Capítulo XIII Magia arcana
Tras su negociaci髇 con Aleum, Clinton no tard� en volver a su habitaci髇 y examinar el libro. Una sonrisa real se dibuj� por primera vez en mucho tiempo en su cara de porcelana.
—Por fin —dijo Clinton para s� mismo. El libro era el adecuado. En la parte posterior de la cubierta se encontraba la p醙ina oculta. Clinton da耋 un poco la cubierta del manual, pero esto no le importaba en lo m醩 m韓imo, no era su manual y pronto ese ser韆 el menor de sus problemas si algo sal韆 mal. Con esto hab韆 conseguido dos objetivos, el material que necesitaba y un culpable por lo que pudiera suceder.
Una vez completada la gu韆 para realizar el encantamiento y el ritual, Clinton se sinti� un poco decepcionado. Por lo que pod韆 deducir, el hechizo parec韆 abrir una puerta a algo. Hab韆 sido dif韈il para Clinton aprender algo de magia arcana en secreto en todos estos a駉s, pero su conocimiento era suficiente para entender las cosas m醩 b醩icas. Una limitaci髇 de los hechizos de magia arcana era que requer韆n sacrificio de vida, pero Clinton ten韆 esa parte cubierta. Desde que ingres� en la torre se dedic� a buscar su probable sacrificio. Hab韆 estado alimentando a una rata todos los d韆s con restos de sus comidas. El tonto animal ya llegaba a comer de su mano. Un trozo de tiza para los diagramas y la localizaci髇, el pasillo del habit醕ulo de los magos de sombras. El lugar no podr韆 ser m醩 perfecto, solo hab韆 dos magos de sombras y nadie quer韆 relacionarse con ellos, adem醩, estaban en la zona m醩 alejada tanto del comedor como de la biblioteca. Hab韆 poco movimiento por aquella zona. Xavier pasaba los d韆s en la biblioteca intentando la futilidad de conquistar sus trazas de magia de fuego y Aleum pasaba los d韆s encerrado en su habitaci髇, estudiando o, en su mayor parte, durmiendo.
Clinton decidi� no esperar. La parte que le faltaba del hechizo era solo un par de diagramas y la localizaci髇, todo lo dem醩 lo sab韆 de memoria. Ya en el pasillo camin� a la zona del habit醕ulo de los magos de sombras; le tom� solo unos minutos dibujar los diagramas. Ten韆 que ser r醦ido, si lo descubr韆n tendr韆 muchos problemas. Coloc� la rata en el diagrama del sacrificio a su izquierda. El animal estaba en una caja de madera que dejaron pasar a Clinton como art韈ulo personal. Originalmente conten韆 un sello de su familia.
—Estero leguia no Vatnik. —Clinton coloc� su mano en el diagrama del invocador, a su derecha.
A su alrededor, la energ韆 m醙ica desapareci�, concentr醤dose en el diagrama que hab韆 dibujado en la pared frente a 閘.
—Nal canto a gaw. —La peque馻 rata emiti� un chillido, la caja empez� a temblar—. Rinner da lif. —La pared frente a Clinton se distorsion� y dentro de ella apareci� un hueco en el cual se encontraban varias p醙inas. Clinton tom� las p醙inas y tras ello la distorsi髇 en la pared desapareci�. Tom� la caja y dej� caer la rata muerta en el c韗culo del sacrificio. Dej� caer el manual de magia de sombras de Aleum en el diagrama del invocador y sali� corriendo, fue hacia la biblioteca, entr� tranquilamente por la puerta y se sent� en su lugar habitual con su rostro inexpresivo, como siempre. Sin embargo, su coraz髇 lat韆 intensamente y se encontraba muy excitado. Mir� las p醙inas que hab韆 extra韉o de la pared de forma discreta... Estaban en blanco. Esto no desilusion� a Clinton. Van Vatnik no era tonto, seguro que hab韆 una forma para descifrar las p醙inas, ahora solo ten韆 que esperar el desenlace de la situaci髇.
En el instante en que Clinton abri� el compartimiento secreto en la pared, toda la magia alrededor de la torre de Liev se distorsion� como una onda expansiva. Los maestros lo sintieron de inmediato.
