Capítulo XIV La selva de Morr
En un principio, la selva de Morr no parec韆 muy diferente de los montes que rodeaban Humol. Sin embargo, la vegetaci髇 era m醩 densa y era mucho m醩 h鷐eda. Xavier se dej� caer en el suelo tras darse cuenta de que no le segu韆 el caballero. Por precauci髇 decidi� acurrucarse al lado de un 醨bol y reducir su figura al m韓imo posible. La emoci髇 de correr por su vida hab韆 pasado y ahora solo le quedaba la fatiga del hambre y la tortura a la que le sometieron los maestros. Su cuerpo estaba d閎il, aunque hab韆 vivido tiempos peores y el hambre no era un concepto nuevo para 閘. Despu閟 de todo no era m醩 que un pobre diablo de un pueblucho de la frontera. Su esp韗itu y su energ韆 m醙ica estaban en peor estado, tanto tiempo expuesto a la roca sanguijuela le hab韆n dejado destruido. Apenas se hab韆 recuperado del malestar mientras enjuiciaban a Aleum.
Algunas l醙rimas corrieron por su cara mientras recordaba c髆o sus oportunidades hab韆n desaparecido frente a sus ojos. Ahora estaba peor que antes, sin familia, sin dinero, sin comida ni agua, perdido en la selva de Morr. Era un exiliado y si se acercaba a la torre de Liev le matar韆n al instante.
Tras descansar un rato y lidiar con sus penas se incorpor�. Deb韆 seguir adelante, no hab韆 otro remedio. Volvi� a caminar entre los 醨boles y malezas. La selva era muy densa, el sol no se pod韆 ver, una neblina gris cubr韆 el cielo y la copa de los 醨boles. Intent� subir a ellos para orientarse, pero no lograba ver nada excepto neblina. No hab韆 sentido de direcci髇. Tras caminar varios minutos, el aire se volvi� pesado y denso, una niebla oscura se estaba expandiendo a su alrededor.
—iasma! —dijo Xavier para s� mismo, horrorizado al reconocer la ominosa bruma.
El miasma se expand韆 por toda la zona, se dio la vuelta y mir� en la direcci髇 en la que hab韆 venido, pensaba volver sobre sus pasos, pero el miasma ya cubr韆 todo a su alrededor, como si siempre hubiese estado all�. Un ruido de una rama y pisadas le hicieron tornarse r韌ido. Mir� hacia su izquierda con los ojos para hacer el menor movimiento posible, Delf韓 hab韆 plasmado en su cerebro la advertencia.
—Deben asegurarse de no moverse bruscamente en el miasma.
Un esqueleto caminaba en su direcci髇. Xavier examin� su alrededor sin moverse. Mugrirers, unos diez, hasta donde pod韆 identificar. Se esforz� por controlar su energ韆 m醙ica y reducirla al m韓imo. No le fue dif韈il, la roca sanguijuela le hab韆 dejado seco. Aunque hab韆 recuperado algo de energ韆 en este tiempo, probablemente tardar韆 m醩 de un d韆 en volver a la normalidad.
