Capítulo XXII Desapariciones
Clinton, Astrid y Maurius pasaban la mayor parte del tiempo trabajando juntos. En ocasiones se les asignaban misiones individuales o con otros reguladores. Si no estaban en misiones, hac韆n trabajos meniales o entrenaban en el cuartel general.
—Ya estoy harta de esto. El papeleo es lo peor de este trabajo —se quejaba Astrid por en閟ima vez ese d韆.
—Y que lo digas. Preferir韆 enfrentarme a una guarida de brujos que hacer esto —le secund� Maurius.
Mientras tanto, Clinton se manten韆 tan sereno, antip醫ico y mec醤ico como siempre. El equipo trabajaba en un caso curioso: durante los 鷏timos meses hab韆n desaparecido tres magos. No eran magos muy importantes, salvo por el hecho de que los tres eran magos duales de sombras con baja afinidad para otros elementos. No ten韆n conexi髇 entre ellos ni ninguna relaci髇 conocida. No dejaron mucha huella, un d韆 desaparecieron y punto. No hab韆n encontrado ninguna pista hasta el momento. Un mensajero lleg� a la oficina en la que estaban trabajando, la carta fue entregada a Astrid.
—aya!, dos de nuestros tres magos perdidos han aparecido —les inform� Astrid mientras le韆 la carta.
Los dos hombres levantaron la cabeza y luego se acercaron a ella. Dos cad醰eres hab韆n sido encontrados en las catacumbas bajo la ciudad real. Al parecer hab韆 evidencia de magia arcana.
—縀n la ciudad real? Es de locos, tienes que estar demente para hacer eso justo en el lugar m醩 custodiado de toda la Dinast韆 —opin� Maurius.
—Eso o son unos genios —a馻di� Astrid—. Nadie se lo esperar韆.
—O creen que son intocables —dijo Clinton—. Hay gente poderosa a la que no le afecta la ley, ni siquiera la de los reguladores.
El tr韔 record� un caso de asesinato en el que trabajaron unas semanas antes: un par de magos j髒enes usaron su magia en unos plebeyos, pero no recibieron castigo ni amonestaci髇. Los chicos eran hijos de un mago posicionado en lo m醩 alto de la corte real. El caso fue desestimado y la evidencia destruida. Quer韆n decir algo al respecto, pero todos sab韆n que solo les traer韆 problemas. Ellos mismos eran miembros de familias nobles y sab韆n cu醠 era el juego. Unos nobles de alto rango y adem醩, magos, asesinando a un plebeyo no se consideraba una gran ofensa.
—Esto es diferente. Si esto es magia arcana& —dijo Maurius.
—No te equivoques. Recuerda que hemos encontrado casos sospechosos de ser brujos entre familias nobles de alto nivel que han sido muy dif韈iles de investigar —les record� Clinton. 獵laro, probablemente son parte de los magos arcanos de la realeza, me pregunto qu� cara pondr韆n estos dos si supieran que los uniformes que usan est醤 encantados con la magia arcana que tanto detestan�.
—Esperemos que no sea as� o podr韆mos estar en serios problemas —coment� Astrid.
Desde el inicio de la guerra contra el Reino de Veldat, las cosas se hab韆n tornado ca髏icas en la Dinast韆. No ten韆n evidencia clara de asociaci髇, pero tras el inicio de la guerra hab韆n aparecido m醩 casos de uso de magia arcana, peque馻s colonias de plebeyos hab韆n sido trasformadas en cementerios tras usarlos como sacrificio para rituales, no ten韆n claro qu� suced韆, pero sospechaban que no eran los brujos los responsables, no encajaba con la rutina habitual que se supone ten韆n los brujos, sin embargo, cada vez que intentaban indagar si hab韆 alguien de la nobleza o realeza de la dinast韆 envueltos, se topaban con un muro.
En cuanto a los desaparecidos, la 鷑ica cosa que hizo el caso relevante era el hecho de que, al ser magos duales, eran algo raros. Hab韆 pocos en el reino, por lo que sus desapariciones llamaron la atenci髇. Si fuesen simple magos de sombras a nadie le importar韆n sus vidas.
—Vayamos a examinar las catacumbas —dijo Maurius levant醤dose.
El tr韔 entr� en las catacumbas, uni閚dose a otros reguladores en la escena. Los dos magos muertos eran magos de baja categor韆; se les concedi� el t韙ulo de nobles tras despertar como magos, pero el caso ten韆 baja prioridad, por lo que se les asign� el caso a los tres j髒enes.
—Delmer de Frye, cincuenta a駉s, mago de sombras con una afinidad del quince por cien y una afinidad de fuego del dos por cien. Ten韆 problemas de adicci髇 al juego y al alcohol, estaba enfermo de la enfermedad del miasma tras hacer misiones de subyugaci髇 para pagar sus deudas. Sin hijos conocidos. El resto de su familia no quiere saber nada de 閘. Desapareci� hace cinco semanas —ley� Maurius en el informe que ya hab韆n redactado sobre la investigaci髇.
—Sakuo de Hino, un inmigrante de la dinast韆 Fang. Mago dual de sombras con afinidad del dos por cien y agua en trazas. Cincuenta y cinco a駉s. Realmente no era un mago, su afinidad era mediocre, trabajaba en un bar en las zonas bajas de la ciudad real. Hab韆 abandonado su trabajo sin avisar hace un mes y desapareci� —ley� Clinton.
Maurius us� el 骳ulis en el cad醰er de Sakuo.
—Nada de magia elemental fue usada en 閘. Solo hay residuos de su propia energ韆 m醙ica. —Se dio la vuelta y mir� hacia el cad醰er de Delmer—. Vale, aqu� hay algo raro.
—縌u� pasa? —pregunt� Astrid.
—Mira t� misma.
Astrid us� su 骳ulis. —La energ韆 m醙ica... es parecida.
—Eso no tiene sentido, son magos diferentes, sin ning鷑 parentesco, con afinidades elementales diferentes, esto no tiene sentido —dijo Clinton viendo lo mismo que los dem醩.
