Home Genre tragedy Reino de Fuego y Sombras I: Un mago inutil (Version Spanish/español)

Capítulo XX Escuadrones de subyugación

  Xavier hab韆 regresado al Reino de Veldat y, para no encontrarse con problemas, decidi� no volver a ning鷑 lugar donde pudiesen conocerlo. Ten韆 seis monedas de plata y sesenta y cinco monedas de cobre. Parte de sus finanzas se hab韆n consumido durante el viaje. Se qued� en Leno, una villa de un pueblo llamado Tener. Al inicio intent� ganarse la vida como cazador sin mucho 閤ito.

  Tener era un pueblo peque駉, pero estaba cerca de la ciudadela de Palm. All� se reun韆n varios grupos de mercenarios que a veces eran contratados por los locales para cazar monstruos, proteger trasportes o para participar en los escuadrones de subyugaci髇.

  Xavier hab韆 intentado unirse a alg鷑 grupo de mercenarios, pero sin un nombre, sin nadie que lo respaldase y sin ning鷑 talento en particular, nadie lo admit韆 en su grupo. Tras ser rechazado muchas veces, entendi� que ser韆 similar en todos lados. Su 鷑ica opci髇 eran los escuadrones de subyugaci髇, que no eran muy frecuentes. Por suerte, hab韆n anunciado una misi髇 de subyugaci髇 unas semanas antes y buscaban personal para la misma. Se acerc� a la oficina de la guardia de la ciudadela.

  —Buenas —salud� Xavier al guardia en el mostrador.

  —縌u� quieres, chico? —pregunt� el guardia de mala gana.

  —Quiero unirme a los escuadrones de subyugaci髇 —respondi� Xavier.

  El guardia le mir� levantando una de sus cejas. El chico era bastante joven y, aunque ten韆 algo de m鷖culo, no se ve韆 como un gran guerrero. En los escuadrones no rechazaban a nadie y el guardia ya se hab韆 cansado de tratar de convencer a otros tontos como 閘 de que morir no era forma de ganarse la vida.

  —緼lg鷑 talento en particular? —pregunt� el guardia por costumbre, aunque realmente no le importaba, a nadie le importaba.

  —Mago.

  —縈ag..., mago? —El guardia lo mir� de arriba a abajo. Aunque alguna vez alg鷑 tonto se hab韆 hecho pasar por un mago, era una acci髇 muy idiota y no era com鷑. —縌u� elemento? —Pregunt� el guardia con un nudo en la garganta.

  —sombras —respondi� Xavier, viendo la cara del guardia relajarse y cambiar a una ligera decepci髇.

  —縏iene su se駉r韆 alguna identificaci髇?

  —No, soy un mago independiente —minti� Xavier.

  Eso era bastante extra駉, pero no imposible, algunos magos de familias nobles con l韓eas m醙icas antiguas, al descubrir que eran magos de sombras, se volv韆n una verg黣nza. Algunos abandonaban la familia y el apellido tras ser se馻lados por sus m醩 agraciados y exitosos hermanos u otros familiares, a veces, incluso sus propios padres. Sal韆n a vagar en busca de aventuras en un intento de ganar fama y fortuna por su cuenta. La mayor韆 volv韆 a casa unos meses despu閟, tras aprender que la vida a la que estaban acostumbrados como nobles era f醕il comparada con la vida dura de un aventurero. Otros mor韆n intentando probar que no eran unos fracasados.

  —緿e d髇de vienes? —pregunt� el guardia.

  —De ning鷑 lado. Soy un hu閞fano. Me cri� en una banda de viajeros-mercaderes del Reino de Orphen. —Xavier segu韆 mintiendo hasta por las orejas.

  —縔 d髇de est醤 esos viajeros?

  —Muertos. Nos embosc� una banda de basuras de la Dinast韆 de Poem hace un a駉 —contest� Xavier fingiendo ira.

  Con esta 鷏tima mentira la cara del guardia cambi�. Los del Reino de Veldat detestaban a la Dinast韆 y Xavier hab韆 aprendido a usar eso en su favor.

  —Chico, 縠st醩 seguro de esto?, los magos de sombras no duran mucho con vida en los escuadrones. Podr韆s unirte a una academia o algo, tratar de buscar una noble de clase baja que quiera casarse con alguien con sangre m醙ica... —Ni el guardia cre韆 lo que dec韆, todos sab韆n del problema de la herencia. Los magos de un elemento sol韆n tener hijos de ese elemento. Nadie quer韆 ser un mago de sombras, excepto los campesinos m醩 miserables, tal vez.