—Magia arcana —se alarm� el maestro Delf韓, levantando la cabeza ante la ominosa sensaci髇. Como un mago exmiembro de los reguladores, le hab韆 tocado participar de varias investigaciones que involucraban magia arcana e incluso hab韆 tenido batallas contra colonias de brujos. Conoc韆 de memoria ese malestar que afectaba a todos los seres vivos cuando se usaba magia arcana, ese desbalance de la energ韆 m醙ica y los elementos. Los maestros a su alrededor se tornaron p醠idos al sentir y reconocer la sensaci髇.
Los j髒enes magos tambi閚 sintieron el cambio en la magia, pero al no saber de qu� se trataba no le prestaron mucha atenci髇.
La torre de Liev entr� en caos. Los caballeros fueron movilizados, y todos los habit醕ulos de la torre se cerraron. Los caballeros se presentaron en la biblioteca, varios minutos pasaron hasta coordinar la respuesta de la torre, Clinton ya se hab韆 colocado en su lugar habitual evitando sospechas.
—Todos los aprendices de mago, regresen a sus habitaciones. No recojan sus pertenencias —dijo el caballero ante la sorpresa de todos los presentes.
Clinton, Xavier, Astrid y otros pocos se levantaron y fueron hacia sus habit醕ulos. Sin embargo, Xavier fue detenido en el camino.
—Los dem醩 regresen a su habitaci髇, usted, se駉r Xavier, vendr� con nosotros —dijo un segundo caballero que acababa de llegar a la biblioteca.
Los caballeros despachados encontraron de inmediato los diagramas dibujados en la pared y el suelo, la rata muerta y el manual de magia de Aleum. En primera instancia, todo apuntaba a los magos de sombras.
Aleum y Xavier fueron llevados por los caballeros ante los maestros. Ya hab韆n examinado la evidencia. Xavier fue encontrado en la biblioteca, en la cual llevaba horas. Mientras, Aleum se encontraba durmiendo en su habitaci髇. No ten韆 coartada.
Tras la entrada de Aleum en el despacho, la maestra Amelia van Fursthe hizo un movimiento con su mano, el m醨mol se levant� como si tuviese vida propia mientras la habitaci髇 temblaba, el suelo a los pies de Aleum y Xavier se volvi� inestable, las rocas apresaron sus manos y piernas: estaban ilesos pero inm髒iles. Todos los maestros estaban presentes y en m醲ima alerta, los brujos eran magos muy peligrosos.
Emeral hizo un movimiento de manos, las ropas de ambos j髒enes ardieron y se trasformaron en cenizas en segundos sin herirlos, ahora estaban desnudos. Delf韓 se acerc� a ellos y los examin�.
—No hay diagramas, est醤 limpios.
—縀s este su libro, se駉r Aleum? —pregunt� el maestro Robalt.
—S� se駉r —dijo el inm髒il y aterrorizado Aleum agachando la cabeza—. No sab韆 que estaba prohibido, solo vi una oportunidad de hacer algo de provecho —se excus� Aleum de forma preventiva.
Los maestros le miraban con total incredulidad.
—De provecho —repiti� la maestra Emeral—. 縏ienes las agallas de llamar de provecho a esa abominaci髇 de magia que has usado? —La maestra de fuego estaba furiosa. La temperatura en la habitaci髇 hab韆 aumentado considerablemente, mientras sus ojos se tornaban de un color rojizo.
—縈agia? —pregunt� Aleum—. Momento, momento, momento, yo no he usado ninguna magia —grit� Aleum—. Simplemente alquil� mi libro de magia a otro mago.
—縉iegas haber usado magia arcana? —pregunt� Delf韓.
—縈agia arcana? —pregunt� estupefacto Aleum. La situaci髇 era m醩 grave de lo que imaginaba. Estaba metido en un gran l韔—. No, no, no, nunca he usado magia arcana, no s� nada sobre magia arcana, ni quiero saber.
—Me est� usted diciendo que su manual de magia de sombras fue hallado en presencia de varios diagramas de magia arcana, junto a una rata muerta usada como sacrificio, a pocos metros de su habitaci髇 y 縰sted no sabe nada sobre ello? —pregunt� Delf韓 incr閐ulo.