Tanto los mugrirers como el esqueleto pasaron junto a Xavier. A diferencia de otros magos como Clinton, que ten韆 un control sobrehumano sobre s� mismo, 閘 no ten韆 tanto control sobre los movimientos y velocidad de su cuerpo, as� que decidi� no moverse. El esqueleto pas� a pocos cent韒etros de 閘 y se alej� en poco tiempo. Los mugrirers eran otra historia, eran lentos como babosas. Llevaba lo que parec韆 una eternidad inm髒il y la mayor韆 de los mugrirers se hab韆n marchado. Ya estaba cansado y no ten韆 ni idea de cu醤to tiempo hab韆 estado all� de pie. Mantener la concentraci髇 para suprimir su energ韆 m醙ica, estar inm髒il y la respiraci髇 superficial era agotador. Una sensaci髇 de fr韔 le empez� a rodear. La selva parec韆 bajar de temperatura. En pocos minutos hac韆 fr韔. Inicialmente no era un gran problema, pero poco despu閟 tiritaba, no pod韆 controlar sus m鷖culos, sus dientes casta馿teaban, su respiraci髇 se hizo intensa de forma inconsciente, sin embargo, para su sorpresa, los mugrirers no respondieron. La temperatura segu韆 bajando. La humedad a su alrededor se concentraba y los 醨boles empezaban a congelarse. Afectado por el fr韔, Xavier no pudo evitar moverse. Los mugrirers siguieron inactivos. Se acerc� a ellos, pero no hubo respuesta. Estaban congelados. Aprovechando que por fin pod韆 moverse, Xavier ech� a andar tratando de alejarse de los mugrirers y del miasma. Sin embargo, mientras m醩 se adentraba en la selva, el miasma se hac韆 m醩 denso y el ambiente se hac韆 m醩 fr韔. No tard� mucho en caer en la cuenta de que se estaba congelando. Sin m醩 opciones, Xavier us� la poca energ韆 m醙ica que su cuerpo hab韆 recuperado para aumentar su temperatura corporal. No pod韆 cubrir todo su cuerpo de forma constante, su energ韆 era a鷑 muy baja, as� que emit韆 pulsos de calor en su cuerpo y manten韆 calientes sus manos y pies. Su escasa y lamentable afinidad por el fuego le estaba salvando la vida en este momento. Aunque sus reservas de energ韆 eran muy bajas, podr韆 mantener sus pies y manos por encima del punto de congelaci髇 durante unas horas. Dio gracias al cielo de que durante su tiempo en la torre de Liev se hab韆 dedicado a estudiar y practicar al m醲imo posible su magia de fuego. Al igual que Aleum, su pr醕tica de magia de sombras iba enfocada a la magia de trasformaci髇, pues mover su sombras o la ilusi髇 parec韆 in鷗il. Continu� caminando en la densa selva. Unos minutos m醩 tarde Xavier se encontr� en medio de una muy mala situaci髇. Varias monta馻s de piedra y barro de casi tres metros de altura, con forma semihumanoide, se extend韆n frente a 閘.
Necrog髄ems! 縌u� hice en otra vida para tener tanta mala suerte?�, se pregunt�. Todo en su vida hab韆n sido desgracias desde que se hizo mago. Los g髄ems no se mov韆n, probablemente congelados, igual que los mugrirers. Xavier empez� a acercarse lentamente a las monta馻s de roca y barro. Los necrog髄ems eran considerados como unos de los monstruos habitantes del miasma m醩 dif韈iles de tratar. Sus 鷑icas debilidades eran los magos de agua; los magos de fuego de clase media o alta pod韆n lidiar con ellos, los de viento solo pod韆n huir, los g髄ems eran inmunes a la magia de tierra por naturaleza. El ruido a su derecha le hizo dejar de pensar en lo que aprendi� de sus clases. La base de rocas y tierra de uno de los g髄ems se hab韆 movido.
玀ierda, mierda. Ahora s� estoy jodido�. No se hab韆 percatado de que la temperatura de la selva volv韆 a aumentar nuevamente. Pronto, m醩 ruidos se escuchaban enfrente y m醩 g髄ems empezaban a descongelarse. Xavier empez� a retroceder. El p醤ico que logr� evitar al encontrarse con los mugrirers y los esqueletos aparec韆 ahora. Los necrog髄ems eran monstruos de otro nivel, no ten韆 experiencia con ellos. Se dio la vuelta y ech� a correr sin pensar hacia d髇de se dirig韆. Tropez� con una ra韟 y cay� al suelo, golpe醤dose con una roca. Entre el golpe, el agotamiento del uso prolongado de energ韆 m醙ica y el hambre, su fuerza de voluntad fall� y perdi� la consciencia. El rugido de alguna bestia le despert�, volviendo a meter el terror en sus huesos. No hab韆 sido un sue駉, estaba en la selva de Morr. No ten韆 ni idea de cu醤to tiempo hab韆 estado inconsciente. 縈inutos?, 縣oras? El dolor de cabeza secundario al golpe era leve. No parec韆 tener nada grave. La bestia volvi� a rugir. Ahora que estaba despierto y le puso atenci髇, se escuchaba cada vez m醩 cerca.