  —S�, gracias por la preocupaci髇, pero s� cuidarme, estar� bien.

  El guardia rellen� la cartilla de inscripci髇 y se la pas� a Xavier. Tras leerla, la sell� con una gota de sangre, segu韆 usando el nombre de Aleum.

  —Ve al segundo piso.

  Xavier subi� al segundo piso y se acerc� a un mostrador tras el cual se encontraba una chica joven, de rasgos finos, probablemente una noble de bajo rango en un puesto administrativo, que le entreg� la inscripci髇.

  —Mago de sombras, venga conmigo —dijo la chica sin mucha emoci髇.

  Xavier la sigui� hacia otro mostrador. La chica sac� un sistema de tuber韆 de cristal con la arena negra que ya conoc韆. Era una versi髇 simple del mismo equipo de la torre de la Guardia. Solo med韆 la afinidad por un elemento, pero no su magnitud. Xavier toc� la tuber韆 en el lugar indicado, hizo fluir su energ韆 m醙ica y la arena empez� a moverse.

  —Muy bien, se confirma que es usted un mago de sombras. Aunque algunos datos de su inscripci髇 son dudosos, se le dar� permiso para unirse a un escuadr髇 de subyugaci髇. Si desea una insignia de mago, debe ir a Koros, la ciudad real, y registrarse all�. Se realizar� una misi髇 de limpieza del monte de Anim en tres d韆s, es libre de participar. Mucha suerte. —La chica complet� el registro, d醤dole a Xavier un trozo de papel sellado que lo identificaba.

  Xavier sab韆 que era un riesgo registrarse como mago siendo un criminal buscado, pero hab韆 aprendido de Vralia que en las ciudadelas y pueblos peque駉s no pon韆n mucha atenci髇 a los mercenarios que participaban en los escuadrones de subyugaci髇. No quer韆n espantar a la carne sacrificable, especialmente los magos de sombras. Despu閟 de todo, muchos mor韆n en el miasma, y aunque eran la mayor韆 de los magos, tampoco eran un recurso ilimitado. Se qued� en la ciudadela como los otros mercenarios, viajeros y aventureros independientes. Muchos de ellos eran criminales de poca monta tratando de ganarse la vida. Dorm韆n en las tabernas: tras la cena, y al cerrar, por una moneda de cobre pod韆s pasar la noche en el suelo del lugar. No era c髆odo, pero la piedra dura y fr韆 bajo un techo era mejor que pasar la noche a la intemperie. A la ma馻na siguiente segu韆n su camino. Xavier se mantuvo durmiendo y comiendo en la taberna hasta que lleg� el d韆 de la misi髇. El cocido que hac韆n de almuerzo no estaba del todo mal. Aunque no ten韆 mucha carne, ten韆 buen sabor.

  —Buenos d韆s a todos. Soy el sargento Luis de Canna, estar� al mando de los mercenarios y caballeros de esta misi髇. El l韉er, Brosma de Tutto, mago de fuego, liderar� el escuadr髇 de magos —dijo Luis se馻lando a un mago con la insignia de fuego. —Partiremos hacia el monte de Anim en breve. Ya sab閕s c髆o funciona. Llegaremos al lugar en una semana, os entregaremos los se馻ladores, los magos de sombras entrar醤 en la zona de miasma, localizar醤 el n鷆leo y luego los magos de otros elementos, caballeros y mercenarios entraremos y eliminaremos el n鷆leo. En marcha.

  Subieron a varias carretas. Los magos de combate subieron a sus carretas juntos. Hab韆 dos magos de fuego, dos de viento y dos magos de tierra.

  Los magos de sombras tambi閚 subieron a una carreta. Hab韆 seis magos de sombras, cuatro de ellos eran j髒enes, probablemente era su primera vez entrando a una zona de miasma. Despu閟 hab韆 dos magos de sombras mayores, en torno a los treinta a駉s. Uno de ellos estaba un poco p醠ido, ocasionalmente tos韆 con fuerza, a veces con su tos escapaba un poco de humo negro. Todos sab韆n el significado, ten韆 la enfermedad del miasma y le quedar韆n un par de a駉s de vida, tal vez.

  El resto del escuadr髇 de subyugaci髇 eran grupos de mercenarios y caballeros; hab韆 unos treinta de ellos. No hubo mucha camarader韆 ni asociaci髇 durante los descansos ni en las noches. Cada grupo hac韆 una fogata. La comida era suministrada por los caballeros del reino; eran las t韕icas raciones militares, pan duro, carne seca, vino. Cada grupo se manten韆 entre los suyos, los caballeros se sentaban junto a los magos del l韉er Brosma. Los mercenarios y los magos de sombras se juntaban, estaban al mismo nivel, sab韆n que eran prescindibles. El veterano entre los magos de sombras segu韆 tosiendo.