Preguntaron a los dem醩 miembros de los reguladores que revisaban la zona. Todos hab韆n visto lo mismo y no hab韆 ninguna explicaci髇, pero una cosa estaba clara.
—Estos hombres no murieron aqu� —not� Astrid.
—Coincido —dijo Clinton—. He preguntado al resto del equipo. El extremo sur de las catacumbas ha sido explorado, pero no hay evidencia de que pasara algo por all�. El extremo norte no lo podemos explorar. Hay un n鷆leo de miasma estable en alg鷑 lugar de las catacumbas.
—縐n n鷆leo de miasma estable? —pregunt� Astrid.
—Pens� que el miasma era ca髏ico, 縞髆o puede ser estable? —pregunt� Maurius.
—He estado leyendo y estudiando sobre eso. Al parecer, en ciertas zonas hay n鷆leos de miasma que no desaparecen ni se expanden, solo est醤 est醫icos y existen. Hay uno de esos en estas catacumbas. No es del todo un secreto, pero tampoco se comenta demasiado. Han enviado varios equipos y han buscado hasta el cansancio; el miasma parece permear las paredes de las catacumbas, pero no crece. Es una zona de inter閟 y ha sido muy explorada, pero no deja de ser peligrosa. Mientras no entres en el miasma todo est� bien, en cambio, una vez dentro hay monstruos como en todas las zonas de miasma..., sobre todo ratas zombi. No vale la pena explorar ese lugar. Muy peligroso —explic� Clinton.
Al escuchar lo de las ratas zombi, la cara de Astrid cambi� a una mueca de desagrado.
—Genial, tenemos cuerpos y nada m醩 —se quej� Astrid. Su naturaleza perfeccionista la hac韆 sentirse irritada con la situaci髇, pero no entrar韆 en un lugar infestado con ratas zombis sin una muy buena raz髇—. Al menos podremos dejar esto atr醩 una temporada.
—No me lo recuerdes —se lament� Clinton en una muestra de emoci髇, acto poco com鷑.
Era su primer periodo de licencia desde que se unieron a los reguladores. Volver韆n con sus familias durante unas semanas. Salvo que la realeza llamara directamente a todos los magos disponibles al frente, completar韆n sus vacaciones. Aunque por lo general los reguladores no participaban en las guerras.
—縋uedo visitarte? —pregunt� Maurius a Astrid.
—No lo s�, lo pensar� —contest� Astrid, actuando coqueta y gui襻ndole un ojo.
—Qu� rom醤ticos, justo en el lugar m醩 t閠rico del reino y enfrente de dos cad醰eres —se馻l� Clinton, arruinando el ya poco adecuado ambiente mientras sal韆 de las catacumbas con una leve sonrisa.
Desde hac韆 unos meses, de alguna forma inexplicable, las estrategias de Astrid hab韆n empezado a funcionar. Su relaci髇 con Maurius hab韆 cambiado y se hab韆n hecho m醩 cercanos. Hab韆n salido un par de veces, aunque el trabajo les manten韆 ocupados.
—No es asunto m韔, pero por pura curiosidad, 縞髆o puedes sentir algo m醩 que irritaci髇 por esa mujer? —le pregunt� Clinton a Maurius en una ocasi髇 mientras estaban a solas.
—Lo s�, lo s�, es egoc閚trica, chillona, engre韉a, necia, narcisista y cree saberlo todo. Pero& cuando no est�, me aburro —contest� Maurius levantando los brazos en se馻l de rendici髇.
—Dicen que el amor es ciego, pero esto es rid韈ulo, parece que tambi閚 es sordo e inmune al dolor —expres� Clinton, a鷑 sin lograr entender c髆o era posible.
—縌u� hay de ti? Hay varias chicas miembros de otros escuadrones que muestran inter閟.
—Uno, no tengo tiempo. Dos, generalmente no tengo mucho inter閟 en las mujeres, salvo por unos minutos alg鷑 que otro d韆 —respondi� Clinton volviendo a sus documentos.
—A veces creo que est醩 hecho de piedra.
—Gracias —dijo Clinton sin despegar la vista del trabajo.
Salvo por Maurius y Astrid, Clinton no interaccionaba mucho con nadie. En sus propias palabras, respetaba a Astrid por su capacidad de estrategia y liderazgo. Su 鷑ica debilidad era Maurius, eran como u馻 y mugre, siempre rondando el uno alrededor del otro. Para sorpresa de muchos, hab韆 dicho alguna vez: 獵onsidero a Maurius una de las pocas personas importantes en mi vida�. En ocasiones, Astrid se sent韆 celosa de la evidente amistad entre ambos.
Por primera vez en a駉s, los tres se separaron y regresaron a sus hogares.
Cuando Maurius lleg� a la mansi髇 de su familia, sus padres le abrazaron y su madre le besaba repetidamente.
—Mam�, que no soy un ni駉 —dec韆 Maurius con una falsa queja mientras la abrazaba.
—Para m� siempre ser醩 un ni駉.
—Gusto en verle, se駉r regulador —se burl� Nadial sacando la lengua y haciendo una reverencia exagerada.
—Hey, sabes que es un delito ofender a un regulador —dijo Maurius fingiendo indignaci髇 y abrazando a su hermano.
Esa noche la familia se sent� a la mesa al completo para la cena por primera vez en mucho tiempo. Se pusieron al d韆 sobre lo que pasaba a su alrededor. Maurius les cont� cosas sobre sus misiones con los reguladores, omitiendo los detalles que se consideraban informaci髇 secreta.
—La situaci髇 de la guerra se torna cada vez m醩 complicada. Merlo estuvo por aqu� hace poco, quer韆 que ayud醨amos a la familia. Los Van Dekar quer韆n ganar puntos con la realeza y enviaron a muchos de sus magos y soldados al frente. Fue una masacre; perdieron m醩 de la mitad de sus efectivos —dijo Cliford, que not� la preocupaci髇 en la cara de sus hijos—. Si la realeza nos llama al frente, iremos a cumplir nuestro deber, pero no les debemos nada a los Van Dekar. Peleamos solo por nuestra familia, nuestra casa y nuestras tierras. Somos Van Feldings.
