? —pregunt� un soldado.
—Esperaremos a que las llamas se apaguen y enviaremos a las tropas de a pie. Tan pronto tengamos las posiciones del enemigo, atacaremos desde arriba con los magos de... cubierto! —grit� Dalila.
Los magos de agua del Reino hab韆n apagado parte de las llamas, ya naturales, que ard韆n solo por la madera y plantas del bosque. Las tropas del Reino hab韆n avanzado y hab韆n lanzado un ataque con una lluvia de flechas sobre las tropas de la Dinast韆. Los magos de tierra reaccionaron r醦ido, cubriendo a los dem醩 magos, sin embargo, su respuesta no fue inmediata y algunos magos resultaron heridos. Las tropas regulares sufrieron varias bajas.
—Qu� arrogancia, 縠n serio cre韆n que caer韆mos en la misma trampa? —dijo Leo mientras los magos de aire se preparaban.
—縀st醤 sus hombres listos, maestro Marcus? —pregunt� Leo.
—Tan listos como puedan estar —contest� un hombre alto, de unos cincuenta a駉s, blanco y de ojos azules; su pelo largo, negro y liso ondeaba al viento. Marcus de Lantre era el maestro de una academia menor del reino de Veldat y, a la vez, estratega del ej閞cito y comandante de los escuadrones de magos en esta guerra.
Marcus levant� su brazo se馻lando hacia el cielo. Junto a los otros magos de aire de alto rango, alzaron el vuelo y subieron sobre la copa de los 醨boles. No dispon韆n de mucho tiempo, en esa posici髇 eran un blanco f醕il. Las tropas de Veldat en el suelo estaban cubiertas por el bosque, mientras que las de la Dinast韆 solo ten韆n sus escudos y los muros de piedra de sus magos.
Antes de que los arqueros y magos de la Dinast韆 pudiesen lanzar su contraataque, cientos de lanzas de hielo aparecieron en el aire. Los magos de agua las hab韆n invocado frente a los magos de viento, los cuales usaron su magia para lanzarlas contra las tropas de la Dinast韆, aumentando la velocidad, potencia y distancia que pod韆n cubrir.
—Tropas de tierra, taquen! —grit� Leo mientras las tropas de la Dinast韆 se cubr韆n de las flechas de hielo.
Los soldados del Reino salieron de los 醨boles, tomando a la Dinast韆 por sorpresa, aunque la estrategia era importante, lo que decidir韆 la batalla era el n鷐ero de soldados. El Reino quer韆 aprovechar la oportunidad y para eso hab韆 usado m醩 tropas de las que generalmente usaba para sus conflictos habituales contra la Dinast韆.
Xavier estaba enfrascado en el combate, su espada corta acababa de hundirse en el abdomen de un hombre de la Dinast韆, era obvio que era un campesino reclutado. Por un momento titube�.
—uidado, chico! —grit� Juan, tirando de Xavier. Una flecha pas� cerca de su cara, cortando parte de su labio superior.
—Gracias —dijo Xavier mientras su labio sangraba y volv韆 al combate. Sus espadas cortas chocaban contra las de sus enemigos. Su entrenamiento con el grupo Marea hab韆 valido la pena. Al contrario que Vralia, lo hab韆n entrenado a conciencia.
—Retrocedan —orden� Leo.
Tras escuchar las 髍denes, los soldados del Reino empezaron a retroceder. Esto preocup� a Dalila: los del Reino estaban planeando algo.
—taquen! —orden� Marcus. Los magos de fuego y de aire combinaban sus ataques para crear tornados de fuego. El ataque de las tropas de tierra hab韆 limitado la respuesta de los magos de la Dinast韆 e incluso hab韆n logrado eliminar a algunos. Pero su prop髎ito no era m醩 que acercar al ej閞cito de la Dinast韆 al borde del bosque. El Reino no quer韆 correr riesgos, la orden era atacar al enemigo con toda la magia de fuego y viento disponible. Los magos agotaron su energ韆 hasta quedar exhaustos. El efecto fue brutal, las tropas de la Dinast韆 hab韆n sido diezmadas por el brutal y sorpresivo ataque.
Leo volvi� a enviar a las tropas de tierra del Reino sobre las agotadas tropas de la Dinast韆. La diferencia en n鷐eros era evidente. Pocos minutos despu閟, las tropas de la Dinast韆 de Poem se rend韆n. El ej閞cito de Veldat march� directamente hacia la ciudadela de Mennor, Dalila hab韆 cometido un grave error al subestimar el n鷐ero de tropas del Reino. Las tropas que quedaban en la ciudadela fueron insuficientes para repeler el ataque, Mennor cay� en pocas horas.