  —縃ace cu醤to que est醩 enfermo? —pregunt� uno de los mercenarios.

  —Unos a駉s —contest� el mago—. Si tengo suerte, durar� unos dos a駉s m醩.

  —緾u醤tas veces tuviste que entrar en el miasma para enfermar? —pregunt� Xavier.

  —Una sola —contest� el mago, mientras todos le miraban con duda—. Entramos a unas catacumbas, me perd�, estuve una semana all� abajo, creo. No s� ni c髆o sal� vivo. Desde entonces he entrado dos veces m醩 y cada vez es peor. —Las 鷏timas palabras las dijo de forma forzada, para luego empezar a toser—. Lo m醩 probable es que esta sea mi 鷏tima aventura.

  La sonrisa en su cara desconcert� un poco a los j髒enes, no a los mercenarios veteranos, que sab韆n de qu� se trataba. Al igual que el mago, muchos de ellos hab韆n hecho las paces con la muerte mucho tiempo atr醩: la vida de soldado o mercenario no vale mucho.

  Xavier decidi� tratar de llamar la atenci髇, necesitaba contactos en los grupos de mercenarios. Extendi� su mano y us� la mayor韆 de su energ韆 m醙ica para aumentar el tama駉 y fuerza de la llama, sorprendiendo a todos.

  —縈agia de fuego? —pregunt� el mago enfermo.

  —S�, mago dual con trazas de fuego. Por desgracia solo me sirve para peque馻s cosas, si necesitas secar madera o iniciar un peque駉 fuego, puedes llamarme, soy un pedernal ambulante —dijo Xavier con cara de derrota.

  —Eso puede ser 鷗il. 緾髆o te llamas, chico? —pregunt� un mercenario. Era un hombre blanco, calvo, de mediana estatura y con la nariz torcida.

  —Aleum.

  —Mucho gusto, Aleum. Soy Melna, soy el l韉er del grupo mercenario Marea. Tal vez despu閟 de esta misi髇 podr韆mos hablar un poco y discutir el futuro —ofreci� Melna.

  —Ser� un placer —acept� Xavier, ocultando la satisfacci髇 de que su plan de llamar la atenci髇 funcionara.

  —縈area? —pregunt� uno de los magos j髒enes.

  —Siempre volvemos, como la marea. Sobrevivimos a todo y volvemos a intentarlo —contest� Melna alzando su copa.

  El resto de la cena y la noche continu� en silencio y al d韆 siguiente continuaron la marcha. Para la tarde del sexto d韆 de viaje, el grupo lleg� por fin al monte de Anim. Algunos 醨boles y fragmentos de una antigua muralla estaban a la vista y a unos metros de la muralla empezaba la nube de miasma, dentro de la cual vagaban monstruos y no muertos.

  El monte de Anim hab韆 sido una ciudad, siglos atr醩, en la que sucedi� una masacre. Tras eso, fue el lugar de varias batallas y conflictos. Era un lugar poco visitado, por lo que, ocasionalmente, si no hab韆 miasma, se reun韆n criminales y bandidos para hacer negocios que con cierta frecuencia acababan en conflicto. Sangre, violencia y muerte formaban parte de la misma tierra del lugar. Pasaron la noche en las cercan韆s del monte, ya que acercarse demasiado era peligroso. El miasma se hac韆 m醩 intenso y cubr韆 m醩 territorio durante la noche. Al amanecer, el sargento entreg� los se馻ladores. Cada mago de sombras recibi� un peque駉 cristal rojo hexagonal, dentro del cual hab韆 una gema con un brillo discreto. Los magos de sombras se adentraron en la nube negra que cubr韆 la colina donde siglos atr醩 se levantaba la ciudad.

  Tan pronto entr� en el miasma y estaba alejado del resto de magos, Xavier abri� el peque駉 amuleto de su collar. Hab韆 pasado el tiempo desde que despert� usando su magia de fuego para aumentar el calor de la fogata con la que prepararon el t� de jengibre del desayuno y para cuando entr� al miasma su energ韆 m醙ica estaba casi en cero. La piedra sanguijuela no tendr韆 problemas en mantenerlo indetectable para los monstruos que pudiesen aparecer en la zona. Su experiencia en la selva de Morr le ayudaba. Hab韆n pasado solo unos minutos desde que entraron y un grito reson� por todo el monte de Anim y luego rein� el silencio.