—Espero que la guerra acabe pronto. Tanta muerte y destrucci髇, y todo por la amante de un pr韓cipe —se quej� Nadial.
—hhh! —le reprimi� Ultria. Todos sab韆n que era cierto, pero no era apropiado decirlo. Tras las masacres llevadas a cabo por el Reino de Veldat, la Dinast韆 era poco permisiva con aquellos que no apoyaban la guerra: buscaban traidores y disidentes entre sus filas, los reclutaban y los enviaban al frente.
Unas horas despu閟 de la llegada de Maurius, Merlo recib韆 la noticia. Sin embargo, de nada le serv韆 saberlo, los reguladores pose韆n una autoridad superior a la suya y Merlo sab韆 que el chico llevaba consigo equipo encantado y secretos de Estado. Solo el pensar en todo el poder que se encontraba acumulado en la mansi髇 de los Van Felding y que 閘 no pod韆 explotar le hac韆 hervir la sangre.
En la mansi髇 de los Van Castin las cosas se hab韆n vuelto un poco ca髏icas. El regreso de la tirana asustaba a los sirvientes. Esperaban volver a los gritos, las continuas exigencias, las peticiones irracionales& Esa tortura volver韆 a formar parte del d韆 a d韆.
—Hola a todos, la alegr韆 de la casa ha vuelto.
Ante su saludo, todos sintieron sus corazones caer al suelo. Segu韆 siendo la misma ni馻 cre韉a, pomposa e irritante de siempre. Velen sali� a darle a su hija una buena dosis de realidad. Hab韆 eludido sus obligaciones con la familia para hacer una de sus chiquilladas. Sin embargo, antes de que pudiera decir nada, Astrid se lanz� hacia 閘, abraz醤dolo.
—Papi, te extra耖 mucho. El trabajo con los reguladores es horrible, todo ese papeleo. Ahora entiendo lo mucho que sufres. —La chica no paraba de hablar.
Velen se qued� congelado. Su vieja debilidad por su tesoro volvi� a resurgir y abraz� a Astrid mientras repet韆:
—Mi peque馻, mi peque馻, mi peque馻. —Poco quedaba de su ira previa y su deseo de darle una lecci髇 a su hija rebelde.
Clinton lleg� a la mansi髇 de los Van Ferra. Su cara era tan r韌ida y seria como siempre, una m醩cara de porcelana. Al verlo entrar por la puerta, Sven se lanz� hacia 閘 sujet醤dolo por el cuello del uniforme.
—T�, imb閏il, has retrasado y puesto en peligro el futuro de la familia. Yo...
—Gusto en verte, padre —le interrumpi� Clinton sin cambiar su expresi髇—. No deber韆s hacer eso, est醩 arrugando mi uniforme.
Solo entonces Sven se dio cuenta de que Clinton a鷑 estaba usando el uniforme de regulador. El comentario de Clinton era el equivalente a una amenaza. Sven le solt� a鷑 m醩 furioso que antes, las venas de su frente a punto de reventar. Clinton permanec韆 impasible, mientras en su mente se re韆 a carcajadas.
—Como sea, tu hermano Emer heredar� la familia. Ser醩 su apoyo cuando salgas de tu contrato con los reguladores.
—No lo s�, padre, me gustan los reguladores, tal vez extienda mi contrato. —
La cara de Sven se torn� p醠ida un segundo para luego volverse roja de ira.
—Haz lo que quieras —espet� d醤dose la vuelta y march醤dose.
—Bienvenido a casa, hijo —dijo Biela, a lo que Clinton solo respondi� con un gesto de afirmaci髇.
—Martel, Emer.
—Dejemos las falsas modestias y cordialidades. Hablemos del elefante en la habitaci髇. —Las palabras de Emer ten韆n un tono arrogante—. Padre me ha nombrado heredero de la familia, as� que tarde o temprano espero que cumplas con tus funciones como un miembro m醩 y como mago. Es tu deber proteger nuestros intereses. S� que no te agrado, pero las cosas son como son, espero que no est閟 celoso de mi progreso.
Clinton mir� la mansi髇 en todas direcciones.
—Tranquilo, no me interesa el legado de la familia, tengo planes m醩 grandes en mente —dijo abriendo los brazos, como indicando lo insignificante de la mansi髇. Luego inici� la marcha hacia su habitaci髇.
El comentario irrit� a Emer. Ser l韉er de la familia era su objetivo, el mayor logro que pod韆 conseguir. En su mente hab韆 luchado mucho para arrebat醨selo de las manos a su hermano mago. Ahora Clinton ninguneaba su autoridad. Pensaba abrir la boca para hacerle entender su posici髇 en la familia, pero las palabras de Clinton lo detuvieron.
—Por cierto, aunque estoy en mis d韆s libres, sigo siendo un regulador. Parte de nuestro trabajo es controlar y castigar los abusos de los nobles sobre los plebeyos... y a m�, en particular, me irritan bastante los abusos sexuales. —Clinton continu� caminando sin prestar m醩 atenci髇 a su hermano.
Por un segundo, Emer se qued� petrificado, sin saber qu� hacer. En realidad, Sven segu韆 siendo el l韉er de la familia y Emer era solo el futuro heredero. Mientras tanto, Clinton era un miembro de los reguladores y un mago en el nivel m醩 alto de la clase baja. Pod韆 destruir la familia entera si le parec韆. Sven ten韆 m醩 de un negocio sucio, por lo cual Clinton podr韆 quemar toda la mansi髇 y salirse con la suya. Emer era consciente de que su hermano era un completo lun醫ico y ahora era m醩 peligroso que nunca.
Clinton se cambi� de ropas y luego de participar en la silenciosa cena, volvi� a su habitaci髇. Al d韆 siguiente pidi� a uno de los guardias de la mansi髇 que fuera a la ciudadela y le trajera una lista de los criminales buscados en la zona.