玊engo que esconderme, tengo que esconderme�.
Xavier miraba en todas direcciones. A su izquierda algo llam� su atenci髇, se arrastr� despacio intentando hacer el menor ruido posible. Ten韆 la esperanza de que fuese un lugar donde esconderse. Una peque馻 sonrisa lleg� a su rostro cuando confirm� su sospecha. Se trataba de un peque駉 espacio creado por troncos y ra韈es sobre la apertura entre dos rocas. Hab韆 espacio suficiente para acomodar su cuerpo con facilidad. Acababa de acomodarse en la hendidura cuando alguna criatura similar a una serpiente negra gigante se arrastr� pasando frente a 閘 a toda velocidad. Xavier no ten韆 ni idea de qu� clase de monstruo se trataba, ni le importaba, solo rezaba para que se fuera lo antes posible, mientras aguantaba la respiraci髇 y suprim韆 su energ韆 m醙ica, lo cual era un poco m醩 dif韈il. Hab韆 recuperado algo de su magia, pero a鷑 era baja. Solo unos segundos despu閟 de que el monstruo serpiente se hubiera marchado, Xavier se permiti� respirar. Tras relajarse un poco, logr� sentir lo inc髆odo de su escondite. Algo se clavaba en su espalda. Tras poner atenci髇 a su alrededor y confirmar que nada parec韆 moverse, empez� a tratar de acomodarse y cambiar su postura. La peque馻 grieta estaba oscura. Junto a la penumbra que creaba el miasma y las sombras de la selva, la visi髇 era dif韈il, pero ten韆 experiencia con eso, al menos los meses que pas� en la torre de Liev le estaban siendo 鷗iles para algo. Cada movimiento creaba algo de ruido, deb韆 moverse lentamente y con calma. Fue una grata sorpresa sacar lo que se clavaba en su espalda, era una peque馻 daga en su vaina. Al continuar tocando sinti� algo desgarrarse.
獷sto es tela..., una daga�.
Tras encontrar una calavera semidestruida, Xavier confirm� sus sospechas: se encontraba acostado sobre los restos de un cad醰er. Por un segundo se qued� perplejo, su reacci髇 inicial quer韆 hacerle salir de la grieta, pero sus recuerdos de lo que habitaba a su alrededor le hicieron superar ese impulso de inmediato. Mugrirers, g髄ems, esqueletos, una serpiente gigante.
獷squeletos�.
Un cad醰er en una zona de miasma se volver韆 un no muerto en poco tiempo, sin embargo, el esqueleto se hab韆 deteriorado. La calavera y otros huesos que Xavier extra韆 eran fr醙iles y se romp韆n con facilidad. Este esqueleto llevaba muchos a駉s en la selva de Morr y no se hab韆 reanimado. Encontr� otros objetos. Una insignia de mago confirm� que se trataba de un mago de fuego. Un collar con una ampolla met醠ica, tras desenroscarla, le alegr� a鷑 m醩.
玃iedra sanguijuela. Esto ser� 鷗il�.
La piedra era peque馻, pero para alguien con su energ韆 m醙ica tan reducida en el momento actual era m醩 que suficiente. En todo caso, solo ten韆 que intentar usar su magia de fuego para gastar toda su energ韆 en segundos y luego usar la piedra. Encontr� tambi閚 algunas monedas, dos de plata, algunas de cobre, todo lo que no era de metal estaba ya podrido y fr醙il.