—As� es, no s� nada, le juro que no s� nada, lo 鷑ico que hice fue alquilar mi libro de magia de sombras a otro estudiante. No he hecho nada, lo juro —respondi� Aleum con voz temblorosa.
—縌ui閚 fue ese estudiante? —pregunt� la maestra Emeral.
—Clinton, Clinton van Ferra. Se lo entregu� hoy mismo, a鷑 tengo la moneda de plata en mi habitaci髇 —contest� Aleum casi llorando. Su situaci髇 era desesperada y lo sab韆, ser acusado de usar magia arcana podr韆 llevarlo a la expulsi髇, tortura o alg鷑 otro castigo.
Mientras esto ocurr韆, Xavier miraba a los maestros y a Aleum confuso.
—縋ara qu� necesitar韆 un mago de fuego un libro de magia de sombras? —pregunt� Emeral.
—Para estudiar sin tener que ir a la biblioteca, me parec韆 un buen negocio. Una moneda de plata por un par de d韆s me parec韆 un buen acuerdo. No sab韆 que esto pasar韆, juro que no tengo nada que ver con todo esto —repet韆 Aleum.
La maestra Amelia volvi� a hacer un movimiento con su mano. El m醨mol volvi� a cambiar de forma. Ahora ten韆 piernas, y se hab韆 trasformado en un g髄em en el cual la roca que formar韆 el torso manten韆 apresado a Aleum. El g髄em y los maestros empezaron a caminar. Aleum fue llevado a una celda en una mazmorra bajo la torre. La celda era redonda, no hab韆 nada dentro, solo roca y una puerta de metal s髄ido, no hab韆 ventanas. El g髄em se posicion� en el centro de la celda y qued� inm髒il. La maestra Amelia y el maestro Robalt se quedaron custodiando al chico, el cual hab韆 estallado en l醙rimas.
Mientras tanto, Xavier fue liberado del g髄em, fue apresado por los caballeros y llevado a una habitaci髇 donde ser韆 interrogado. La habitaci髇 estaba vac韆 salvo por una silla de metal fijada al suelo. Estaba desnudo, le encadenaron a la silla por los pies y las manos.
Clinton fue apresado por los guardias, sacado de su dormitorio y llevado a un despacho donde le esperaba uno de los maestros.
—Se駉r Clinton van Ferra. 緿髇de se encontraba usted las 鷏timas dos horas? —pregunt� la maestra Emeral.
—En mi habitaci髇 y en la biblioteca, maestra —contest� Clinton con la misma cara de m醩cara de porcelana de siempre.
—緼lguien puede corroborar esto? —pregunt� la maestra.
—S�, mis compa馿ros de habitaci髇, los caballeros y los que se encontraban en la biblioteca —contest� Clinton con calma—. 縃a ocurrido algo, maestra?
—No se preocupe, se駉r Clinton, sabr� los detalles cuando sea necesario —asegur� la maestra. Fuera del despacho, otros maestros escuchaban. Ya hab韆n enviado a algunos caballeros a confirmar la historia de Clinton.
Clinton parec韆 tan tranquilo y sereno como siempre. Sin embargo, su coraz髇 palpitaba r醦ido y su mente se encontraba en su m醲imo nivel de actividad. Todas sus experiencias previas para sobrevivir en su disfuncional familia le hab韆n preparado para esto: mentir, embaucar, echar la culpa a otro, crear coartadas, todo esto formaba parte de su d韆 a d韆 como hijo menor de una casa noble en decadencia. Nadie sab韆 de su rata mascota, era habitual verle en la biblioteca, nadie dudar韆 en confirmar que estuvo en un lugar u otro todo el tiempo. Sobre todo cuando Aleum era un vago, no ten韆 coartada y todo el mundo detestaba a los magos de sombras. Momentos despu閟, un caballero entraba por la puerta para confirmar las coartadas de Clinton.
—縌u� cree usted que ha pasado, se駉r Clinton? —pregunt� la maestra.
—Alg鷑 estudiante us� alguna magia avanzada que no pudo controlar y termin� creando da駉s —respondi� Clinton mostr醤dose pensativo por una fracci髇 de segundo para luego regresar a su m醩cara habitual.