Se sorprendi� al descubrir un nombre conocido entre ellos.
—Xavier de Vonder, traidor exiliado. Recompensa, cincuenta monedas de cobre —ley� Clinton. Aunque hac韆 a駉s que no escuchaba ese nombre, lo recordaba a la perfecci髇. El hecho de haberse salido con la suya le result� gracioso y se ech� a re韗 como un loco, horrorizando a los sirvientes y a sus hermanos.
Durante el periodo de sus d韆s libres hizo varios viajes, visit� los barrios bajos de las ciudadelas y pueblos, entr� a bares, prost韇ulos y lugares de baja reputaci髇. Esto solo empeor� la baja visi髇 que ten韆 la familia de 閘, pero a Clinton no le importaba.
Normalmente, un noble en esos lugares llamar韆 la atenci髇 y su vida estar韆 en riesgo. Clinton sab韆 c髆o intimidar. Entraba a un bar y tan pronto los ojos de los presentes se fijaban en 閘, sus manos se encend韆n en llamas. Eso dejaba claro no qui閚 era, sino lo que pod韆 hacer. El poder es poder y es respetado por todos.
玊oda buena caja de herramientas necesita un martillo�, pens� para s� mismo al examinar la lista de todos los criminales con los que hab韆 hecho contacto en los 鷏timos d韆s. Incluso si alguien ten韆 sospechas, solo dir韆 a sus superiores que investigaba su caso, entregar韆 informaci髇 sobre algunos criminales de bajo rango y saldr韆 airoso de sus actividades. Hab韆 hecho un buen trabajo con sus experimentos sobre Sakuo y Delmer. Los reguladores no sospechaban nada, hab韆 hecho muchos contactos dentro de la comunidad de brujos y ten韆 suficiente mano de obra para hacer su trabajo sucio. Pronto llevar韆 a cabo su plan. If you discover this tale on Amazon, be aware that it has been stolen. Please report the violation.
Un brujo dentro de los reguladores era una gran ventaja para esta comunidad de magos ca韉os. Tras las dificultades iniciales para contactar con los brujos, tuvo que ganarse su confianza, pero no fue dif韈il. Facilitar algo de informaci髇 sobre las investigaciones de los reguladores y usar 閘 mismo magia arcana para probar su identidad como brujo no era un problema. Tras esto, su camino fue sencillo. Con la informaci髇 que obtuvo de los brujos confirm� sus sospechas: el Reino usaba magia arcana para crear equipos encantados y culpaba a los brujos.
Para el momento en el que regresaron al trabajo, las cosas solo se complicaban. Por un lado, la guerra segu韆 cobr醤dose vidas, mientras el Reino de Orphen segu韆 haciendo dinero con el comercio bilateral, al igual que otros reinos que aprovecharon la situaci髇. Armas, equipo, suministros, materias primas, vend韆n de todo a ambos lados. Por otra parte, el caso en el que trabajaban hab韆 aumentado el n鷐ero de v韈timas.
—Otros cinco magos han desaparecido. Es como antes, magos de baja reputaci髇, afinidades bajas. Solo que ahora son uno de cada elemento. No son magos duales. No hay relaci髇 entre ellos, ninguna edad espec韋ica, son magos al azar. 縌u� demonios est� pasando aqu�? —se quejaba Maurius.
—Durante nuestros d韆s libres estuve haciendo algo de trabajo de inc骻nito. No han sido solo estos casos..., hay m醩 —dijo Clinton dando una larga lista de gente a sus colegas.
—縌u� es esto? —pregunt� Astrid.
—Posibles sospechosos. Son gente a la que estuve investigando las 鷏timas semanas. Muchos de ellos han recibido fuertes sumas de dinero, deben estar haciendo algo no muy legal y adem醩, algunos de ellos son conocidos de los tres desaparecidos iniciales. No puede ser coincidencia.
—Deber韆mos dividirnos e investigar a esta gente —a馻di� Maurius.
—De acuerdo, pero necesitar� tu ayuda con algo, Maurius. 縍ecuerdas la extra馻 lectura que nos dieron los 骳ulis?
—S�, me acuerdo, los restos de energ韆 m醙ica eran muy similares en ambos cuerpos. 縏ienes alguna idea de por qu�?
—S�, tengo una idea y necesitar� tu ayuda. Tu habilidad como pentamago podr韆 explicar el fen髆eno —respondi� Clinton.
—Vale, mientras ustedes juegan otra vez a los experimentos, yo ir� a por esos perdedores —dijo Astrid se馻lando la lista.
—Empieza por aqu� —recomend� Clinton se馻lando a un grupo de nombres—. Este de aqu� es un informante m韔, puede facilitarte aislar e interrogar a los dem醩.
El equipo se separ�, Clinton y Maurius bajaron a las catacumbas de la ciudad real. La zona hab韆 sido examinada por los reguladores, toda la evidencia fue extra韉a. No hab韆n encontrado nada significativo, adem醩 de los cad醰eres.
—縃acia d髇&? —Maurius no pudo terminar las palabras. Clinton le hab韆 inyectado un veneno con un dardo. El veneno hizo efecto r醦ido y Maurius perdi� la consciencia. Clinton golpe� la pared cinco veces con un ladrillo a un ritmo establecido. Un grupo de hombres sali� del miasma del otro extremo de las catacumbas.
Durante sus a駉s como regulador, Clinton hab韆 identificado varios grupos de brujos. En lugar de entregarlos o arrestarlos, hab韆 compartido informaci髇 con ellos. Gracias al material que incautaban en algunas de sus misiones y los apuntes de Van Vatnik que encontr� en la academia, hab韆 aprendido mucho sobre magia arcana. Incluso logr� encontrar un maleficio con el que se consegu韆n reducir los efectos del miasma.
—Prep醨enlo, lo haremos hoy mismo —orden� Clinton a los hombres que acababan de llegar.