Dalila fue torturada durante horas hasta que por fin se volvi� in鷗il. Despu閟 de ser usada como un juguete y tras las infinitas vejaciones de los soldados voluntarios del Reino, la colgaron a las puertas de la ciudadela. Brutales asesinatos, saqueos y toda clase de cr韒enes fueron cometidos durante la tarde y la noche. La ciudadela hab韆 sido tomada casi intacta. Los magos de la Dinast韆 fueron exterminados; eran muy peligrosos como para dejarlos con vida. Los dem醩 pobladores de la ciudadela que no hab韆n escapado a tiempo y los soldados reclutados de la poblaci髇 general fueron tomados como prisioneros. Algunos fueron usados como diversi髇 hasta su muerte; a muchos soldados les obligaron a luchar a muerte contra sus propios compatriotas para entretener a las tropas del Reino.
Xavier contempl� la brutalidad, avaricia y degeneraci髇 con una mezcla de repulsi髇 y decepci髇 hacia s� mismo. 獷sto es lo que somos�, pens� mientras miraba sus manos manchadas de sangre. Hab韆 hecho o visto muchas cosas deplorables con Vralia y su banda, pero no a esta escala. Juan hab韆 tratado su herida y ahora todo el grupo mercenario se dedicaba al saqueo de casas, comercios, pertenencias de cad醰eres& Robaban todo lo que estaba a la vista.
Cuando la noticia de la ca韉a de Mennor lleg� a la ciudadela de Farpas, escandaliz� a la Dinast韆. Mennor cay� muy r醦ido, y no tuvieron tiempo de reunir informaci髇 coherente sobre el n鷐ero de enemigos.
—Habdlan, la situaci髇 es seria. Realmente necesitamos los fondos de la familia De Furrier. Tienes que hacer ver a tu padre que si Farpas cae, tambi閚 caer� su familia —reiter� el se駉r de la ciudadela desde su asiento.
—Ya lo s�, Tamalor, pero mi padre se vuelve m醩 necio con los a駉s. Repite que con cada guerra dices lo mismo y que, sin embargo, las miserables tropas del Reino nunca logran pasar del bosque —se excus� Habdlan con un suspiro.
Alguien toc� a la puerta.
—Adelante —autoriz� Tamalor.
—L韉er Tamalor, traigo un reporte urgente desde el frente —dijo el guardia, que entr� en la oficina y se acerc� hasta entregar un sobre sellado.
—Puedes esperar fuera —orden� Tamalor al guardia, el cual sali� de la habitaci髇.
Tamalor abri� el sobre y su cara se torn� p醠ida y sudorosa. Volvi� a leer un par de veces la carta para confirmar que no estaba so馻ndo. Habdlan le miraba con curiosidad.
—Mennor ha ca韉o. Dalila est� muerta —inform� Tamalor sacando una botella y copas de un armario y sirviendo dos tragos de ron. Los dos hombres tomaron los tragos de un golpe.
—Ir� a hablar con mi padre. Tomar� el control de la familia de sus manos si hace falta. Tendr醩 tu capital para la guerra —asegur� Habdlan levant醤dose. Su cara reflejaba la preocupaci髇 de Tamalor.
—Esto va a ser un desastre —dijo Tamalor con un suspiro, para luego llamar a sus sirvientes y empezar a escribir cartas y dar 髍denes.
Mientras en la ciudadela de Mennor el saqueo y la depravaci髇 se extend韆n, los tres l韉eres de las fuerzas de ataque del Reino de Veldat se reun韆n.
—Hemos agitado un nido de avispas, esto podr韆 escalar a un evento mayor —inform� Leo mientras Brosma y Marcus le miraban con rostro de no saber de qu� hablaba.
—La mujer a la que los soldados acaban de matar era Dalila, la hija de un mago de la corte real de la Dinast韆. Pertenec韆 a la familia de los Van Roquert y se dice que era la amante del segundo pr韓cipe de la Dinast韆. Seg鷑 hemos logrado averiguar, no solo era la chica de una familia noble y con un amante poderoso, tambi閚 se hab韆 labrado una buena reputaci髇 como buena guerrera y se iniciaba como comandante. Esta era su primera misi髇 a cargo de todo un ej閞cito y en una guerra de gran envergadura.
—Esto es grave, a nadie le importa mucho si un noble de clase baja o dos mueren y en cuanto a los plebeyos, a nadie le importa en lo m醩 m韓imo. Pero es otra historia con los miembros de la corte. 緾u醤 importantes son los Van Roquert para la corona?, 縞u醤to poder tienen? —pregunt� Brosma.Stolen from Royal Road, this story should be reported if encountered on Amazon.