Por un momento sinti� algo de paz y logr� relajarse un poco; sin la adrenalina ni la tensi髇, el miedo volvi� a su mente, los eventos que hab韆n trascurrido en las 鷏timas horas marcar韆n a cualquiera. La forma en la que hab韆 sido acusado e inculpado por los maestros de la Torre, la tortura, el hambre, el intento de asesinato y el hecho de que era un mago de sombras en la selva de Morr, de la que ning鷑 no mago o mago de sombras hab韆 salido vivo, era el colmo de la mala suerte. Ni siquiera con los cielos conspirando en su contra le ocurrir韆n tantas desgracias en tan poco tiempo. Incluso si lograba salir con vida ser韆 un exiliado. No ten韆 donde ir, sus ojos se llenaron de l醙rimas mientras su mente se llenaba de ideas derrotistas.
Tras una hora de marinarse en su fracaso y con el sonido de las rocas de los g髄ems movi閚dose alrededor de la grieta, empez� a buscar opciones de huida. Si el ambiente se congelaba de nuevo, necesitar韆 su magia de fuego. Cerr� la ampolla que conten韆 la piedra sanguijuela mientras ve韆 las siluetas moverse. Tiempo despu閟 hab韆 recuperado algo de su energ韆 m醙ica. Su estresada mente ahora ten韆 la carga extra de controlar su energ韆. Varias horas despu閟, los g髄ems pararon de moverse. El ambiente se hac韆 fr韔 y Xavier se alegr� de su decisi髇 mientras usaba su magia de fuego para calentar sus manos y pies. Cuando los g髄ems pararon totalmente de moverse, se arriesg� a salir de la grieta.
Los monstruos estaban congelados. Xavier se acerc� a ellos sin obtener ninguna respuesta. No perder韆 el tiempo en un lugar tan peligroso. Aunque la grieta parec韆 segura, no pod韆 quedarse all�, hambre, sed, ese monstruo serpiente que rondaba por la zona, todo era peligroso. Xavier aprovech� el fr韔 para continuar adentr醤dose en la selva. No sab韆 cu醤to tiempo hab韆 pasado, ni cu醤to hab韆 avanzado, pero al pasar sobre un tronco el miasma desapareci� de repente junto con el fr韔. Xavier se dio la vuelta, pero lo 鷑ico a su espalda era una selva similar a la que ten韆 enfrente. El ambiente era m醩 claro ahora que el miasma se hab韆 ido, era dif韈il saber la hora del d韆, pero sin el miasma su vista mejoraba.
Mientras caminaba, algo capt� su atenci髇. Justo frente a sus pies hab韆 una serpiente, estaba enrollada y al acecho, pero no era un monstruo, solo una serpiente normal. Para 閘 era una bendici髇 del cielo, era la cena. Sin perder al animal de vista, tom� una vara de madera. Romperla con las manos no fue dif韈il. La vara rota en forma de una 玒� larga ser韆 su herramienta para capturar a su presa.The narrative has been stolen; if detected on Amazon, report the infringement.
獶espacio, despacio�, se repet韆 Xavier mientras se acercaba al reptil. Lo 鷏timo que necesitaba era tener que correr detr醩 del animal o permitir que escapase.
Un movimiento r醦ido le permiti� presionar la cabeza de la serpiente contra el suelo. Las hojas muertas y h鷐edas le imped韆n ver claramente la cabeza, pero se ve韆 el resto del cuerpo, que se enrollaba en la vara. Con la daga cort� el cuerpo, que empez� a retorcerse. Sin perder m醩 tiempo, dej� caer la vara y cogi� el cuerpo de la serpiente, que a鷑 se retorc韆 y se enrollaba en su mano. La sensaci髇 era desagradable, pero no le importaba. Estir� el cuerpo para drenar la sangre y las v韘ceras. Cuando eres pobre aprendes a sobrevivir, cazar animales peque駉s de todo tipo era una cosa com鷑 en la frontera en los tiempos de hambrunas por sequ韆 o en las posguerras.