Recogieron a Maurius del suelo y avanzaron en grupo hacia la zona de las catacumbas cubierta de miasma. Los brujos hab韆n limpiado la zona de monstruos. En un extremo de las catacumbas, cinco magos de cada elemento se encontraban encadenados al suelo, en c韗culo sobre un grupo de diagramas formando una estrella de cinco puntas. Rocas sanguijuelas manten韆n la magia de los magos drenada. Estaban amordazados y ocasionalmente tos韆n. El miasma en torno a ellos se hac韆 menos denso gracias al hechizo de Clinton, pero ya estaban enfermos, no ten韆n mucho tiempo antes de morir, pero era m醩 que suficiente. Los diagramas sobre los que estaban encadenados se encontraban parcialmente activos, limitando el efecto del miasma. Maurius fue encadenado al centro del diagrama, amordazado, se le dren� la magia con varias piedras sanguijuela.
—縌u� est� pasando? —pregunt� Maurius al recuperar la conciencia unos minutos despu閟.
—Querido Maurius. 縎abes?, no ment韆 cuando dec韆 que eras importante para m�. Llevo a駉s cuid醤dote para este preciso momento —dijo Clinton sujetando a Maurius por la mand韇ula—. Un pentamago. Creo que es el destino lo que hizo que yo encontrara los secretos de Van Vatnik y a su vez el catalizador perfecto. Mira a estas basuras —dijo Clinton pateando a uno de los magos que estaban en el suelo, el agredido gimi� a trav閟 de las mordazas—. Son in鷗iles, pero estas sabandijas que se conformaron con ser mediocres, que no buscaron el poder, ser醤 el sustento para crear un imperio de brujos.
Los hombres alrededor de Clinton empezaron a re韗. Se les hab韆 prometido todo tipo de lujos, poder y riqueza en un mundo dominado por brujos.
—Siempre nos han dicho que el miasma es energ韆 m醙ica ca髏ica, degenerada, peligrosa, 縫ero sabes lo abundante que es? Hay m醩 energ韆 ca髏ica que energ韆 elemental en el mundo, todo ese poder. Pi閚salo —dijo inspirando profundamente el miasma—. odo ese poder ser� m韔! —Clinton mir� a los brujos—. Crear� un glorioso mundo de brujos poderosos. No m醩 esconderse, no m醩 vivir en la oscuridad, los magos aprender醤 a temer y respetar a aquellos que tienen el valor de buscar el poder a cualquier precio —gritaba como loco.
—Por dios, Clinton, esc鷆hate, la magia arcana requiere sacrificio, todas esas vidas inocentes —dijo Maurius.
—nocentes! —exclam� Clinton con cierta repulsi髇—. Son ganado, son vacas; no, son peores, las vacas no tienen elecci髇, los animales no piensan, pero esta gente es perezosa, no hacen nada, todos nacen d閎iles. Tienen el potencial de llegar a la grandeza, sin embargo, prefieren no hacer nada y vivir existencias mediocres, eso les hace culpables. —Clinton suspir� un momento, luego volvi� a sujetar a Maurius por la mand韇ula, quedando cara a cara—. La debilidad es un pecado —dijo con una sonrisa, solt醤dole y d醤dose la vuelta. Maurius estaba horrorizado y sin saber qu� decir.
—Pero no te preocupes, todo cambiar� muy pronto. El mundo cambiar� y los brujos tomaremos el control. No m醩 realeza est鷓ida ni nobles in鷗iles. Solo los poderosos tendr醤 derecho a decidir c髆o funcionar� el mundo y la sociedad. No m醩 nobleza por sangre. Solo poder y control, mi poder, mi control.
Clinton se agach�, coloc� la mordaza en la boca de Maurius y continu� su discurso.
—Como sabes, cuando se combinan las energ韆s m醙icas de dos elementos opuestos, o se cancelan o explotan. Adem醩 de esto, si la energ韆 de un mago se trasfiere al cuerpo de otro con magia arcana, mueren de inmediato. En el peor de los casos, explotan como globos si las energ韆s son opuestas. Es un incordio escabullirse de los reguladores para poder experimentar, aunque por suerte nunca falta material, el mundo est� lleno de in鷗iles. Los magos duales tienen mejor compatibilidad, pero son escasos. Y t�, mi querido Maurius, eres 鷑ico, t� eres compatible con todo. Todos los elementos est醤 estables en ti, puedes acumular la energ韆 m醙ica y vital de todos los elementos y magos. El catalizador perfecto —dijo Clinton sonriendo y disfrutando del horror en el rostro de Maurius—. Gracias por tu sacrificio. mpecemos!
Los brujos se acercaron a los magos encadenados, rompieron sus ropas manteniendo sus pechos al descubierto, retiraron las piedras sanguijuela, colocaron sus manos sobre los magos y empezaron a recitar su magia arcana.
Mientras tanto, Astrid hab韆 permanecido en el cuartel general de los reguladores despu閟 de que Maurius y Clinton salieran a las catacumbas. Decidi� ir con refuerzos a interrogar a los sospechosos, pero Gerald y los dem醩 estaban tardando.
—Gerald, 縬u� pas�? —pregunt� Astrid.
Gerald entraba por la puerta del cuartel con algunas heridas.
—Acabo de volver de Vilnas. Unos magos y mercenarios de poca monta hab韆n estado haciendo alarde de fortuna y de tener un gran patrocinador. Varios criminales decidieron que ese dinero estar韆 mejor en sus manos y empez� una pelea entre bandidos que acab� en una miniguerra de magos. En el momento en que llegamos, era ya una guerra de magos y brujos. Fue un desastre. Identificamos casi una docena de magos y brujos en el conflicto.
—縑ilnas?, 縠stos nombres se parecen a los que hab閕s identificado? —pregunt� Astrid d醤dole la lista.
—S� —afirm� Gerald—. Casi todos est醤 en esta lista. 縌u�&?
—No lo s�, pero tengo un mal presentimiento. Voy a buscar a Maurius y Clinton, tienen que saber esto. Re鷑e a un escuadr髇 y alc醤zame en las catacumbas. —Astrid tom� un carruaje hacia el centro de la ciudad real. Unos minutos despu閟 entraba en las catacumbas.