—Mucho, hasta donde sabemos. Esto va a escalar hasta una guerra total —dijo Leo—. Nuestros esp韆s informan de que est醤 a punto de iniciar un reclutamiento masivo, nos van a aplastar con n鷐eros y recuperar醤 Mennor.
—縌u� dice el Reino? —pregunt� Marcus.
—No les interesa una guerra a gran escala. Esta guerra era para tomar los pueblos de la frontera y saquear las ciudadelas. La Dinast韆 podr� estar debilitada por la hambruna, pero aun as� su territorio y poblaci髇 son superiores a los nuestros. Esto no formaba parte del plan —dijo Leo— El Reino no enviar� m醩 tropas. Fortalecer醤 su posici髇 en casa por si la Dinast韆 avanza.
—緾u醠 es el plan? —pregunt� Brosma preocupado.
—Guerra de guerrillas —contest� Leo—. Usaremos a los mercenarios, atacaremos todas las villas que podamos sin tocar las ciudadelas, reduciremos la poblaci髇 y, a la vez, obligaremos al ej閞cito regular de la Dinast韆 a dividirse. El plan es hacer tanto da駉 como sea posible. Hay que limitar la capacidad de la Dinast韆 para reclutar tropas y dispersar las que ya tienen, as� reducimos su efectividad si quieren avanzar hasta el Reino.
Tras el saqueo, algunos grupos mercenarios se dedicaron a beber y celebrar la victoria. Melna y su gremio ten韆n conocidos entre los otros grupos, los Tritones de Frances y Marea se sentaron a beber frente a una fogata. La conquista de la ciudadela no hab韆 sido muy rentable para estos dos grupos mercenarios. No conoc韆n bien la localizaci髇 de las casas nobles, por lo que el ej閞cito y otros grupos mercenarios hab韆n saqueado las zonas m醩 importantes.
—Aleum, te presento a Klum, al igual que t�, es un mago dual —introdujo Melna.
Klum era bajito de estatura, de pelo negro, ojos rasgados y piel clara. Estaba lleno de cicatrices. Usaba un bigote escaso. De vez en cuando tos韆, la enfermedad del miasma le afectaba.
—Melna me pidi� que te ense馻ra algunas cosas, as� que vamos al asunto. Soy un mago dual de sombras y fuego. 縌u� afinidad tienes? —Klum se ve韆 malhumorado.
—Baja, trazas de fuego —contest� Xavier agachando la cabeza.
—uch! —dijo Klum—, las trazas no sirven para mucho, yo tengo un uno por cien de afinidad y no es suficiente para hacer magia decente.
—Lo s�. Solo sirvo para calentar el t� o encender el fuego si toco la madera —dijo Xavier.
—S�, pero no necesitas tocar nada —dijo Klum—. 縎abes por qu� la magia de sombras es la m醩 frecuente entre los magos duales?
—Porque es compatible con casi todas las variedades de magia. Eso lo saben todos, 縩o?
—S�, pero lo que no te dicen es que es tambi閚 un gran conductor de otras magias —explic� Klum moviendo su sombra y haci閚dola cambiar de forma. Su sombra se extendi� hasta llegar a un trozo de madera cercano. Unos segundos despu閟, la madera ard韆—. Puedes usar tu magia de sombras para conducir tu magia de fuego directamente a tu objetivo, es como si lo estuvieras tocando.
—縋or qu� no ense馻n eso en ning鷑 lado? —se quej� Xavier.
—Generalmente, lo ense馻n en el segundo a駉 de las academias, pero con tu habilidad no tiene importancia, esto es solo un truco barato, no es la gran maravilla en combate. Y eso es todo lo que puedo ense馻rte, chico, tu afinidad es muy baja y no me gusta perder el tiempo. 緾ontento ya, Melna?
—Gracias, Klum —contest� Melna. Klum solo emiti� un gru駃do y tom� una botella de ron mientras se alejaba de la fogata.
—Vaya humor —dijo Xavier una vez que Klum se hab韆 alejado. No quer韆 sonar ingrato, pero Klum no era muy amigable.
—Bueno, no le quedan muchos a駉s de vida, tiene la enfermedad del miasma y la mayor parte de su cuerpo est� tostado. 縑iste las cicatrices?
—S�, 縬u� le pas�? —Xavier hab韆 visto las quemaduras, pero no era raro un mercenario con cicatrices.
—Us� pociones raras para forzar la afinidad m醙ica.