  獵on ese grito seguro que alguien ha muerto�, se dijo.

  Un ruido a pocos metros le petrific� en el lugar. Un esqueleto pas� a su lado, ignor醤dolo por completo. Cuando se acerc� a la zona donde el miasma empezaba a hacerse menos denso, gir� a la izquierda y desapareci� en la distancia. Xavier respir� aliviado, luego continu� avanzando por el monte con cuidado. Pasaron varias horas. Solo se hab韆 topado con un par de esqueletos hasta el momento, lo cual no era buena se馻l, significaba que no estaba cerca del n鷆leo.

  Una nueva serie de alaridos inund� el ambiente. Alguien gritaba como loco y cada vez se acercaba m醩.

  玀ierda, mierda, mierda�, pens� Xavier.

  Los gritos se escuchaban ya a unos pocos metros. 玊engo que esconderme�, pens�. No hab韆 muchas opciones. Sin m醩 remedio se tir� al suelo detr醩 de un trozo de pared de alg鷑 edificio antiguo. Los gritos parec韆n correr directamente hacia 閘; ahora se pod韆n escuchar, adem醩, m鷏tiples 玞lacs�. Alguien pas� corriendo frente al lugar donde se encontraba acostado y enseguida un grupo de esqueletos pas� en la misma direcci髇. Xavier estaba lo suficientemente cerca para entender lo que pasaba: alguno de los magos de sombras deb韆 haberse topado con algunos esqueletos y ech� a correr. En el trayecto se encontr� con algunos m醩, porque ahora ten韆 por lo menos veinte de ellos corriendo detr醩 de 閘. Unauthorized reproduction: this story has been taken without approval. Report sightings.

  Xavier se mantuvo tirado en el suelo, sudando fr韔 y con el coraz髇 en la garganta. Los gritos pararon dos o tres minutos despu閟, aunque le pareci� una eternidad. Vale la pena?�, se preguntaba. El sueldo era bueno, cinco monedas de plata para los magos de sombras que entraban al miasma. Otras cinco al que encontrara el n鷆leo y un plus a los sobrevivientes, dependiendo de la dificultad de la misi髇, aunque lo importante era hacer relaciones con los grupos de mercenarios. 玁o es como si tuviera m醩 opciones, vamos, ten agallas, esto no es peor que la selva de Morr�, pens� para darse 醤imo mientras se levantaba del suelo.

  玀ierda, yo y mi bocota�, se lament� en silencio.

  Justo frente a Xavier, uno de los j髒enes magos ca韉os hab韆 vuelto como un zombi. Esto era un problema. Los zombis no eran muy r醦idos, pero s� muy persistentes, muy fuertes y, una vez estaban cerca de ti y captaban tu olor, te segu韆n hasta el fin del mundo. Para colmo, los esqueletos ten韆n tendencia a seguirlos.

  Xavier sali� corriendo, ten韆 que alejarse de ese zombi cuanto antes. Sin saberlo, estaba haciendo lo mismo que hab韆 hecho el mago de sombras que pas� corriendo frente a 閘. Se hab韆 encontrado con el zombi seguido por una horda de esqueletos y ech� a correr. Al ver que los esqueletos no paraban de perseguirlo y que eran tan r醦idos como 閘, empez� a gritar para intentar atraer ayuda.

  Xavier ten韆 que alejarse del zombi antes de que se le uniera un ej閞cito de seguidores. Empez� a cambiar de direcci髇 y, antes de saberlo, se hab韆 perdido. No ten韆 ni idea de c髆o salir del miasma. Un nuevo grito volvi� a resonar en el monte, justo en la direcci髇 hacia la que Xavier se dirig韆 en ese momento. Se acerc� con cautela, se agach� mientras avanzaba lentamente, ocult醤dose tras cualquier trozo de muro que encontraba. Unos metros delante de 閘, un par de g髄ems estaban aplastando el cad醰er de otro mago de sombras. Pero eso no era lo importante, lo importante era esa zona donde el miasma se hac韆 m醩 denso y desde donde parec韆 expandirse.

  獷l camino al n鷆leo�, pens�.