—Emla valto ecma, klato ectope esfenus, tla.
—Emla valto ecma, klato ectope esfenus, tla.
—Emla valto ecma, klato ectope esfenus, tla.
Varias voces repet韆n estas palabras dentro de las catacumbas, ahogando el grito amordazado de Maurius y los magos. Cinco brujos recitaban de forma continua este hechizo, mientras sus manos tocaban el pecho desnudo de sus v韈timas. Con cada repetici髇 del encantamiento, un pulso de humo del mismo color de la afinidad del elemento de cada mago se desplazaba hacia Maurius, el cual emit韆 gritos apagados por la mordaza. Su coraz髇 y sus venas ard韆n, su cabeza estaba a punto de explotar, sus ojos y o韉os sangraban. Grandes cantidades de miasma entraban en los cinco magos prisioneros y en Maurius.
Clinton tocaba el pecho ardiente de Maurius con su mano derecha. La cantidad de energ韆 m醙ica en 閘 aumentaba, y en un momento su cuerpo estaba a punto de reventar como un globo, pero poco despu閟 los elementos se equilibraban.
—Malai, malai, yell feve afric, bund und acta.
—Malai, malai, yell feve afric, bund und acta.
Clinton repet韆 mientras su mano izquierda se馻laba al techo. Un pilar de luz blanca y pura se elev� hacia el cielo desde el cuerpo de Maurius; la luz pas� a trav閟 del techo de las catacumbas y de todo lo que se interpon韆 en su camino. Clinton sonre韆 mientras recitaba las palabras.
Fuera de las catacumbas, la columna de luz alcanz� el cielo y por unos segundos su azul desapareci� y fue reemplazado por un color blanco cristalino. Toda Telasa hab韆 empezado a sentir la alteraci髇 de los elementos desde que Clinton inici� su hechizo. Ahora que estaba completo, en todo el mundo se pod韆 sentir el desequilibrio de la energ韆 elemental, e incluso los no magos y los animales pod韆n sentir que algo estaba mal.
—縌u� es esto? —Delf韓 fue el primero de los maestros en reaccionar.
Los maestros de las torres, la familia real, los nobles, los miembros de los reguladores, a los que Gerald hab韆 reclutado para ir a las catacumbas por sugerencia de Astrid, la gente de otros reinos, incluso los animales, todos miraban al cielo. De repente, un ruido de cristal que se rompe reson� en todo el mundo. El cielo blanco se agrietaba y, tal como apareci�, desapareci�, dejando de nuevo un cielo azul.
Abajo, en las catacumbas, Astrid hab韆 seguido el ruido hacia la zona de miasma. La distorsi髇 de la energ韆 elemental le produc韆 cierto malestar, la concentraci髇 del miasma hab韆 bajado tanto que parec韆 una ligera neblina. Algo terrible estaba sucediendo all�, la idea de que sus compa馿ros estaban en peligro, enfrent醤dose a una banda de brujos, le hizo olvidar toda precauci髇. Sin embargo, se qued� petrificada mientras ve韆 a Clinton recitar su hechizo. Aunque no hab韆 duda de lo que ve韆 y escuchaba, su cerebro no lograba asimilarlo. Todo pas� tan r醦ido que no logr� reaccionar a tiempo. La columna de luz desapareci�, dejando detr醩 a un Maurius que a鷑 acumulaba parte de la energ韆 de todos los elementos y una gran cantidad de miasma en su cuerpo, pero cada vez se volv韆 m醩 inestable.
Los cuerpos de los magos usados como sacrificios se secaron y se trasformaron en momias grises. Maurius recuperaba y perd韆 la consciencia con los pulsos de dolor que recorr韆n su cuerpo. En un momento sus venas y su coraz髇 pulsaban y ard韆n como si su sangre fuese lava volc醤ica, pero al siguiente segundo todo su cuerpo se congelaba, el miasma sal韆 de los poros de su piel en una forma tan densa que parec韆 brea. Al siguiente segundo, volv韆 a entrar en su cuerpo, como reabsorbida.
Qu� pasa?�, se preguntaba Clinton tras la desaparici髇 de la columna de luz. D髇de est� mi poder?..., ierda!�.
La magia de fuego de Clinton estaba siendo absorbida por Maurius, los elementos se volv韆n inestables y alimentaban a鷑 m醩 el fuego. Clinton ech� a correr y un instante despu閟 el cuerpo de Maurius explot�. Una masa de fuego llen� el espacio dentro de las catacumbas. El instinto de supervivencia de Astrid se activ�, saltando tras una columna para protegerse de la deflagraci髇. Una parte de las catacumbas se derrumb� aplastando a dos de los brujos, tras ceder el fuego Astrid abandon� su escondite. Los reguladores, liderados por Gerald, hab韆n llegado ya a las catacumbas.
—縌u� ha pasado aqu�? —pregunt� Gerald a Astrid, la cual a鷑 estaba sorda por la explosi髇, pero entendi� la pregunta.
—Clinton us� magia arcana. Sacrific� a Maurius. Es un brujo. —Astrid explic� en resumen, mientras luchaba contra el dolor de cabeza que le caus� el estallido. Un poco de sangre brotaba por sus o韉os, pero no parec韆 tener otras heridas.
Por unos segundos, a Gerald le cost� entender lo que suced韆, pero al ver los restos de c韗culos m醙icos y diagramas en el suelo y las paredes, sentir el desequilibrio de los elementos y los cuerpos momificados de los sacrificios, su experiencia y entrenamiento como regulador entraron en acci髇.
Cuando Clinton y los brujos que sobrevivieron despertaron, estaban atados, desnudos y cubiertos con piedras sanguijuelas. La magia arcana era poderosa, pero sin un c韗culo m醙ico y sin un sacrificio era inexistente. Muchos brujos tatuaban c韗culos m醙icos en su piel para usarse a s� mismos como sacrificio en situaciones desesperadas, pues de todas formas los ejecutar韆n si los atrapaban con vida. Era mejor luchar a muerte que sufrir la tortura de los interrogadores de la corte real. Por eso los prisioneros estaban desnudos y los reguladores hab韆n cortado los tatuajes para evitar que usaran su magia. Clinton tard� unos minutos en darse cuenta de la situaci髇. El dolor de su mano derecha y su cara le hicieron darse cuenta de que hab韆 sufrido quemaduras.