—縁uncion�?, 縜ument� su afinidad m醙ica? —Hab韆 un tono de esperanza en su voz.
—No, acab� quem醤dose desde dentro, casi no sobrevive.
Al d韆 siguiente, los l韉eres de las fuerzas del Reino dieron sus 髍denes. El ej閞cito regular tom� varios prisioneros como mercanc韆. Los trasportar韆n hacia la frontera con el Reino de Orphen, los vender韆n como esclavos. Muchos de ellos acabar韆n como contrabando, llegando hasta el Reino del Sur, desde donde partir韆n a los reinos del oeste, al otro lado del mar, para ser vendidos en el Imperio de Nu. Los mercenarios recibieron sus 髍denes, marchar韆n a las villas y pueblos peque駉s alrededor de Mennor y Farpas; no se acercar韆n a la ciudadela, simplemente aterrorizar韆n a los campesinos, pueblos y villas.
—Las cosas se van a poner feas —coment� Melna a su grupo. Se hab韆 enterado de la situaci髇 y de la gran guerra que podr韆 estar fragu醤dose. Ni 閘 ni sus mercenarios ten韆n planes de participar en un evento de esa magnitud. La cantidad de muertos escalar韆 al cielo; magos de 閘ite, tal vez maestros de las academias menores, podr韆n entrar en combate, era demasiado peligroso.
—No voy a participar en esto —dijo Xavier—. No soy un santo, pero todo esto& 縋or una noble muerta?, ah!, yo me largo.
—Estoy con el chico en esto, no somos soldados, somos mercenarios. No tenemos obligaci髇 con nadie, salvo con el dinero —a馻di� Dorom, mientras los dem醩 se mostraban de acuerdo.
—Yo tampoco quiero participar, pero no tenemos fondos suficientes para comenzar de nuevo de cero. Si desertamos, perder韆mos nuestra base en Veldat. No creo que el Reino sea duro con una banda de mercenarios que se va, pero al menos incautar� nuestros bienes —les record� Melna. Estas palabras cambiaron la visi髇 de todos.
—S� d髇de hay una casa noble de bajo rango. Han estado explotando a los campesinos de su pueblo durante a駉s. Seguro que podemos sacar bastante de ellos. El problema es que est� lejos, tenemos que pasar por las cercan韆s de Farpas. —Xavier plante� una alternativa—. Pero podemos hacerlo, conozco la zona y lo he hecho antes.
Xavier comparti� con el grupo de mercenarios su conocimiento de la zona. Los caminos no vigilados, las aldeas y la localizaci髇 de su objetivo, Humol. Atacar韆n la mansi髇 de Efrir de Exel. Sab韆 que estaba llevando asesinos y ladrones a destruir todo lo que hab韆 conocido en su ni馿z, pero no le importaba, ellos le traicionaron primero.
—Ser韆 dif韈il. No tenemos los n鷐eros y un mago es mucho problema. Efrir ser� un mago mediocre, pero sigue siendo un mago y de fuego nada menos. —Lina expres� sus preocupaciones.
—Mejor, usaremos al ej閞cito —plante� Melna con una sonrisa.
Melna dej� a sus colegas detr醩 un rato y coment� su plan con uno de los sargentos. Poder pasar Farpas y atacar los pueblos y aldeas cercanas era una buena forma de hacer puntos con sus superiores, adem醩 de que no tendr韆n competencia a la hora del saqueo. Horas despu閟, algunos grupos de mercenarios, miembros del ej閞cito y algunos magos de bajo rango se les unieron. Era una buena oportunidad, estar韆n lejos de la zona de operaci髇 de otros grupos y podr韆n hacer algo de dinero. Para la tarde de ese d韆, las tropas del Reino se hab韆n dividido y la ciudadela de Mennor estaba en llamas. La Dinast韆 recuperar韆 un mont髇 de escombros. Una parte de las tropas arrasar韆 las aldeas hasta llegar a Flam y otros pueblos. Un peque駉 grupo pasar韆 bordeando la ciudadela de Farpas para atacar los pueblos y villas m醩 al sur.
—El ataque comenzar� por las villas. Mientras los soldados y otros mercenarios arrasan las aldeas, nosotros iremos directamente al pueblo. Si los guardias y Efrir salen a defender las villas, lo tendremos f醕il —dijo Melna.