La maestra puso la moneda de plata que se le incaut� a Aleum sobre la mesa. Sin embargo, Clinton no mostr� ninguna reacci髇. Miro a la maestra y luego a la moneda, confundido unos segundos, para volver a su cara inexpresiva.
—Se駉r Clinton, 縣a alquilado usted su manual de magia de sombras al se駉r Aleum? —pregunt� la maestra.
—縋ara qu� necesitar韆 un manual de sombras?, esa magia es in鷗il, soy un mago de fuego y, aunque he revisado los manuales de sombras, est醤 disponibles en la biblioteca... —contest� Clinton—. 縌u� est� ocurriendo, maestra?, 縟eber韆 preocuparme? —Su cara hab韆 mostrado durante unos segundos un rostro de miedo que la maestra logr� notar. Dejaba mostrar solo fragmentos de emociones para despistar a los maestros. No pod韆 romper su actitud habitual de frialdad y seriedad ni permanecer inmune a todo.
—No, se駉r Clinton, eso ser� todo, puede usted marcharse —dijo la maestra al salir de la estancia, dejando a Clinton ser escoltado por los caballeros de regreso a su habitaci髇.
Su cara inexpresiva ocultaba la sonrisa en su mente, su actuaci髇 hab韆 sido espectacular. Mientras tanto, en otra celda de detenci髇, Delf韓 interrogaba a Xavier.
—緿髇de estaba hace dos horas, se駉r Xavier? —pregunt� Delf韓.
—En la biblioteca, maestro, no he salido de all� desde la hora del almuerzo —respondi� el nervioso Xavier, con sus manos y su frente sudorosas.
—Se駉r Xavier, su situaci髇 es muy delicada. Usted se ha visto envuelto en un tema muy serio. Ser韆 conveniente que cooperara y nos diga todo lo que sabe de inmediato para evitar un resultado catastr骹ico —aconsej� Delf韓.This content has been misappropriated from Royal Road; report any instances of this story if found elsewhere.
—Maestro, le juro que no s� qu� est� sucediendo —asegur� Xavier.
—Tu compa馿ro Aleum y t� est醝s muy unidos 縩o? —pregunt� Delf韓.
—Lo necesario, somos magos de sombras y vivimos juntos. 縌u� ha pasado? 縌u� ha hecho Aleum? —preguntaba Xavier.
—Se駉r Xavier, dejemos los juegos, su situaci髇 es muy mala. Si se declara culpable, tal vez podr韆 evitar la pena de muerte, as� que colabore —dijo Delf韓 presionando al chico.
—ena de muerte! —dijo Xavier asustado—. Yo solo he estado estudiando magia de fuego tanto como he podido, mire. —Xavier hizo el intento de levantar su mano derecha y concentrar su energ韆 m醙ica para crear calor. Uno de los caballeros que hac韆 guardia activ� una palanca. Un compartimento se abri� en la habitaci髇, revelando una roca sanguijuela del tama駉 de un pu駉, justo debajo de su silla. Toda la energ韆 m醙ica desapareci� en un instante, Xavier se sinti� mareado y empez� a vomitar. Entre el alto consumo de energ韆 que supon韆 usar su magia de fuego y la roca sanguijuela, hab韆 entrado en estado de depleci髇 m醙ica.
—Ahora has intentado atacar a un maestro, es que no tienes sentido com鷑 —reproch� Delf韓.
—No, no, yo solo quer韆 mostrarle mi progreso —intentaba explicarse Xavier, tosiendo—. Maestro Delf韓, yo no s� qu� est� pasando.
Delf韓 sab韆 que Xavier no estaba intentando atacarlo, solo usaba el entusiasmo del chico por mostrar su progreso en su contra. Su repulsi髇 hacia los magos de sombras era m醩 que evidente y ahora m醩 que nunca. No pod韆 creer que uno de los chicos se atreviera a usar magia arcana dentro de la torre de Liev, justo delante de sus narices, era imperdonable. Toda la repulsi髇 que sent韆 hacia su propia existencia como mago de sombras se volvi� desprecio contra los chicos.