  No pod韆 verlo, pero la densidad del miasma y la forma en que se expand韆 indicaban que se encontraba no muy lejos en esa direcci髇. Se acerc� lo m醩 que pudo sin alertar a los g髄ems. Como detectar los n鷆leos de miasma era una explicaci髇 com鷑 en las academias y en las oficinas de registro de los voluntarios. No hab韆 duda, el n鷆leo estaba cerca, solo a unos metros. Lanz� su se馻lador a la zona desde donde se extend韆 el miasma y se dio la vuelta, corriendo en direcci髇 contraria. Ahora que hab韆 marcado d髇de estaba el n鷆leo, ten韆 que salir de all� lo antes posible. Los g髄ems eran lentos. Cuando se percataron de su presencia, Xavier ya se estaba alejando, aunque eso no les impidi� lanzar rocas. Un pe馻sco m醩 grande que su cabeza pas� a pocos cent韒etros de su brazo derecho.

  獵erca�, pens� mientras corr韆 tan r醦ido como pod韆.

  El denso miasma dificultaba la vista, por poco choc� contra el zombi que le segu韆. El zombi extendi� sus brazos, Xavier se agach� un poco y logr� pasar por debajo, sintiendo c髆o rozaba su pelo. Continu� corriendo para detenerse unos segundos m醩 tarde.

  —Mierda —exclam�.

  Un ej閞cito de esqueletos ven韆 directamente hacia 閘. No ten韆 ni idea de d髇de hab韆n salido. Xavier cambi� su direcci髇 y reinici� la carrera. Los esqueletos estaban muy cerca de 閘, captaron su presencia y empezaron a perseguirle.

  獿os esqueletos son f醕iles de burlar con la roca sanguijuela, pero ese zombi me va a alcanzar si me detengo�, calcul�.

  Una roca golpe� su costado derecho y cay� al suelo. 獹髄ems�, pens� mientras miraba hacia la direcci髇 desde la que hab韆n lanzado la piedra. No hab韆 g髄ems, pero en lugar de eso vio al viejo mago de sombras, que empezaba a correr. Los esqueletos se acercaban a Xavier. El dolor de sus costillas no le dejaba respirar y el ejercicio de su huida demandaba aire. Era una tortura, el agobio le hizo recordar su cautiverio y tortura en la torre de Liev. Ir髇icamente, eso ayud�, comparado con eso, esto era f醕il. La roca sanguijuela manten韆 su energ韆 m醙ica casi en cero, s髄o ten韆 que conseguir no moverse. Poco a poco logr� calmarse y hacer peque馻s respiraciones superficiales. Quer韆 respirar con m醩 profundidad, pero entre el dolor y los esqueletos, intentarlo era suicidio. Poco a poco el malestar fue pasando y recuperaba la calma. Su respiraci髇 se hac韆 regular, pero a鷑 era superficial.

  A poco metros el viejo mago de sombra observaba, hasta que un ataque de tos lo delat�. Al no escuchar los gritos de Xavier, pens� que habr韆 logrado huir de los esqueletos, pero a su regreso se los encontr� a todos all�. La carrera de antes hab韆 acelerado su respiraci髇 y esta vez no pudo contener la tos. Al moverse, algunos de los esqueletos captaron su se馻l y fueron tras 閘. Los dem醩 les siguieron y pronto hab韆 una legi髇 de esqueletos avanzando tras 閘.

  玊e lo tienes merecido�, pens� Xavier manteni閚dose inm髒il en el suelo.

  Ahora, con los esqueletos alej醤dose, pod韆 respirar con m醩 libertad. Sin embargo, su respiraci髇 a鷑 no pod韆 ser muy profunda, le produc韆 dolor. Pensaba en c髆o afectar韆 a su movilidad no poder respirar bien, cuando record� algo:

  玡l zombi�.

  Pocos segundos despu閟, el cad醰er aparec韆 entre la penumbra del miasma en su direcci髇. Xavier se incorpor� y empez� a caminar tan r醦ido como pod韆. Tan pronto su respiraci髇 se agitaba, el dolor de sus costillas se incrementaba.

  Un grito volvi� a interrumpir el silencio del monte de Anim. Xavier no pod韆 detenerse, ten韆 que salir del miasma antes de que los esqueletos volvieran o el zombi se juntara con otro grupo de esqueletos. Si eso pasaba no podr韆 escapar. Por desgracia, no sab韆 exactamente d髇de estaba, se hab韆 perdido hac韆 bastante rato.

  —Creo que quedan pocos magos de sombras vivos. 縀se fue el tercer o el cuarto grito? —Xavier escuch� la voz de alguien y se dirigi� hacia ella.

  —Es el cuarto ya, solo quedan dos. No creo que...

  La aparici髇 de Xavier interrumpi� la conversaci髇. Jadeaba y se sujetaba el costado derecho. Los mercenarios y caballeros se acercaron a 閘.

  —縌u� ha pasado? —pregunt� el sargento.

  —El se馻lador est� colocado —contest� Xavier tras recuperar algo de aliento.