El ahora reducido grupo de soldados del Reino se dividi� en peque馻s unidades. Muchos mercenarios hab韆n abandonado el ej閞cito. Xavier y los dem醩 no tuvieron problemas en atravesar las villas. La preparaci髇 para la gran batalla, el ruido, el movimiento constante de soldados de la Dinast韆 hac韆 pensar que todos los que viajaban por las cercan韆s de Farpas eran mercenarios que se enfrentar韆n a los invasores del Reino en Mennor o gente que hu韆 de la zona del conflicto. Era de conocimiento p鷅lico ya, que las tropas del Reino de Veldat estaban arrasando las aldeas y villas de Mennor. Nadie imaginaba que avanzar韆n m醩 all� de Farpas.
No fue dif韈il llegar a la mansi髇 del se駉r de Humol. Efrir de Exel hab韆 marchado a Farpas con la mayor韆 de los guardias del pueblo y varios campesinos reclutados a petici髇 de la Dinast韆 para formar un gran ej閞cito. Preparaban un contraataque a gran escala.
—Sin testigos —les record� Melna. Todos sab韆n las reglas del juego, esta vez atacaban a un noble por su propia iniciativa, creaban un enemigo directo. El plan era simple, saquear la mansi髇 del noble de baja alcurnia y que el ej閞cito del Reino cargase con la culpa. Para eso no pod韆 quedar evidencia de la implicaci髇 de Marea, solo ellos sab韆n qui閚 era su blanco. Xavier se encontr� en la misma situaci髇 que hab韆 vivido antes con el grupo de Vralia, el plan era el mismo. Entrar en la mansi髇 liquidando a los pocos guardias que quedaban, eliminar a los sirvientes, a la se駉ra de la casa y a los ni駉s tambi閚.
—Dorom, la esposa. Aleum y Juan, los ni駉s. Lelin, Lina y yo, los sirvientes. —Melna asign� las tareas.
—Es perder el tiempo —refut� Xavier—. Puedo encargarme de los ni駉s solo. Lelin deber韆 ir directamente a buscar los escondites del despacho o la habitaci髇, los nobles suelen tener un peque駉 bot韓 oculto en alg鷑 lado, no creo que Efrir sea diferente. —Xavier sab韆 de qu� hablaba, ten韆 experiencia.
—Muy bien. —Tras mirarle unos segundos, Melna acept� la propuesta. Xavier era joven, pero durante el tiempo que hab韆 estado con los mercenarios hab韆 mostrado ser implacable y fr韔 a la hora de hacer su trabajo.
Cay� la noche. Hab韆 toque de queda, todos se hab韆n ido a la cama: los mercenarios aprovecharon la oscuridad para entrar en acci髇. Eliminaron a los guardias de forma discreta y los escondieron en el peque駉 jard韓 de la mansi髇. Abrir las puertas fue a鷑 m醩 simple, Lelin y Xavier ten韆n las habilidades necesarias. Dentro de la mansi髇, Lelin se dirigi� al despacho mientras los dem醩 fueron a sus objetivos. Ya estaban iniciando la masacre cuando los otros grupos de mercenarios y los soldados del Reino lanzaron su ataque sorpresa sobre las aldeas, atrayendo la atenci髇 de los escasos guardias y seguridad del pueblo.
Efrir ten韆 una hija, una ni馻 de unos siete a駉s. Xavier entr� en la habitaci髇 con la destreza y sigilo de un gato. Del bolsillo interior de su chaqueta de cuero sac� una peque馻 bolsa, dentro hab韆 varios viales, tom� uno de ellos, despacio cubri� la nariz de la ni馻, la cual despert� y abri� la boca para respirar, Xavier verti� el l韖uido del vial y le cubri� la boca, silenci醤dola y oblig醤dola a tragar. La ni馻 forceje� un poco, pero la droga hizo su efecto r醦ido.
—Lo siento, ni馻 —dijo Xavier sacando su daga mientras la chica se quedaba dormida y sus ojos se cerraban. Xavier cort� la peque馻 oreja de la ni馻, se la colg� al cuello con un cord髇, cubri� la herida de la ni馻 con un polvo para parar la hemorragia y sali� de la habitaci髇.
Xavier sali� al pasillo, fue a la habitaci髇 de la se駉ra de la casa. Dorom estaba estrangulando a la mujer. Se hab韆 tomado su tiempo, no era un secreto su odio hacia la nobleza. Al abrir la puerta, ambos se miraron por un segundo, Xavier hizo una peque馻 mueca de disgusto, pero sigui� caminando hacia los armarios y c髆odas. Dorom continu� con su actividad, mientras tanto, Xavier sacaba las joyas y objetos de valor.
—Por Dios, incluso los nobles in鷗iles tienen un mont髇 de joyas —dijo recolectando el peque駉 bot韓.
