Capítulo XXIV Reclutado
Hac韆 varias semanas que la guerra entre el Reino de Veldat y la Dinast韆 de Poem hab韆 parado. Llegaron a un acuerdo de paz temporal. El descubrimiento de la guerra en el mundo de los dragones forz� una uni髇 entre los reinos. A鷑 estaban en guerra, pero el enemigo era otro. Dragones y hombres se aliaron en una lucha por la supervivencia. Todos los reinos sab韆n lo terrible que pod韆 ser un n鷆leo de miasma que no se controlaba, la devastaci髇 y muerte que causaba, por eso en todos los reinos exist韆n los escuadrones de subyugaci髇. Ahora exist韆 todo un mundo de miasma que marchaba imparable, devorando el mundo de los dragones y de camino al mundo humano.
—Est醤 reclutando a todo el mundo, especialmente magos. Incluso los in鷗iles de los magos de sombras est醤 recibiendo buenas recompensas —dijo uno de los clientes habituales del bar.
—S�, buenas recompensas, mis huevos. Casi todos los magos de sombras que entran al miasma mueren, dicen que hay todo tipo de monstruos, no solo esqueletos y mugrirers. Hay gigantes, c韈lopes, 醨boles que se mueven, dragones reanimados, fantasmas, cosas con tent醕ulos. Es una masacre lo que pasa all� dentro —espet� otro en contradicci髇.
—ah!, hemos tenido escuadrones de subyugaci髇 toda la vida haciendo esos trabajos. Siempre muere alg鷑 mago de sombras, qu� vas a saber t�, no eres m醩 que un borracho ignorante.
Mientras los dos hombres segu韆n discutiendo, Xavier escuchaba los rumores y tomaba su vino de frutas. Era una mezcla que no sab韆 identificar, no era de la mejor calidad, pero era barato y no se pod韆 pedir m醩 en un pueblo miserable como en el que se quedaba.
Se manten韆 viajando de una villa a otra y de un pueblo a otro por todo el Reino de Orphen, hac韆 trabajos sueltos para grupos de mercenarios, nunca hac韆 nada muy grande ni muy al margen de lo legal. A鷑 conservaba la fortuna que hab韆 robado de Melna y su grupo de mercenarios meses atr醩, la ten韆 enterrada en tres puntos de los bosques. Ganaba lo suficiente para cubrir sus gastos y guardaba lo dem醩 para d韆s lluviosos. La aparici髇 del mundo de dragones hab韆 puesto todo patas arriba y al sumarse la guerra contra el Mundo del Caos las cosas solo empeoraron.
El gusano de Malman que cargaba en el amuleto que rob� de Emil empez� a vibrar.
玈er� mejor que me largue pronto de aqu��, pens� Xavier levant醤dose sin terminar su vino. No eran frecuentes los carruajes de t鷐ulos en un lugar tan pobre, tal vez era un noble pasando cerca del bar o tal vez una patrulla reclutando, en todo caso lo mejor era irse del lugar lo antes posible.
Por decreto real en todos los reinos, los magos de cualquier clase y capacidad estaban obligados a unirse al ej閞cito. Todos marchaban a la guerra contra el mundo del Caos. Las primeras semanas hubo muchos voluntarios atra韉os por las jugosas recompensas, pero tras saberse el n鷐ero de bajas en combate la situaci髇 cambi�: ninguna recompensa sirve si est醩 muerto. Tras esto, los reinos empezaron a reclutar por la fuerza, especialmente a los magos de sombras. Vaciaron las c醨celes e incluso criminales no magos fueron enviados al frente. Los soldados capturaban a los nuevos reclutas, los enviaban por hordas al campo de batalla y all� ca韆n como moscas. A Xavier no le importaba la guerra, si el mundo era destruido no era su problema, viv韆 el d韆 a d韆, no hab韆 planes de futuro, era un criminal, un asesino, un ladr髇, un fugitivo y nadie dar韆 ni un guijarro por 閘, no ten韆 por qu� sacrificarse por otros.
Ad髇de ir� ahora?�, se pregunt� Xavier abriendo la puerta del bar.
Unas cuantas lanzas interrumpieron sus pensamientos. A la salida del bar, cinco soldados le esperaban. Alguien lo hab韆 vendido, muchos sab韆n que el Manitas hac韆 todo tipo de trabajos y que era un mago dual de poca monta. Xavier pod韆 matar a un caballero o a un guardia regular sin problemas si lo atrapaba por sorpresa, sus a駉s de experiencia como criminal hab韆n servido de mucho, pero dos ya eran muchos, cinco, imposible.