En los bosques o en las selvas, el olor a sangre quiere decir muerte. Si hay alg鷑 monstruo o un animal m醩 grande en la cercan韆s, captar� el olor y en la selva de Morr pod韆 suceder cualquier cosa. Continu� andando, dejando atr醩 la zona de la caza tan r醦ido como le fue posible. Su magia de fuego le permiti� cocinar la serpiente con sus propias manos mientras caminaba, su energ韆 m醙ica a鷑 estaba lejos de recuperarse, pero al ser contacto directo, pasar el calor a la carne era f醕il, el olor a carne quemada podr韆 atraer a alg鷑 animal o monstruo, pero ten韆 hambre y comer una serpiente cruda era suicidio. Caminar mientras arrancaba la piel tostada del reptil y masticaba la carne le hac韆 lento, pero val韆 la pena.
Unas horas m醩 tarde, una gota cay� en su nariz. Mir� hacia arriba, pero no logr� ver nada. Los 醨boles cubr韆n todo y la neblina densa continuaba cubriendo sus copas. Otra gota volvi� a caer. Por un segundo Xavier record� lo sediento que estaba y la idea de beber de la lluvia le proporcion� una gran alegr韆, que muri� tan pronto como apareci�. Tras las dos gotas sigui� una densa lluvia de agua negra, de un olor fuerte, como de brea, pero el l韖uido era menos denso. Todo se pint� de un color oscuro, sus ropas se hab韆n vuelto negras en solo unos pocos segundos.
—u� suerte la m韆! —se quej� Xavier, exasperado.
Rompi� una vara de uno de los 醨boles cercanos y la utiliz� para tantear el camino frente a 閘. Ahora que todo estaba negro por la lluvia, si se volv韆 a topar con una serpiente no podr韆 verla hasta que fuese demasiado tarde.
Continu� caminando bajo la pesada lluvia negra; el suelo se hac韆 cada vez m醩 lodoso y pegajoso, era dif韈il y pesado dar un simple paso, jadeaba por el esfuerzo, sus piernas estaban cansadas, pero deb韆 continuar. De repente, la lluvia par�. En su siguiente paso el suelo estaba seco; se dio la vuelta, la selva se ve韆 del mismo color de siempre, sin ninguna huella de la tormenta. Podr韆 jurar que lo hab韆 so馻do todo si no fuese por el cansancio y por el agua negra y densa en la que se encontraba empapado.
獷ste sitio me va a volver loco�.
Lo que parec韆n ser palabras lleg� a sus o韉os.
—Nos tomar� tres d韆s llegar a Tormon —dijo alguien.
Hay m醩 gente por aqu�?�, pens� Xavier mientras dudaba de sus o韉os. Tal vez se hab韆 vuelto loco.
—Lo s�, pero la carreta se ha roto, 縬u� quieres que haga? —contest� otra persona.
—Hola, 縣ay alguien?, hola, estoy atrapado en la selva de Morr —gritaba a todo pulm髇 mientras corr韆 en la direcci髇 en la que se escuchaban las voces.
—. Hola, 縣ay alguien?, igan algo! —continuaba gritando.
Tras varios minutos corriendo, lo 鷑ico que consigui� fue estar sudoroso, cansado y a鷑 m醩 sediento. Su boca estaba seca, su saliva espesa y pegajosa; la 鷏tima vez que bebi� fue mientras le torturaban en la torre de Liev, la noche previa al d韆 de su exilio.
Xavier se dej� caer sentado en el suelo, no pod韆 caminar m醩. La temperatura empez� a bajar de forma repentina.
Otra vez?�, se dijo.
Logr� levantarse, no importaba cu醤 cansado o cu醤 sediento estuviera, solo estaba seguro de que no pod韆 quedarse en un solo lugar. Usando su magia de fuego para mantenerse caliente, continu� la marcha entre los 醨boles y la maleza.