Para el momento en que Xavier empezaba a arrancar las c髆odas y destrozar los armarios en busca de compartimientos secretos, Dorom hab韆 terminado su trabajo. Agarr� el cad醰er de la mujer por una pierna y tir� de ella como si fuese una mu馿ca. El cuerpo cay� al suelo, la cabeza hizo un pesado ruido al chocar contra el suelo.
Xavier y Dorom se dedicaron a abrir y revisar los colchones, almohadas, cojines& Destrozaron la cama en busca de objetos ocultos. No encontraron nada.
—縇istos? —preguntaron Juan, Lina y Melna entrando en la habitaci髇.
Xavier y Dorom asintieron. Marcharon todos al despacho. Lelin yac韆 en el suelo sin vida. Hab韆 encontrado un compartimento secreto en uno de los armarios, solo que ten韆 una trampa. Una ballesta le hab韆 atravesado el pecho, su muerte fue inmediata.
—Mierda. Esto complica las cosas —se preocup� Melna—. Revisad los armarios, pero tened cuidado, puede haber m醩 trampas.
Para ahorrar tiempo, Dorom simplemente tir� de los armarios hasta arrancarlos. En otro de los armarios hab韆 un compartimento que tambi閚 ten韆 una trampa. Esta vez, al activarse, no hiri� a nadie. Encontraron algunas bolsas con unas cuantas monedas de plata y algunos objetos de valor en el armario. El sello de la familia estaba hecho de oro, era una buena adquisici髇, aunque antes hab韆 que derretirlo, vender el sello robado de un noble era suicidio.
—Es menos de lo que esperaba — se quej� Melna.
Para desgracia de los mercenarios, Efrir se hab韆 llevado la mayor parte de los impuestos a Farpas para cubrir los gastos de la guerra, como hab韆 solicitado la realeza.
—Esto nos dar� unas monedas —dijo Xavier mostrando lo que hab韆 encontrado en la habitaci髇 principal.
Tras valorar el bot韓 de joyas, el trabajo hab韆 valido la pena. Melna y los dem醩 miraron a la oreja colgando en el cuello de Xavier con una peque馻 mueca de disgusto. No sab韆n que ten韆 unos gustos tan s醖icos; incluso sintieron pena por la peque馻. La peque馻 oreja hab韆 cumplido su objetivo; Melna y el resto no dudar韆n de que Xavier complet� su misi髇. Luego, todos miraron hacia el cuerpo de Lelin. Xavier se acerc� a 閘 y le quit� todo aquello de valor. Eran m醩 o menos de la misma estatura y se qued� con sus botas. Tomaron las armas y todo lo dem醩 fue a馻dido a la bolsa del bot韓.
—Quemaremos la casa —plante� Melna. Esto le caus� un poco de malestar a Xavier, pero no pod韆 permitirse mostrarlo, s髄o le quedaba rezar para que rescataran a la ni馻 a tiempo. Melna not� alguna reacci髇 en Xavier y lo malinterpret�—. No uses magia, esta es la casa de un noble. Podr韆 atraer a los reguladores. Pueden detectar el uso de magia y tienen formas de saber qui閚 la us�. Si te encuentras con ellos, te identificar醤 —advirti� Melna mientras usaba las lamparas de aceite con las que se iluminaban para encender todo a su alrededor.
Los libros en el despacho se incendiaron r醦ido. El incendio se extendi� por toda la casa unos minutos despu閟. Los moradores de Humol acudieron a apagar el fuego, algunos de los pocos caballeros y guardias que quedaron entraron en la mansi髇 y sacaron a la ni馻, la 鷑ica sobreviviente de la masacre. La seguridad en el pueblo era m韓ima, los que no marcharon a Farpas con Efrir de Exel, hab韆n salido a repeler los ataques en las aldeas cercanas. Xavier y los mercenarios aprovecharon el gent韔 y la confusi髇 para huir. Al amanecer, ya hab韆 llegado a Battey, la villa en la que hab韆 vivido su ni馿z. Las tropas del Reino hab韆n iniciado su ataque en la noche. Las casas hab韆n sido saqueadas e incendiadas. Xavier reconoci� varios cad醰eres.
玊rina�, pens� mientras ve韆 el cuerpo cerca de su casa. Estaba desnuda, no hab韆 que ser un genio para intuir lo que pas�. Al continuar caminando reconoc韆 m醩 cad醰eres de vecinos. 玀ama�. La mujer hab韆 intentado salir corriendo de la casa, su cuerpo estaba recostado en la pared con varias flechas clavadas en la espalda. Estaba m醩 delgada de lo que recordaba. Por un segundo, sus ojos se humedecieron con una l醙rima. En la distancia vio c髆o golpeaban a dos hombres.