—Me rindo, no les dar� problemas —se someti� Xavier levantando las manos.
玀aldita sea mi suerte. Tengo que pensar en c髆o voy a salir de esto�, pensaba mientras le llevaban al carruaje de t鷐ulos.
Los t鷐ulos eran raros, pero el reino no estaba reparando en gastos para transportar m醩 carne al frente, obligaron a los nobles a ceder sus carruajes. Xavier estaba atrapado, un par de guardias, bajo la supervisi髇 de un caballero, le quitaron sus armas, le dejaron solo su dinero, ropa y amuletos. Los amuletos de bronce que cargaba no val韆n mucho a simple vista. Los simples guardias no ten韆n forma de saber que uno era una roca sanguijuela y el otro un gusano de Malman. Ambos val韆n una peque馻 fortuna. Xavier subi� al carruaje celda junto con otros reclutados. Hab韆 de todo; campesinos, magos de sombras, mercenarios, criminales y toda clase de gente. Los guardias cerraron las cortinas que cubr韆n la celda y empez� el viaje. Nadie habl�, no hab韆 nada que decir, los llevar韆n al frente a pelear o morir y eso era todo. El viaje hab韆 sido largo, inc髆odo y aburrido. No hab韆n comido nada en el trayecto; apenas hab韆 agua y un cubo para las necesidades en la celda.
—Abajo —orden� uno de los guardias.
Tras casi dos d韆s de viaje, hab韆n llegado a lo que se considerar韆 un cuartel de avanzada, tiendas de campa馻 constitu韆n la estructura del campamento.
—Recoged vuestras armas —ordenaron los caballeros.
No importaba si los reclutados estaban armados. Hab韆 demasiados soldados, guardias y caballeros en el campamento. Intentar huir o armar un esc醤dalo era est鷓ido, muchos lo hab韆n pensado, pero ver c髆o los caballeros apaleaban al primer tonto que cedi� a su deseo de huir sirvi� de ejemplo.
—Siempre hay uno de estos —se quej� uno de los guardias mientras arrastraba al recluta rebelde, que ahora estaba inconsciente.
—縉ombre? —le pregunt� uno de los guardias que manejaba los registros.
—Xavier. —Prefiri� usar su nombre real, no quer韆 mancillar el nombre con el que le conoc韆n en Orphen. Xavier era un criminal buscado, Aleum era un mercenario con una aceptable reputaci髇.
—縍eino de origen?
—Dinast韆 de Poem.
—縀res buscado en alg鷑 reino? —El guardia se qued� mirando a Xavier fijamente—. Puedes negar todo lo que quieras, pero tenemos registro de todos los reinos. Si hay una orden de b鷖queda lo sabremos tarde o temprano.
—縌u� importa si tengo alg鷑 antecedente?, me mandar閕s a morir al frente igual —replic� Xavier, ya con poca paciencia.
—Bien, chico listo, tendremos que hacerlo a tu forma —contest� el guardia sacando un cristal rojo.
Los reinos hab韆n compartido su registro de criminales, nobles y dem醩 miembros de la sociedad con alg鷑 par醡etro relevante. Casi todos los magos optaban por obtener su t韙ulo de noble por la ventaja de pagar menos impuestos. Era muy raro un mago que mantuviera su despertar en secreto. Xavier sab韆 qu� hacer. O lo hac韆 閘 por su cuenta o los guardias lo obligar韆n. Una gota de sangre en el cristal lo hizo brillar.
—Xavier de Vonder, mago dual, sombras y trazas de fuego, exiliado de la Dinast韆 de Poem. Buscado por traici髇 e insurgencia —inform� el guardia mirando a Xavier y cambiando su ficha.
Los criminales y magos con antecedentes eran asignados a las unidades y escuadrones con misiones de m醩 riesgo y con incursiones directas en lo m醩 profundo de las l韓eas enemigas, aunque actualmente ese terreno no era m醩 que terreno del mundo drag髇 conquistado por el Caos. Los dragones hab韆n perdido mucho territorio el primer mes de la guerra.