Qu� ha pasado?�, pens�. Por qu� estoy atado?... Mierda�. Su plan hab韆 quedado expuesto y hab韆 sido capturado.
—Gerald, 縫or qu� estoy atado? —pregunt� Clinton, fingiendo ignorancia.
—縀n serio?, 縑as a hacerte el tonto? —Astrid estaba col閞ica.
—No s� de qu� hablas —refut� Clinton. —Maurius us� magia arcana. Intent�...
Una patada interrumpi� su discurso.
—Yo estaba all� cuando hiciste tu hechizo, lo vi todo, mani醫ico. —Astrid contin鷒 pateando a Clinton hasta que Gerald la contuvo.
—Siempre has sido inoportuna y una molestia. —Clinton escup韆 sangre mientras sonre韆 a Astrid. Sab韆 que estaba perdido. No podr韆 librarse de esta f醕ilmente, pero no le preocupaba demasiado. Ten韆 otros planes, adem醩, era refrescante por fin quitarse la m醩cara.
—Gerald, lib閞ame. Te dar� una gran recompensa cuando ascienda como Dios —orden� Clinton con voz altanera.
—De verdad te has vuelto loco —le respondi� Gerald.
—No, no estoy loco, puedo sentir el cambio en mi pecho. —Clinton hab韆 estado sintiendo una sensaci髇 inc髆oda en su pecho. Algo que surg韆. Pensaba que los efectos de su hechizo por fin hac韆n efecto y ten韆 raz髇. Un ataque de tos empez� a afectarle, un humo negro sal韆 de sus pulmones.
—縋ero qu�?...
—Qu� iron韆 —dijo Astrid acerc醤dose a Clinton, a鷑 con l醙rimas en los ojos—. Lo 鷑ico que has conseguido es la enfermedad del miasma y una sentencia de ejecuci髇. —Astrid tir� de la oreja sana de Clinton con fuerza. —Voy a asegurarme de mirarte a los ojos mientras te decapitan.
Astrid hab韆 estado a punto de matar a Clinton m醩 de una vez mientras estaba inconsciente, solo Geralt y los dem醩 reguladores lo hab韆n evitado.
Clinton y sus brujos fueron apresados y llevados fuera de las catacumbas. Una larga investigaci髇 fue llevada a cabo. Tras mucha tortura, los brujos confesaron todo lo que hab韆n hecho.
—Esto ha sido toda una sorpresa —dijo Celent.
Astrid hab韆 sido puesta en custodia en un principio por su asociaci髇 con los implicados, luego se determin� que no ten韆 ninguna relaci髇 con los planes de Clinton. Astrid, Gerald y Delf韓 estaban en el despacho de Celent. Delf韓 los hab韆 recomendado como unidad para los reguladores, as� que la situaci髇 actual era una deshonra para 閘.
—Clinton lo hab韆 planeado todo desde el principio, desde la torre de Liev. All� us� magia arcana por primera vez.
—Entonces, los magos de sombra, 縠sos chicos eran inocentes? —pregunt� Astrid.
Celent ya hab韆 sido informado de los eventos del pasado.
—Eso temo —respondi� Celent mirando de reojo a Delf韓—. Clinton los inculp�, se sali� con la suya y se uni� a los reguladores para aprender m醩 magia arcana. No sabemos cu醤to poder tiene. Probablemente no hubi閞amos podido detenerle si no fuera por tu r醦ida actuaci髇 y la de Geralt. Atraparon a Clinton y sus brujos inconscientes, por lo que no hubo necesidad de luchar.
—Los secuestros fueron obra suya tambi閚. Pag� a mercenarios para secuestrar magos duales de poca monta y con sus aliados dentro de los grupos de brujos, experimentaron con ellos. Hab韆 estado reuniendo adeptos a Van Vatnik entre los brujos durante meses. Tener un esp韆 entre los reguladores era muy buena oferta como para rechazarla. Su plan era distraer a Astrid para poder hacer su hechizo sin molestias. La pelea entre los mercenarios en el bar arruin� sus planes, empez� antes de tiempo. Maurius era la piedra angular de su maleficio. Como pentamago pod韆 unir la energ韆 m醙ica de todos los sacrificios a la vez y estabilizar los elementos opuestos.
—縌u� hizo?, 縬u� era ese hechizo? —pregunt� Delf韓.
—No lo sabemos con certeza, pero sea lo que sea, afect� a todo el mundo. Seg鷑 Clinton, deb韆 haberlo convertido en un dios, deb韆 haberle conectado con toda la energ韆 m醙ica ca髏ica y darle la habilidad de usarla para s� mismo —explic� Celent—. Sin embargo, lo 鷑ico que ha conseguido son quemaduras graves y la enfermedad del miasma.
—緿髇de est�?, 緿髇de est� esa rata traidora? —pregunt� furiosa Astrid, sus manos cubiertas de escarcha.
—Est� muerto —respondi� Celent—. Entre las quemaduras y la tortura lleg� a su l韒ite. Los torturadores de la ciudad real son implacables, puedo asegurarte que su final fue miserable.
Esto alegr� a Astrid durante unos segundos, pero poco tiempo despu閟 volv韆 a sentir esa sensaci髇 de malestar y vac韔 en el pecho. Volv韆 la ira de no poder matarlo con sus propias manos. Perdi� a un supuesto amigo y al que cre韆 que ser韆 su esposo el mismo d韆. La imagen de Maurius estallando en pedazos se repet韆 en sus pesadillas. Astrid volvi� a trabajar como reguladora unas semanas despu閟, no pod韆 quedarse sin hacer nada, se volver韆 loca. Fuera de su padre nadie m醩 la hab韆 querido ni aceptado nunca, sab韆 que los sirvientes la tem韆n, sab韆 que sus hermanos y su madre la detestaban, Clinton y Maurius eran los 鷑icos amigos que hab韆 tenido jam醩 y ahora ambos estaban muertos. Ahog� su malestar en su trabajo, le fue dado un ascenso y se le dio el liderazgo de un equipo de reclutas nuevos. Gerald tambi閚 recibi� un ascenso y ahora lideraba su propio equipo.