—El viejo no sirve como esclavo. Est� cojo; vale poco, matadlo. Al joven podr韆mos venderlo a buen precio —dijo uno de los miembros del ej閞cito del Reino.
—Aleum, 縜 d髇de vas? —le grit� Juan al verlo acercarse a los soldados.
Los soldados del Reino se dieron la vuelta y notaron su presencia. Los dos hombres que estaban siendo abusados miraron hacia 閘.
—Xavier —se sorprendi� Euraclio. Una sonrisa dibuj醤dose en su cara. Los soldados miraban a Euraclio y luego a Xavier.
—緾onoces a estos dos? Han estado hablando todo el tiempo de que son nobles, la gloriosa casa de los De Vonder —dijeron los soldados riendo y se馻lando a la miserable casa en la que viv韆n.
Xavier miraba fijamente a los ojos de su padre y luego a los de su hermano Ferol, mientras recordaba c髆o le hab韆n traicionado y hab韆n intentado venderlo a los guardias para ganar el favor del se駉r de Humol. Aun as�, sent韆 malestar, sab韆 lo que suceder韆 a continuaci髇, pero no pod韆 hacer nada.
—No, no los conozco —minti� Xavier d醤dose la vuelta y caminando hacia el grupo de mercenarios. 獿o siento, pero si descubren que soy de la Dinast韆 podr韆n matarme aqu� mismo o venderme como esclavo. Cavaste tu propia tumba, padre�.
El rostro de Euraclio se torn� p醠ido, luego fue invadido por la rabia. —eque駉 mocoso del demonio! —empez� a gritar mientras intentaba levantarse del suelo para atacar a Xavier.
—Viejo loco —dijo uno de los soldados. Su espada atraves� a Euraclio por la espalda varias veces hasta que dej� de moverse. Ferol se manten韆 en el suelo en posici髇 fetal, llorando mientras aceptaba su destino y miraba a la espalda de su hermano hacerse m醩 peque馻 mientras se alejaba.
Una sensaci髇 de opresi髇 ocupaba el pecho de Xavier mientras se marchaba. Sab韆 que su padre y su hermano eran unos traidores y que no dudar韆n en sacrificarlo si la situaci髇 fuese diferente, sin embargo, lo que les estaba ocurriendo, en lugar de alegrarle, le produc韆 malestar, le hac韆 recordar el pasado y abr韆 viejas heridas. 獳l final no soy mejor que ellos ni que los mercenarios�.
—縌u� fue todo eso? —pregunt� Melna.
—Un viejo loco con delirios de grandeza —contest� Xavier mientras continuaba su caminata. Pas� frente a los cad醰eres de su Madre y Trina sin volver a mirarlas, mientras su coraz髇 se estrujaba en su pecho. De todos ellos, la de su madre era probablemente la muerte que m醩 lamentaba, aunque tampoco estaba libre de culpa.
Mientras el ej閞cito reun韆 a los futuros esclavos y todos los bienes robados para enviarlos al Reino, Xavier y los mercenarios se adentraron en el bosque y se perdieron. Deb韆n tener cuidado de no ser vistos. Si les ve韆n otros mercenarios se dar韆n cuenta de que hab韆n conseguido un buen bot韓 y les dar韆n caza. No hay honor entre bandidos.
Llegaron hasta el Reino de Veldat y pasaron sin problemas por la frontera. Como mercenarios del Reino no ten韆n que esconderse. Melna us� sus contactos para vender los art韈ulos robados de la mansi髇 del se駉r de Humol. Pronto correr韆 la voz de que eran desertores, era mejor vender todo en Veldat, en caso de que los relacionaran con el crimen ya estar韆n muy lejos de all�. No era un mal bot韓. Entre todos lograron sacar el equivalente de doce monedas de oro. Sin Lelin, ahora eran cinco. Cada uno de los integrantes del grupo recibi� dos monedas de oro, Melna recibi� cuatro por ser el l韉er. A Xavier le hubiese tocado menos, pero como fue su idea y era quien conoc韆 la zona, le dieron un bono extra. El grupo de mercenarios parti� de inmediato a su nuevo destino. Les tom� m醩 tiempo de lo normal llegar a Orphen, solo se mov韆n a trav閟 del bosque para evitar zonas habitadas y puntos de control en la medida de lo posible.
—Tu comida y caf� no son como los de Lelin —protest� Dorom.