Por suerte, con la ayuda de la magia humana, el avance del enemigo se debilitaba. Los magos hab韆n logrado usar su magia no solo para atacar al Caos, sino tambi閚 para aumentar la fuerza de los ataques de los dragones, especialmente los magos de viento. Escuadrones de magos de las cortes reales de ambos reinos, maestros de academias menores y magos de todos los calibres peleaban junto a los dragones usando toda clase de artilugios y hechizos, desde armaduras y uniformes encantados a amuletos que potenciaban el ataque de ciertos elementos. Los reinos no escatimaron en gastos, caballeros con armaduras encantadas formaban parte de las unidades de asalto. Todo estaba sobre la mesa, excepto los magos titulados. Cuando el avance del enemigo era r醦ido y no hab韆 otra forma de contenerlo, en secreto se usaba magia arcana para potenciar a los dragones. Muchos de los criminales comunes reclutados se usaban como sacrificios. Mientras, cientos de diagramas de magia arcana eran grabados diariamente por todo el mundo drag髇 por los magos de la corte de la Dinast韆 de Poem. Algunos magos ten韆n sospechas de que algo no era normal, pero esto era la guerra y no hab韆 tiempo que perder. Hasta donde todos sab韆n, estos diagramas creaban un puente entre el Gran Padre y los dragones, aumentando la fuerza de estos.
—Unidad Poem C —concluy� el guardia, entregando a Xavier un papel—. Espere al resto de los reclutas de su unidad.
—Unidad Veldat N —escuch� Xavier c髆o otro guardia asignaba su unidad a una mujer morena, fuerte, de pelo corto, que cargaba la insignia de los magos de sombras. Por su aspecto era una mercenaria.
Poco a poco, m醩 personas se fueron juntando en el lugar en el que Xavier esperaba.
—縌u� significan las letras en las unidades? —pregunt� uno de los reclutados.
—La C es de criminales, la N, de nobles —contest� otro recluta.
獹enial, hay clasificaci髇 hasta dentro de la carnaza, de esta no salgo vivo�, pens� Xavier mientras escuchaba las conversaciones y masticaba las raciones de pan y carne seca que le hab韆n dado tras el registro.
—Reclutas de la unidad Poem C, seguidme en una l韓ea —grit� un caballero.Stolen content warning: this tale belongs on Royal Road. Report any occurrences elsewhere.
Xavier y los dem醩 formaron filas y caminaron detr醩 del caballero. Pasaron por unas tiendas de campa馻 que parec韆n ser el hospital, donde varios m閐icos se encargaban de atender en la medida de lo posible a los heridos. En algunas zonas se pod韆 oler el aroma de la carne quemada.
—Miradlos bien, tom醥slo en serio si no quer閕s quedar como ellos, esto es la guerra —advirti� el caballero sin reducir el paso.
Unos minutos despu閟, Xavier y el grupo al que pertenec韆 llegaban a la zona en la que estaba el centro de mando de su unidad.
—Estos son los nuevos, se駉r Cliford, hay unos cuantos criminales y exiliados de otros reinos, buena suerte —dijo el caballero retir醤dose.
Cliford y su esposa Ultria fueron reclutados de inmediato por la Dinast韆, aunque en unidades diferentes. A鷑 con el dolor de perder a su hijo, ambos eran soldados veteranos y nobles con obligaciones para con la Dinast韆. La realeza se hab韆 volcado en la guerra contra el Caos, detener la invasi髇 en el mundo drag髇 era prioritario. Aun as�, los reinos no hab韆n enviado a sus magos con t韙ulo a鷑. Hasta donde sab韆 el resto del mundo humano, estos se encontraban investigando junto a magos de las cortes c髆o cerrar la brecha que se hab韆 abierto entre los mundos.
—Bien, no me andar� con rodeos —dijo Cliford mirando a los reci閚 llegados. Se detuvo un momento mirando a Xavier—. 縏e conozco?
—Vaya, a pesar de que ahora hay tres mundos, esto sigue siendo muy peque駉. —Xavier recordaba la cara de Cliford, padre de Maurius—. Xavier de Vonder, mago dual de sombras y trazas de fuego. Fui a la academia de la torre de Liev con su hijo Maurius, hasta que Clinton van Ferra inculp� a mi compa馿ro de habitaci髇, Aleum, de usar magia arcana. Lo ejecutaron frente a todos. Delf韓, el maestro de la torre de Liev, me exili�, los guardias de la torre intentaron matarme, sobreviv� a la selva de Morr y sigo vivo, a pesar de todo. Ahora me mandan aqu� a morir una vez m醩, 縧e parece suficiente historia, se駉r? —La ira en la voz de Xavier era clara.