—Esto no habr韆 pasado si hubieras aceptado tus limitaciones y hubieras vuelto a tu vida, pero no, ten韆s que intentar por la fuerza ir m醩 all� de lo que te corresponde. Todos los magos in鷗iles son iguales. Deb� haberos expulsado desde el principio, los magos de sombras sois una verg黣nza —le reproch� Delf韓, d醤dose la vuelta sin ocultar su asco hacia Xavier.
Al salir de la celda, Delf韓 se encontr� con la maestra Emeral.
—Este parece no saber nada y tiene una buena coartada. Incluso los caballeros confirman que pasa todo el tiempo en la biblioteca. Es posible que Aleum actuara solo. Ninguna de sus coartadas tiene sentido —coment� Emeral.
—Clinton van Ferra no ten韆 ning鷑 motivo y no parece saber nada. Examinamos sus pertenencias, nada fuera de lo com鷑. Examinamos el libro de Aleum y la energ韆 m醙ica de Clinton nunca se us� en ese libro. Adem醩... —Emeral entreg� una vieja hoja a Delf韓.
—Diagramas de magia arcana. Aunque falta la otra mitad..., esto, esto es un diagrama de Van Vatnik —se sorprendi� Delf韓 tras examinar la hoja de papel.
—縀st醩 seguro? —pregunt� Emeral.
— Totalmente. Ese monstruo sigue siendo un azote incluso en esta 閜oca.
—Estos chicos deben saber algo m醩 —dijo Delf韓 volviendo a accionar el mecanismo de la roca sanguijuela. Nuevamente la energ韆 m醙ica fue drenada del cuerpo de Xavier.
—D閖ela activa hasta que regresemos —orden� Delf韓 al caballero.
—Pero... —La mirada del maestro le hizo guardar silencio. El caballero sab韆 lo desagradable y da駃no que era para los magos la roca sanguijuela, sin embargo, no pod韆 oponerse a un maestro de la torre. En cualquier caso, si el chico era inocente, esto era demasiado. Una roca sanguijuela de esa potencia en un mago tan joven..., eso era tortura.
Los maestros volvieron a juntarse fuera de la celda de Aleum. Decidieron darle un poco de tiempo al chico para que valorara la situaci髇. Se fueron a tomar un t�, mientras el g髄em se hab韆 trasformado en una roca que manten韆 a Aleum atrapado. Un par de caballeros vigilaban la celda. Una roca sanguijuela drenaba la energ韆 m醙ica de Aleum de forma constante, manteni閚dolo en un estado de malestar. Estaba desnudo, los maestros y caballeros hab韆n revisado cada cent韒etro de su cuerpo para buscar tatuajes o cicatrices en forma de diagramas. Una hora despu閟, los maestros volvieron.
—Se駉r Aleum, 縫odemos hablar ahora o requiere m醩 tiempo para pensar? —pregunt� Delf韓.
—Maestro Delf韓, le juro por los cielos que no s� lo que pasa. No s� nada sobre magia arcana ni nada relacionado, solo soy un campesino con un poco de suerte, nada m醩 —repiti� un p醠ido y d閎il Aleum.
—S�, s�, s�, ya lo ha dicho muchas veces. Sin embargo, su libro se encontr� en la zona de un hechizo de magia arcana, con una p醙ina de magia arcana, con un animal como sacrificio y varios diagramas de magia prohibida. No tiene coartada, el se駉r Clinton niega haber hecho ning鷑 trato o negocio. La situaci髇 no pinta bien para usted —le inform� Delf韓.
—Clinton no... —dijo Aleum cayendo en la desesperaci髇. Las cosas se hicieron claras de repente. Clinton le tendi� una trampa, los nobles y los maestros odian a los magos de sombras. Probablemente no hab韆 ninguna magia arcana ni nada por el estilo. Quer韆n expulsarlos. Todos estos problemas no eran m醩 que una forma de deshacerse de ellos.
—緿髇de est� el resto del hechizo, se駉r Aleum? —pregunt� Delf韓—. Si nos lo entrega podr韆mos considerar una reducci髇 de su castigo.