Unos metros m醩 adelante, el fr韔 desapareci� de nuevo. A Xavier ya no le sorprend韆 nada, la selva de Morr era un lugar sin sentido. Dej� de usar su magia de fuego. Un chillido le puso en alerta. Algo estaba a su espalda. Se dio la vuelta, solo ve韆 醨boles tras 閘; se dio la vuelta de nuevo y frente a 閘 se encontr� una enorme serpiente roja. La cabeza ten韆 casi un metro de ancho. En cuesti髇 de segundos su cuerpo respondi� a la amenaza, gir� sobre sus pies y ech� a correr en direcci髇 opuesta. El fr韔 volvi�, mir� hacia atr醩 y la serpiente ya no estaba, pero continu� corriendo. Unos minutos despu閟 jadeaba, la sed se hac韆 intensa, la lengua seca y rasposa se pegaba a su paladar, la garganta irritada le molestaba& Hambre hab韆 tenido toda la vida, pero la sed, en cambio, era una nueva experiencia desagradable.
Xavier se sent� en el suelo a descansar. Por un instante pasaron por su mente todas las tragedias de los 鷏timos meses. Pens� en la torre de Liev, en la forma en la que casi muere; Xavier no ten韆 claro qu� hab韆 ocurrido, pero estaba seguro de que Aleum no era un practicante de magia arcana, era demasiado perezoso para eso y el 鷑ico motivo por el que segu韆 en la torre era la comida. Estaba convencido de que todo no era m醩 que un perverso plan de Delf韓 para deshacerse de ellos, pero matar a Aleum de esa forma era demasiado. Aunque no quer韆 pensar en ello, sospechaba que Clinton hab韆 tenido algo que ver con todo el asunto. Xavier no era un genio, pero tampoco era tonto. Tras caer en la cuenta de que uno de los motivos por los que asisti� a la torre de Liev fue por la insistencia de Clinton, lleg� a una aterradora conclusi髇.
獷n lugar de Aleum pude haber sido yo&�.
Empez� a atar cabos sueltos, tal vez Delf韓 sab韆 qui閚 us� magia arcana, tal vez fue Clinton y necesitaban a un culpable. 縌ui閚 mejor que un plebeyo mago de sombras? Clinton le hab韆 pedido prestado su libro una vez, fue el 鷑ico momento en el que le trat� como una persona tras entrar en la torre. Las invitaciones, la fiesta, la aproximaci髇, necesitaba a alguien a quien culpar. Le hab韆n tomado el pelo desde el principio. Una sensaci髇 de rabia invadi� su cuerpo, la ira le hizo olvidar por un momento del hambre y la sed.
獷se hijo de puta me estaba usando desde el principio�. Su deshidratado cuerpo apenas pod韆 producir algunas l醙rimas mientras cerraba los pu駉s y apretaba la mand韇ula.
Un nuevo ruido le hizo ponerse de pie. Ese chillido era el mismo de antes, el que escuch� al ver a la serpiente gigante. Por su cuerpo corr韆 una mezcla de ira y miedo, su coraz髇 lat韆 r醦ido y con fuerza; ese chirrido estaba a su espalda, algo se acercaba a gran velocidad y se lanz� hacia su derecha. La enorme cabeza de la serpiente pas� rozando sus piernas. Mientras ca韆 al suelo, Xavier se percat� de un detalle.
獷sta es verde�.
La serpiente roja sali� al ataque y ambas serpientes se enroscaron la una en la otra en lo que parec韆 una pelea. No ten韆 ni idea de qu� ocurr韆, pero no se quedar韆 a averiguarlo. Se levant� del suelo con la intenci髇 de salir corriendo, no pod韆 morir all�, no le dar韆 a Clinton, Delf韓 y todos esos magos y nobles el gusto de caer. Apenas hab韆 dado un paso cuando la cola de la serpiente verde le golpe�, lanz醤dole por los aires, el impacto extrajo el aire de sus pulmones y cay� contra el suelo, perdiendo la consciencia.