Hab韆 amanecido y se encontraban en los bosques camino del Reino de Orphen; unos dos d韆s m醩 de caminata y empezar韆n una nueva vida. Habitualmente, entre Lelin y Xavier se encargaban de las comidas, pero ahora que Lelin no estaba, Xavier deb韆 encargarse de todo. No era la primera vez, era una de sus funciones cuando estaba en la banda de Vralia. Desde carnicero a cocinero, le hac韆n preparar las piezas de caza y cocinarlas cuando estaban en el bosque.
—Oye, Juan, no me siento muy bien —se quej� Lina, dejando caer la taza de caf� de metal que ten韆 en la mano. Perd韆 la movilidad, estaba p醠ida, estaba a punto de caer al suelo.
—縌u� te pa...? —La frase qued� cortada. Xavier acababa de rebanarle la cabeza a Juan por la espalda con un solo mandoble de espada. Su mirada era fr韆. Dorom y Melna intentaron levantarse, pero cayeron al suelo. Hab韆n sido drogados o envenenados. Xavier se acerc� a Dorom y le atraves� el coraz髇. Al sacar la espada, el coraz髇 a鷑 segu韆 latiendo, un chorro de sangre sali� a presi髇 llegando hasta la fogata. Repiti� el mismo proceso con Lina.
—No hay honor entre bandidos —dijo Xavier mirando al inm髒il Melna a los ojos. Su mirada expresaba puro odio, si pudiese hablar le maldecir韆.
—No seas hip骳rita —Xavier le miraba a los ojos a su vez—. Has robado y matado a hombres, mujeres y ni駉s. Tarde o temprano todos pagaremos por nuestro crimen.
Sus palabras solo hicieron que la mirada de Melna se llenara de furia. Xavier clav� la espada en el coraz髇, d醤dole una muerte r醦ida. Matar a sus compa馿ros era una necesidad; tarde o temprano, el grupo se enterar韆 de que hab韆 dejado vivir a la hija del se駉r de Humol. Desde entonces no confiar韆n en 閘 y probablemente le matar韆n. Xavier hab韆 escondido que sab韆 algo sobre venenos. Se encarg� de envenenar el caf� de todos. Excepto el de Juan, que era muy h醔il, habr韆 notado el veneno y probablemente llevar韆 un mont髇 de ant韉otos con 閘.
Xavier apag� el fuego, recogi� todo lo de valor y mir� los cuerpos de los que fueron sus compa馿ros. En un mes hab韆 dejado un rastro de muerte y destrucci髇 tras sus pasos que nunca habr韆 cre韉o posible. Se dio la vuelta y se march�. En poco tiempo, el olor de la sangre atraer韆 carro馿ros: lobos, cuervos, tal vez alg鷑 monstruo y todo tipo de alima馻s. No se sent韆 mal por abandonar los cad醰eres de esa forma, ellos no tendr韆n compasi髇 con 閘 si la situaci髇 fuese al rev閟, estaba seguro de eso.
Le tom� dos d韆s y una noche atravesar el resto del bosque y llegar al Reino de Orphen. En el momento de su llegada las predicciones de Melna se hab韆n hecho realidad. Mientras com韆 y beb韆 algo en los bares, escuchaba los rumores. La Dinast韆 de Poem hab韆 lanzado un ataque masivo contra las tropas del Reino de Veldat. No solo eso, tras acabar con las tropas que invad韆n la Dinast韆, atravesaron las fronteras y atacaron directamente al Reino. El Reino hab韆 respondido en consecuencia. Hubo miles de muertos, ciudades quemadas, saqueadas y arrasadas en ambos bandos.
A Xavier no le importaba mucho, no era su problema. Se mov韆 con frecuencia entre una villa y otra del Reino de Orphen. Poco a poco fue ganando cierto reconocimiento, al menos sab韆n qui閚 era, aceptaba misiones simples con algunos gremios de mercenarios que necesitaban algo de gente extra o que hab韆n perdido un miembro recientemente. A鷑 ten韆 dinero. Con lo que rob� a sus compa馿ros ten韆 m醩 de quince monedas de oro, era una fortuna, pero si viv韆 solo de sus monedas pensar韆n que ten韆 dinero y le atacar韆n. Xavier hac韆 varios trabajos, sin embargo, no se quedaba con ning鷑 gremio, banda o grupo durante mucho tiempo. Al final le dieron el apodo de 玡l Manitas� porque hac韆 un poco de todo para cualquiera. Su reputaci髇 era decente, pero no era un gran mercenario, solo alguien 鷗il para uso ocasional y as� quer韆 que siguiera. Despu閟 de todo, 玭o hay honor entre bandidos�.