  —Muy bien, descansa ahora. Nosotros nos encargaremos del resto —asegur� el sargento a Xavier.

  Brosma ten韆 en la mano un cristal similar al se馻lador, pero m醩 grande, casi del tama駉 de su palma. Ten韆 varias grietas y la roca del interior era alargada como una aguja. Introdujo otra gema en una de las grietas del cristal y la gema alargada empez� a moverse, apuntando en direcci髇 al se馻lador que hab韆 dejado Xavier. Los magos y los caballeros le siguieron dentro del miasma. Minutos despu閟 se escucharon varias explosiones y leves temblores de tierra. Quince minutos despu閟 el miasma se debilitaba y las tropas del escuadr髇 de subyugaci髇 volv韆n. Les acompa馻ba el 鷏timo mago de sombras que quedaba vivo. Se hab韆 acercado al lugar de las explosiones y sali� junto a ellos.

  —Buen trabajo, mago Aleum —dijo Brosma sin prestarle m醩 atenci髇.

  Uno de los miembros del escuadr髇 con conocimiento m閐ico le hab韆 examinado. Por suerte no ten韆 costillas rotas, pero el dolor le durar韆 unos d韆s. Le ofreci� unas hierbas con un efecto analg閟ico, pero Xavier las rechaz�. La reciente traici髇 del mago de sombras le hizo querer mantenerse en estado de alerta. Ya hab韆 ca韉o la noche cuando la misi髇 se di� por terminada. El miasma se hab韆 disipado y solo quedaban a la vista los restos de la ciudad que una vez ocupaba la colina conocida como el monte de Anim. Recuperaron y quemaron los cad醰eres de los magos ca韉os. Los esqueletos y g髄ems se desintegraron sin el miasma.

  Xavier tuvo problemas para dormir por el dolor de sus costillas y por la duda de si alguien m醩 intentar韆 matarlo. Se mantuvo alerta durante todo el viaje de regreso. Hab韆 desarrollado un grado razonable de paranoia, alguien del escuadr髇 podr韆 estar aliado con los magos o los caballeros, podr韆n matarlo y quedarse con la recompensa por encontrar el n鷆leo. Hab韆 sido una misi髇 con bastantes bajas. Solo sobrevivieron dos magos de sombras y algunos mercenarios murieron al entrar a destruir el n鷆leo. Los monstruos y no muertos no sent韆n cansancio o dolor, no ten韆n miedo o dudas, atacaban sin pensar y algunos mercenarios novatos actuaron de forma imprudente y encontraron su final. Hab韆 bastantes g髄ems y esqueletos dentro de la zona de miasma, Xavier tuvo suerte de no ser acorralado.

  —Buen trabajo, chico. Si vas a estar por la zona y quieres unirte a un grupo de mercenarios, ac閞cate a La Taberna del Ciego y pregunta por m�, te dir醤 d髇de encontrarme —dijo Melna tras recibir la recompensa de la misi髇 despu閟 del regreso a Palm. Se hab韆n relacionado un poco en el retorno.

  Xavier recibi� bastante dinero. Cinco monedas de plata por participar en la misi髇, otras cinco monedas por encontrar el n鷆leo y otras cuatro monedas por la peligrosidad de la misi髇. Volvi� a Tener y de all� viaj� a Leno, la villa donde hab韆 alquilado una peque馻 casa de madera, lodo y paja por quince monedas de cobre al mes. Era caro para una vivienda tan pobre, pero no le dar韆n mejor oferta a un desconocido. Xavier coloc� algunas cosas que hab韆 comprado en la casa y se acost� en la cama. No tard� mucho en dormirse. La puerta y la 鷑ica ventana estaban cerradas, ten韆 colocado un sistema de cuerdas atadas a una cacerola de hierro para que, en caso de que se abrieran, la cacerola caer韆, haciendo de alarma. Xavier logr� dormir en paz por primera vez en semanas.

  Tard� unas semanas en recuperarse. Los rumores se hab韆n extendido entre los m醩 pobres de la villa. Se sab韆 que Xavier era un mago dual, algunas mujeres cre韆n que un mago de fuego d閎il a鷑 ten韆 alguna posibilidad de tener un hijo que fuese mago de fuego. El rumor de que hab韆 ganado algo de dinero en la misi髇 le hac韆 a鷑 m醩 apetecible. Varias mujeres de la villa intentaron acercarse a 閘 y coquetear, pero esto solo consigui� irritarle y, tras unas experiencias poco agradables, las mujeres abandonaron sus planes. Pronto, el rumor de sus preferencias sexuales se expandi�. Volvi� a Palm tras recuperarse. La Taberna del Ciego no fue dif韈il de encontrar.