Cuando despert�, se encontraba tirado sobre la hierba, le dol韆 la espalda, el abdomen&, todo su cuerpo no era m醩 que una colecci髇 de maltrechas, cansadas y doloridas partes; el cielo azul y la luz del sol molestaban a sus ojos. Cubri� su cara con las manos para tratar de protegerse del sol.
獷l cielo, puedo ver el cielo�. Este pensamiento le hab韆 dejado at髇ito, por un momento se olvid� de su dolor, del hambre y de la sed.
Se incorpor� y sonri� ante la maravillosa revelaci髇. Estaba fuera de la selva de Morr. Tard� unos segundos en aceptar que era real, que, a pesar de todo, hab韆 logrado sobrevivir. Volvi� a tirarse sobre la hierba verde y con escasas l醙rimas en los ojos se qued� mirando al cielo azul.
Unos minutos despu閟 la alegr韆 de la supervivencia hab韆 pasado y en su lugar volvieron el hambre, la sed y el dolor. Entre quejidos y blasfemias logr� levantarse del suelo. Aunque todo su cuerpo dol韆, no parec韆 tener ning鷑 hueso roto. Empez� a caminar hacia el campo abierto. Tras la escabrosa aventura, la 鷑ica cosa que ten韆 clara es que no volver韆 a entrar en ning鷑 bosque.
Tras caminar por el campo abierto encontr� un sendero. La ropa que vest韆 ahora, negra, rasgada, sucia, llena de hierba y ramas, hab韆 perdido su finura. Muy poco quedaba del encanto de la ropa de noble que portaba, parec韆 un vagabundo vestido de trapos negros. Por un lado, Xavier se alegraba, porque con su atuendo actual no ser韆 v韈tima de ladrones ni intentar韆n estafarlo comerciantes viajeros. Ten韆 que evitar llamar la atenci髇; despu閟 de todo, segu韆 siendo un exiliado y su sola presencia era un crimen. Aunque no sab韆 d髇de estaba y de seguro nadie lo conoc韆, era mejor evitar problemas.
Mir� a su alrededor, el estado de la hierba verde, el calor moderado, las flores, el olor del aire: era primavera. Eso no ten韆 sentido, era invierno cuando lo expulsaron de la torre de Liev. No era de su conocimiento, pero varios meses hab韆n pasado desde los eventos de la torre, el tiempo en la selva de Morr no era una constante.
Unas horas despu閟 de caminar bajo el ardiente sol, se encontr� con el primer asentamiento. Una villa compuesta de casuchas de madera, lodo y paja, similares a las zonas m醩 pobres de las villas de Humol. Xavier fue de inmediato al pozo, en el centro de la villa. La sensaci髇 del agua fresca mojando sus agrietados labios, su boca y garganta secas, fue una de las sensaciones m醩 agradables de su vida. Por un instante, los habitantes le miraron con cierto recelo. Mujeres, ni駉s y ancianos eran los 鷑icos que quedaban en el lugar, los hombres estaban en el campo, como suced韆 en Humol. Esto resultaba perfecto para Xavier, no ten韆 intenci髇 de relacionarse con los lugare駉s. Un par de preguntas y seguir韆 su camino.
—Buenos d韆s —salud� Xavier a un anciano, sentado en una mecedora frente a lo que deber韆 ser su casa. Su pelo, escaso y blanco; la piel, llena de arrugas y quemada por el sol, le daban un aspecto a鷑 m醩 viejo y gastado. Su cara con el ce駉 fruncido y la probable falta de dentadura a馻d韆n a su rostro una mueca de mal humor permanente. Xavier conoc韆 el prototipo, viejo, cansado y un tanto perezoso, que va directamente al grano del asunto para no tener que hablar mucho con nadie.