Esto era insubordinaci髇. Uno de los guardias se acercaba a Xavier, era claro que su intenci髇 era usarlo de ejemplo. Un criminal falt醤dole al respeto a un comandante de unidad era imperdonable. Sin embargo, la mano de Cliford le detuvo. Continu� dirigi閚dose a los dem醩 reclutas e ignorando a Xavier. Su rostro se hab韆 vuelto duro ante la menci髇 de su hijo y de Clinton, pero recuper� la normalidad de inmediato.
—Como dije, no me andar� con tonter韆s, esto es la guerra. En el frente ver醤 cosas incre韇les, los dragones en combate son una visi髇 digna de admirar, pero nuestro enemigo es un horror que no os pod閕s imaginar. Os pasar醤 todo tipo de cosas dentro del miasma. Los hombres con los que peleaban como compa馿ros hombro con hombro y hab韆n muerto se levantar醤 en vuestra contra, dragones no muertos, 醨boles que caminan&, pueden encontrarse cualquier cosa. Sin embargo, todos son mercenarios, criminales, sobrevivientes& Usad todas esas habilidades que les han permitido sobrevivir hasta hoy, porque las vais a necesitar. —Cliford hizo una pausa.
—Si cre閕s que esto es otra guerra que no tiene nada que ver con vosotros, est醝s equivocados. No os voy a dar un discurso sobre el honor y responsabilidad para con los Reinos o la Dinast韆. S� que os importa una mierda, pero tan pronto ve醝s el frente de batalla entender閕s una cosa: si perdemos esta guerra, no va a quedar nada de ninguno de estos mundos. No necesito que me cre醝s, lo ver閕s vosotros mismos. Este es el fin del mundo, no m醩 bares, no m醩 comida, no m醩 mujeres o hombres, no m醩 canciones, no m醩 placeres, todo ser� miasma, muerte y caos. Levantad la mano los magos de sombras.
Los magos levantaron sus manos. Eran la mayor韆 de los magos reclutados, los dem醩 eran magos de baja afinidad por otras energ韆s elementales. El resto de los reclutados eran caballeros ca韉os en desgracia o mercenarios y criminales.
—Tomad los se馻ladores que os dar醤 los guardias de esa tienda de campa馻 —orden� se馻lando con el dedo a unos guardias de la derecha—. El m閠odo de ataque es el mismo que en los escuadrones de subyugaci髇: entrad en el miasma, pero esta vez marcar閕s a los entes. Esos 醨boles vivientes son como n鷆leos de miasma ambulantes, por suerte son muy lentos. Tras marcarlos, salid corriendo de all�, creedme, corred, ignorad todo, porque cuando los dragones empiecen a escupir fuego en la direcci髇 de los 醨boles todo arder�, entes, monstruos, hasta el mismo miasma. Ahora, descansad para la batalla. Mago Xavier de Vonder, venga conmigo.
玀ierda�, pens� Xavier. 獳hora seguro que me van a hacer la vida imposible por insubordinaci髇 o alguna otra tonter韆. Deb� ser m醩 cuidadoso. Me dej� llevar por las emociones�.
Xavier sigui� a Cliford y un par de guardias a una tienda m醩 alejada. Cliford despidi� a los guardias, los cuales se retiraron. No se molestaron en velar por la seguridad de su superior; era un mago de viento de clase baja, pero segu韆 siendo un mago y adem醩 un veterano de guerra. Un mago de sombras como Xavier no era una amenaza, los guardias eran solo una formalidad. Dentro de la tienda hab韆 una mesa, un par de sillas y un camastro con las t韕icas bolsas militares para uso personal.
—Si閚tate, necesitar醩 un trago —aconsej� Cliford, d醤dole a Xavier una jarra de metal y sirvi閚dole de una botella que acababa de sacar de una de sus bolsas. La botella parec韆 ser ron de alta calidad. Sin embargo, Xavier no bebi� el trago, se qued� mirando fijamente a Cliford.
—Tiene sentido. No conf韆s en nadie. Yo tampoco —dijo bebiendo un trago de ron de su jarra.