  —Estoy buscando a Melna, del gremio de mercenarios Marea. Me dijo que preguntara por aqu� si quer韆 contactar con 閘 —coment� Xavier al dependiente del bar, tomando un trago de la cerveza que hab韆 pedido.

  —縌ui閚 le busca? —pregunt� el dependiente de la barra.

  —Aleum, mago de sombras.

  —Muy bien. —El dependiente llam� a un chico de unos ocho a駉s m醩 o menos—. Ve a buscar a Melna y dile que le busca un mago de sombras. —El chico sali� corriendo de la taberna, y media hora despu閟 Melna entraba por la puerta.

  —Aleum, es un gusto volver a verte —salud� Melna d醤dole la mano.

  —緼鷑 sigue abierta la oferta de unirme a tu grupo de mercenarios?

  —Por supuesto, ser� un placer tenerte con nosotros. De hecho, es un buen momento. Iniciaremos una misi髇 de larga duraci髇 en unos d韆s y nos vendr韆 bien otro miembro. 縌uieres unirte?

  —Sin duda, 縞u醠 es el trabajo?

  —Escoltaremos a una gran caravana de comerciantes al Reino de Orphen. Ven a nuestro cuartel y te presentar� al resto del equipo.

  En el camino, Xavier se enter� de que en los 鷏timos meses una gran hambruna hab韆 afectado a la Dinast韆 de Poem. Una plaga de langostas afect� a las cosechas. Xavier no lo sab韆, pero eso, junto al incendio que caus� dos a駉s atr醩, hab韆 convertido Humol en una zona de cat醩trofe. El hambre y la miseria hab韆n alcanzado un nivel intolerable. Los mercaderes hab韆n hecho buen negocio. La Dinast韆 y el Reino de Veldat se odiaban, no comerciar韆n entre ellos. Sin embargo, Veldat vend韆 al Reino de Orphen y sus comerciantes vend韆n a la Dinast韆 a un precio exagerado. Grandes caravanas de comerciantes sal韆n desde Veldat cada semana y eso era buen negocio para los mercenarios.

  —Esta es nuestra peque馻 guarida —anunci� Melna se馻lando a una casa de piedra.

  El lugar no era nada del otro mundo, una casa de tama駉 medio, con un letrero de madera colgado en la entrada que delataba la funci髇 del edificio.

  獹remio Mercenario Marea�.

  A la entrada, una chica joven estaba sentada tras un mostrador donde hab韆 algunos papeles, formularios para solicitar servicios, etc.

  —Esta es Julia, nuestra secretaria. Se encarga de manejar las peticiones de trabajo para el gremio. Julia, este es Aleum, un posible miembro —introdujo Melna.

  —Hola —salud� la chica.

  —Hola —contest� Xavier.

  —Vamos arriba —dijo Melna, se馻lando la escalera al final de la estancia.

  Subieron al segundo piso. All� hab韆 varias habitaciones peque馻s y en medio una zona com鷑. Melna toc� en cada una de las puertas, tras lo cual todos los miembros del grupo salieron de sus habitaciones. Las miradas se centraron en Xavier.

  —Este es Aleum, mercenario independiente, mago dual de sombras y fuego.

  Los ojos de todos se iluminaron ante la presentaci髇.

  —Son solo trazas de magia de fuego, no 鷗iles en combate, no se hagan ilusiones —anunci� Melna enfriando la excitaci髇. —Aleum tiene intenci髇 de unirse a nuestro gremio. Sabe de todo un poco y es bueno sobreviviendo.

  Todos evaluaban a Xavier con la mirada. No hab韆 nada especial en 閘, su cuerpo era fuerte, pero nada exagerado. Melna continu� con las presentaciones.

  —Esta es Lina, nuestra especialista en interrogatorios.

  Xavier sab韆 que esta era la forma amable de decir torturadora, era el equivalente de Emil en este grupo. Se trataba de una mujer blanca de m醩 de treinta a駉s, con un cuerpo robusto y fuerte, pelo negro y corto. Su rostro no era muy agraciado y ten韆 una cicatriz en la mejilla derecha.

  —Dorom, nuestro caballero residente. —Era un hombre negro de unos cuarenta a駉s, alto y corpulento, incluso m醩 grande que Gando y se ve韆 m醩 fuerte que 閘. Su cara era tosca y seria.

  —Juan, nuestro m閐ico y especialista en venenos. —

  Juan era un hombre bajo de estatura y delgado, calvo, con una nariz gruesa y un bigote denso.