El viejo no dijo nada y se limit� a escupir. Examinaba a Xavier con ojos felinos, sus ropas eran un desastre, pero por el corte se pod韆 ver que alguna vez fueron de alguien de fortuna. Al viejo no le gustaban los nobles.
—緼bu, d髇de estoy? —pregunt� Xavier.
Al escuchar el tono familiar y el apodo que sol韆n usar la mayor韆 de los pueblerinos de las zonas de la frontera, el anciano se relaj�.
—Esto es Fuera de Mola, muchacho —contest� el anciano.
—縁uera de Mola? —pregunt� Xavier con rostro de duda. No ten韆 ni idea de d髇de estaba.
—S�, Fuera de Mola. Hacia all�, en unos dos d韆s, llegar醩 a Mola —respondi� el anciano se馻lando hacia el oeste—. 緾髆o es posible que no sepas d髇de est醩?
— Soy de Humol. Viajaba con una caravana y nos atacaron unos ladrones. Logr� escapar, pero me he perdido. Tengo que volver a Humol con mis t韔s —minti� Xavier.
—Si sigues luego al sur, en unos cuatro d韆s m醩 llegar醩 a la ciudadela de Duero, desde donde puedes seguir a Flam o a la ciudadela de Farpas, pasando el r韔 de Blam —explic� el viejo.
La informaci髇 sorprendi� a Xavier. Sin duda no hab韆 pasado semanas en la selva de Morr. Para estar tan lejos de Farpas y en direcci髇 opuesta a la torre de Liev deb韆 caminar muchos d韆s. La distancia de la torre de Liev, el cambio de estaci髇, el tiempo y el espacio mismo funcionaban diferente dentro de la selva. Por primera vez en mucho tiempo se sinti� afortunado, a estas alturas del juego ya deber韆n haberlo dado por muerto.
—Gracias, Abu —dijo Xavier d醤dose la vuelta hacia la bodega. Todas las villas eran similares, y los escasos comercios eran f醕iles de identificar.
El viejo hab韆 visto mucha gente pasar en su vida, criminales, j髒enes aventureros, mercenarios, pr骹ugos y un sinn鷐ero de desgraciados que vagaban por el mundo. 蒷 mismo, en una 閜oca, hab韆 sido uno de esos chicos tontos que creyeron en salir a buscar fortuna. La mayor韆 volv韆n luego a sus pueblos con m醩 de un remordimiento y una bolsa llena de infortunios en su mente. Ve韆 en el chico a alguien joven que empezaba un camino de desventuras. Por algunos pr骹ugos se pod韆 pedir una recompensa, pero el viejo ya no estaba para buscar fortuna y no hab韆 ninguna garant韆 de que fuera un criminal, as� que lo dej� pasar.
Xavier lleg� a la bodega. En uno de sus bolsillos guardaba las dos monedas de plata y algunas de cobre que encontr� en el cad醰er de la grieta y en el otro bolsillo la piedra sanguijuela y la insignia de fuego. La daga estaba oculta en su cintura, bajo la ropa. Asegur醤dose de pretender que eran sus 鷑icas monedas de cobre, compr� dos hogazas de pan duro y una hig黣ra para el agua. Ya era tarde, el sol empezaba a ocultarse y decidi� pasar la noche en la aldea. Los hombres de la villa hab韆n vuelto del trabajo, alguno se fij� en su presencia, pero los rumores corr韆n r醦ido: el bodeguero se encarg� de que todos supieran que era un pobre diablo sin dinero. La aldea le ignor�, se acerc� a un mont髇 de paja de un establo abierto, donde se dejaba a los bueyes para el arado, y no tard� mucho en dormirse. Al amanecer, Xavier llen� la hig黣ra de agua y parti� hacia Mola. Era f醕il evitar a los guardias, solo ten韆 que obviar los pueblos mayores y moverse por las aldeas y villas o en sus alrededores.