Tras verlo tragar la bebida, Xavier se permiti� probar el alcohol que le hab韆 servido. El ron era fuerte, pero mucho m醩 f醕il de tragar que el ron barato que beb韆. Nunca hab韆 probado un trago tan delicado, ten韆 un cierto sabor agradable. 玍aya, esto es otra historia, hasta sabe bien�, se dijo. Nadie bebe ron malo por el sabor, solo quieres emborracharte y dejar al mundo atr醩 por un rato.
—Maurius est� muerto. Clinton lo us� como sacrificio en un ritual de magia arcana —dijo Cliford apretando la mand韇ula mientras sus manos apretaban la jarra.
Cliford cont� a Xavier c髆o Clinton hab韆 planeado todo, c髆o hab韆 seleccionado a Maurius como v韈tima, c髆o todo hab韆 sido un plan para inculpar a Aleum en la academia.
—No puedo arreglar el pasado. Maurius, Aleum y las v韈timas de Clinton no van a volver a la vida. Al menos est� muerto y su familia est� arruinada. Lo 鷑ico que puedo hacer por ti es escribir una carta. Astrid a鷑 sirve en los reguladores, facilitar� tu exoneraci髇. El maestro Delf韓 es intocable para nosotros, la Dinast韆 no le castigar� por una indiscreci髇 con un mago de sombras plebeyo. As� funciona el mundo —explic� Cliford con una mueca.
La cara de Xavier era de asco. Ya hab韆 tenido suficientes experiencias para entender c髆o funcionaba el mundo. En los 鷏timos a駉s hab韆 vivido mil vidas. En un primer momento pens� en rechazar la oferta de Cliford, pero la verdad es que no ser un criminal buscado y recuperar su t韙ulo de nobleza le ser韆 鷗il. Adem醩 de que as� no tendr韆 que pagar impuestos a los nobles que tanto detestaba. Eso, claro, si sal韆 vivo de esto.
La conversaci髇 no se prolong� mucho. Cliford ten韆 hombres que comandar, la alianza lanzar韆 una contraofensiva al d韆 siguiente. Tras la salida de Xavier de su tienda escribi� una carta para Astrid. Despu閟 de la muerte de Maurius, Astrid hab韆 mantenido cierto contacto con los Van Felding, creando algo de cercan韆. Aunque Astrid y Maurius nunca oficializaron la relaci髇, se sab韆 que eran amantes.
Al d韆 siguiente todos los reclutados eran trasportados en carretas al frente. Tardaron unas pocas horas en llegar. Entonces notaron algo, las nubes que cubr韆n el cielo no eran nubes, eran puro humo.
—縋ero qu�...? —dijo Xavier mirando a la batalla con asombro.
Los dragones eran tan grandes como edificios, bajaban del cielo a gran velocidad, sus fauces abiertas expulsaban un mar de flamas que se extend韆 por cientos de metros y uno tras otro lanzaban llamaradas contra el mar de miasma que se extend韆, consumiendo todo a su paso. Sin embargo, unos segundos despu閟 el territorio abrasado por los dragones volv韆 a llenarse de miasma y se perd韆 lo recuperado. Entonces Xavier mir� al suelo bajo sus pies. Todo hab韆 sido calcinado. Los dragones ganaban terreno al miasma poco a poco. El resto de los reclutados estaba tan sorprendido como 閘.
—emillas, corred! —grit� un guardia.
Qu� pasa?�, pens� Xavier mientras miraba en todas direcciones, tratando de ver el peligro. Tras ver a los guardias correr mirando ocasionalmente hacia el cielo, cambi� su l韓ea de visi髇.
Una bola negra ven韆 en su direcci髇. Xavier ech� a correr, la pelota de miasma cay� en el suelo y se expandi� como un l韖uido, empapando todo a su alrededor y lanzando peque馻s gotas negras en todas direcciones. Un olor p鷗rido y un miasma denso invad韆n el ambiente. La nube negra envolvi� a Xavier, el miasma invadi� sus pulmones. No era como el miasma de otras ocasiones; esta vez se sent韆 como si estuviese respirando algo s髄ido. M醩 que un gas se sent韆 como un lodo o brea bajando por su garganta.
—Qu閙enlo todo, r醦ido —orden� Cliford.