  —Detr醩 de ti se encuentra Lelin. Se encarga de espionaje, vigilancia y adquisici髇 de ciertos objetivos. —

  Era la forma amable de decir ladr髇 y asesino discreto. Lelin era de mediana estatura, delgado, con una barba de un par de d韆s y cabello corto. Se mov韆 con gracia y en silencio.

  Aunque los gremios de mercenarios prefer韆n no hacer trabajos ilegales o de dudosa moralidad, a veces no hab韆 m醩 opciones. Algunos miembros de los gremios hac韆n trabajos por su cuenta, pero si eran capturados realizando alguna actividad ilegal, el gremio se desentender韆 de ellos y 玡ntregar韆� cualquier informaci髇 que tuvieran sobre el criminal a la guardia del lugar o a los caballeros. Despu閟 de todo, los gremios oficiales eran una instituci髇 establecida dentro de la sociedad y ten韆n que mantener cierto prestigio.

  —Este es nuestro peque駉 grupo. Si quieres unirte, podr韆mos usar otro hombre en las misiones de escolta de las pr髕imas semanas, pero antes te pondremos a prueba —advirti� Melna.

  —Me parece bien. 縌u� tengo que hacer? —pregunt� Xavier.

  —Lelin y Dorom te probar醤.

  El grupo sali� del edificio. Se dirigieron a un claro que en la ciudadela hacia de arena para entretener a la gente de vez en cuando o, como ahora, hacer pruebas de admisi髇 o cualquier otro evento f韘ico. No hab韆 nadie all� en ese momento, salvo algunos ni駉s que jugaban en los alrededores y se acercaron, vigilantes y curiosos, al ver al grupo.

  Dorom entr� a la arena primero. Xavier se encontraba frente a 閘. No esper� la se馻l de inicio de Melna y se lanz� al ataque. Dorom ten韆 su espada en la mano y se preparaba para contraatacar cuando empez� a sentir el calor. Desde que entraron en la arena, Xavier hab韆 estado utilizando su escasa magia de fuego para calentar desde la distancia un peque駉 punto en la ropa de su oponente. No era m醩 grande que una quemadura de tabaco, pero era suficiente para llamar la atenci髇 de su oponente. Dorom no sab韆 cu醤ta magia de fuego Xavier pod韆 usar y opt� por ser precavido. La distracci髇 le dio la ventaja a Xavier, que detuvo su daga unos cent韒etros antes del cuello de Dorom.

  —Tu ganas, chico, es un buen truco. —Dorom le cedi� la victoria.

  —Vaya, no est� mal —dijo Juan.

  —Ahora veremos qu� piensa hacer contra Lelin, eso no le servir� dos veces —expuso Melna.

  Y ten韆 raz髇. La pelea con Lelin fue r醦ida, Xavier no ten韆 magia que usar, su energ韆 m醙ica se hab韆 gastado ya, no pod韆 hacer m醩 que eso desde la distancia con su escasa afinidad m醙ica al fuego. Su oponente, en cambio, era m醩 r醦ido y habilidoso. Aunque Xavier hab韆 recibido instrucci髇 en la banda de Vralia, nunca le hab韆n puesto mucha seriedad a su entrenamiento ni al de Pip. Despu閟 de todo, no eran m醩 que peones sacrificables. Su inesperada victoria sobre Dorom perdi� su lustre ante su impotencia contra Lelin.

  —縌u� dices, Lelin? —pregunt� Melna.

  —Tiene algo de potencial, nunca ser� un talento excepcional, pero tiene buenos ojos e inventiva, sabe buscar y aprovechar oportunidades. Es un sobreviviente, podr韆 sernos 鷗il. No s� hasta qu� grado podr韆 mejorar el uso de su magia de fuego. Pero, al parecer, tras usarla contra Dorom, no pudo hacer mucho m醩. Crear un incendio a distancia es una buena forma de distraer al enemigo sin revelar tu posici髇, es mejor que lanzar una flecha en llamas, tiene su utilidad.

  —Est� decidido entonces. Aleum, bienvenido al gremio mercenario Marea —decidi� Melna al final.

  Xavier abandon� la villa de Tener en la que viv韆 y se mud� a la base del gremio en Palm. Hizo varias misiones con los mercenarios y en algunos meses se hab韆 ganado la confianza que eran capaces de proporcionar gente que viv韆 en un mundo de traiciones y oportunismo. Despu閟 de todo, aunque eran un poco m醩 decentes, la l韓ea entre mercenarios y criminales era muy fina.

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