Para proteger la integridad y reputaci髇 de Delf韓 y los maestros de la torre de Liev, no se hizo menci髇 de lo ocurrido con Aleum y Xavier. Un mago de sombras muerto y un mago dual in鷗il y pr骹ugo no eran valiosos para la corona. Aunque se lleg� a proponer eliminar los cargos contra Xavier, no val韆 la pena, adem醩, no sab韆n si a鷑 segu韆 vivo, su paradero era desconocido desde su huida de Humol. Si el caso se daba a conocer podr韆 afectar a la reputaci髇 de los maestros, era mejor guardar silencio.
Cuando los Van Felding escucharon lo que le hab韆 pasado a su hijo, se deshicieron en llanto.
—No, tiene que ser un error. Estuvo aqu� hace unas semanas —lloraba Ultria.
Astrid actu� como mensajera y les llev� la noticia directamente. Con l醙rimas en los ojos tuvo que repetir las mismas palabras varias veces hasta que Ultria acept� el mensaje. Cliford se manten韆 de pie en el sal髇 sin reaccionar a nada. Nadial estaba tan confuso como sus padres.
—緾髆o es posible?, Mi hermano era el 鷑ico pentamago conocido, un mago de viento habilidoso y siempre andaba en vuestra compa耥a, Clinton, otros reguladores, t� misma —pregunt� Nadial sacando parcialmente del shock a sus padres.
Astrid se tom� la libertad de divulgar algo de la informaci髇 clasificada. Los padres de Maurius hab韆n sido soldados y a鷑 estaban activos como reservas, sab韆n c髆o funcionaban los cuerpos y fuerzas del reino. Les cont� con detalles lo ocurrido, la traici髇 de Clinton, sus acciones en la torre de Liev y c髆o hab韆 sido capturado y hab韆 muerto tras la tortura. Cuando sinti� que su presencia era innecesaria, decidi� marcharse de la mansi髇. Astrid y Maurius eran amantes, pero estaban en los inicios de la relaci髇, a鷑 no ten韆 mucha intimidad con su familia, y para colmo se sent韆 en parte responsable de su muerte, aunque sab韆 que no era su culpa.
Ultria la detuvo y la abraz� antes de que se marchara. Le agradeci� haberles tra韉o la noticia. El cari駉so gesto hizo a Astrid sentirse a鷑 m醩 culpable. Sin poder decir nada m醩, abandon� la mansi髇 con l醙rimas en los ojos. Detr醩 dejaba a una familia destrozada y a unos padres llorosos y desolados.
La familia Van Ferra recibi� la noticia de forma muy diferente. En lugar de enviarles un mensajero, recibieron un escuadr髇 de reguladores armados hasta los dientes con todo el equipo m醙ico y armas de las que pod韆n disponer.
—縌u� significa esto?, 縞髆o se atreven a mancillar el honor de la casa Van Ferra? —grit� Sven a los reguladores que asaltaban su hogar.
Los reguladores no hicieron caso a sus demandas y capturaron a toda la familia.
—Todos los miembros de la familia Van Ferra est醤 bajo arresto inmediato e investigaci髇 por su v韓culo con el brujo Clinton van Ferra. Los cargos son: pr醕tica de magia arcana en la ciudad real, secuestro y asesinato de varios magos y de otro miembro de la Unidad de Regulaci髇 de Magia. Conspiraci髇, traici髇 a la corona e insurgencia. Le recomiendo que se rinda, l韉er Sven van Ferra —le alert� un mago de fuego de los reguladores, que actuaba como l韉er de la unidad, con sus manos y ojos ardiendo, listo para atacar. Se les prohibi� a Gerald y a Astrid participar en el asalto, dada su implicaci髇 personal en el caso.
Los miembros de la casa Van Ferra y los sirvientes fueron llevados a celdas de detenci髇, interrogados y, en el caso de Sven, su esposa y Emer, se les aplic� tortura leve. No se requiri� mucho para que hablaran sobre cualquier cosa, Sven confes� todos los negocios de dudosa legitimidad en los que su familia estaba involucrada. Unos d韆s despu閟, solo hab韆 dos cosas claras: los Van Ferra no ten韆n nada que ver con los planes de Clinton y se odiaban entre ellos. Era una familia de posibles fratricidas.
Tras la visita de los reguladores, la familia Van Ferra se vio en aprietos. Aunque los reguladores estaban seguros de que no ten韆n nada que ver con los planes de Clinton, necesitaban dar ejemplo. Los bienes de la familia fueron incautados y pasaron a ser una familia noble en decadencia. Solo manten韆 a la familia el hecho de que Sven era un mago y que ten韆 talento para los negocios, pero ahora se hab韆 visto relegado a hacer trabajos de mercenario para subsistir. Aun as� era dif韈il obtener trabajos, nadie quer韆 hacer negocios con ellos. Emer era miserable, igual que los dem醩. No m醩 sirvientes, no m醩 mansi髇 ni ropa fina. La familia hab韆 recurrido a vender los escasos efectos personales que les quedaron para pagar sus gastos, pero ahora vest韆n con los trapos m醩 baratos que hab韆n podido comprar. Alquilaron una casucha de piedra en las afueras de Farpas y para ellos comer era un suplicio, la comida les resultaba muy cara y de mala calidad, ninguno sab韆 cocinar ni hacer los quehaceres del hogar, excepto Sven, quien se quejaba de lo in鷗iles que eran su mujer y sus hijos. Todos maldec韆n el nombre de Clinton y deseaban que sufriera eternamente por lo que les hab韆 hecho.