Un grupo de magos de fuego se acerc� a la zona donde hab韆 ca韉o la semilla de miasma, lanzaron varias bolas de fuego intentando controlar la cantidad de energ韆 m醙ica en cada ataque para no da馻r a los magos atrapados en el miasma. Sin embargo, no era suficiente. Un drag髇 negro se acerc�, intent� controlar su ataque, pero estando tan cerca eran inevitables algunas bajas. Cuando el miasma empezaba a desaparecer y el fuego a apagarse, hab韆 varios magos y soldados heridos en el suelo. Dos de ellos hab韆n muerto. Xavier estaba en el suelo tosiendo un humo negro, la zona del cuello, hombro, mand韇ula y labio superior derechos hab韆 sufrido quemaduras. Unos segundos despu閟 la tos hab韆 parado y Xavier perdi� la consciencia.
Despert� en un camastro del hospital de campa馻. Aun con los analg閟icos que le hab韆n dado sent韆 el dolor de las quemaduras. Intent� levantarse, empez� a toser y una peque馻 cantidad de humo negro sal韆 de su boca, pod韆 sentir algo restringiendo sus pulmones.
獷nfermedad del miasma. S� que tengo mala suerte�, pens� Xavier, perdiendo el deseo de levantarse.
—Se駉r Xavier de Vonder —llam� uno de los m閐icos—. Ha tenido suerte, sus quemaduras son serias pero no graves, por desgracia tiene la enfermedad del miasma.
—緾髆o es posible?, solo he entrado en contacto con miasma tres veces en mi vida —pregunt� Xavier confuso.
—Las semillas de miasma son miasma concentrado, casi en forma l韖uida. Al estar en contacto con esa concentraci髇 de miasma es como si entrara varias veces en una zona de miasma. Lo siento, pero la pr髕ima vez que entre en una zona de miasma podr韆 ser la 鷏tima —le inform� el m閐ico.
Xavier no lo sab韆, pero entre las lesiones, el miasma y las drogas que le administraron hab韆 estado inconsciente casi dos d韆s. El hambre tras despertar se hac韆 evidente por los gru駃dos de su est髆ago. Un asistente le trajo de comer. Xavier estaba adolorido y aunque las quemaduras le dificultaban el masticar, el hambre era m醩 fuerte que el dolor. Unas horas despu閟 hab韆 recuperado parte de su 醤imo.
—Si puede moverse, al comandante Cliford le gustar韆 hablar con usted —le dijo uno de los m閐icos.
Xavier fue guiado por uno de los asistentes a una tienda de campa馻.
—Xavier, pasa—invit� Cliford con un tono m醩 familiar de lo que deber韆.
—No me gusta andarme con rodeos. Astrid ha arreglado lo de tu perd髇. Aqu� tienes una carta de baja del ej閞cito, est醩 herido y tienes la enfermedad del miasma. Tal vez te sonar� a broma, pero realmente has tenido suerte. De los reclutados que entraron en batalla, m醩 de la mitad han sido bajas. Los que hab閕s sufrido el ataque de la semilla de miasma hab閕s sufrido poco, en comparaci髇. Vete de aqu� cuanto antes. Estamos perdiendo territorio y es posible que tengamos que desplazar la retaguardia un poco m醩 atr醩. —Cliford se levant� del escritorio donde estaba escribiendo, le entreg� algunos papeles y le dio la mano—. Puedes volver a la Dinast韆 si quieres. Buena suerte, muchacho, lamento todo lo que te ha pasado.
Xavier asinti� con la cabeza, no ten韆 mucho que decir, no estaba del todo agradecido, era un hombre enfermo despu閟 de todo, pero teniendo en cuenta lo que hab韆 visto, salir vivo de all� era suficiente. Tom� los papeles y sali� de la tienda. 蒷 y otros heridos subieron a varias carretas y fueron llevados a la frontera con el mundo de los dragones en el desierto. De all� subieron a las carretas de los mercaderes que tra韆n provisiones para abastecer al frente. Un par de magos y varios caballeros custodiaban las carretas. La mayor韆 de los monstruos de la ruta hab韆n sido eliminados; pero algo de defensa era necesario, no se pod韆 permitir que monstruos del desierto atacasen las provisiones destinadas al frente. Los bandidos no eran un problema; eran reclutados por la fuerza. Durante el viaje enfrentaron algunos gusanos de arena, pero poco m醩. Xavier pas� el tiempo pensando qu� hacer ahora que era un hombre libre. Su primer objetivo ser韆 la torre de Liev.