—Yo no he sido, maestro, es en serio, no s� de qu� hechizo me est醤 hablando. Yo no s� nada sobre magia arcana. Me han tendido una trampa. Por favor, no me hagan esto, de haberlo sabido no hubiese venido a la torre, solo pens� que era una forma de salir de la pobreza, tres comidas al d韆, ni siquiera soy buen estudiante, me paso el d韆 durmiendo hasta la hora de las comidas, no quiero tener nada que ver con esto, quiero irme a casa —grit� Aleum llorando.
—Entiendo su postura. Le dejaremos descansar un poco ahora, hablaremos m醩 adelante —dijo Delf韓. Los maestros salieron de la habitaci髇.
La roca sanguijuela volvi� a activarse y Aleum perdi� lo poco de energ韆 m醙ica que hab韆 recuperado. El mareo y malestar le hizo volver a vomitar. Tras varias horas, los maestros volvieron nuevamente. Aleum estaba a鷑 m醩 d閎il que antes, el olor a v髆ito a sus pies, la deshidrataci髇, el mareo.
—Se駉r Aleum, no tiene usted buen aspecto. 緼lgo en lo que podamos ayudarle? —dijo Delf韓.
—Agua, agua, por favor —suplic� Aleum con voz d閎il.
—Por supuesto —accedi� el maestro Gaelium. Con un movimiento de su mano, un chorro de agua fr韆 cay� sobre Aleum, ba襻ndole de arriba abajo.
Aleum no logr� beber mucho, pero alguna bocanada consigui�. Ahora estaba empapado y temblando por el fr韔. La temperatura a su alrededor comenzaba a descender, Gaelium reduc韆 la temperatura de forma constante mientras Aleum tiritaba.
—Se駉r Aleum, parece tener mucho fr韔, 縟esea calentarse un poco? —pregunt� Delf韓.
La temperatura alrededor de Aleum aument� de golpe. Pocos minutos despu閟 estaba sudando, cada minuto que pasaba se encontraba m醩 d閎il desde un punto de vista f韘ico y mental. Los maestros hab韆n quebrado su escasa voluntad hac韆 horas, pero continuaron tortur醤dolo. Pasaban del fr韔 al calor una y otra vez.
—Ahora, se駉r Aleum, 縬u� hechizo ha usado?, 縬ui閚es son sus c髆plices? —pregunt� Delf韓.
—Ya no me importa, ya me da igual, admitir� lo que quieran, solo d閖enme en paz —respondi� Aleum.
—緼dmite usted haber usado magia arcana? —pregunt� Delf韓.
—S�, s�, us� magia arcana, solo expulsadme de aqu�, no quiero volver a verlos —contest� el cansado Aleum.
—Me temo que no es tan simple... 縌ui閚es son sus c髆plices? 緿e qui閚 aprendi�? —pregunt� Delf韓.
—Nadie —contest� Aleum.
Delf韓 hizo un movimiento con su mano, la temperatura empez� a aumentar de nuevo.
—an Vatnik! —grit� Aleum, solo quer韆 que el maestro parara de torturarlo—. Hab韆 unos apuntes de Van Vatnik en la biblioteca, los us� por curiosidad, no quer韆 ser un mago de sombras in鷗il.
Aleum se estaba inventando todo esto, solo hab韆 escuchado el nombre Van Vatnik en la clase de Delf韓 porque Glover lo mencion�, pero no sab韆 qu� m醩 hacer. Sab韆 que Delf韓 y los maestros odiaban a los magos de sombras, lo torturar韆n hasta el fin del mundo y de vuelta, solo quer韆 que pararan, pero sin saberlo hab韆 confirmado lo que Delf韓 sospechaba, la menci髇 de Van Vatnik hab韆 sellado su futuro.
—緿髇de est醤 esos apuntes? pregunt� Delf韓.
—Los destru� despu閟 de hacer el hechizo —minti� Aleum.
—Ya veo, se駉r Aleum. Estoy muy decepcionado con usted. Jam醩 creer韆 posible que un mago de nuestra torre cometer韆 tal sacrilegio —dijo Delf韓 haciendo gestos faciales de decepci髇—, Maestra Amelia, llevemos a este criminal al teatro para su juicio. —Delf韓 se dio la vuelta y habl� a los caballeros—. Traed a los estudiantes al teatro, quiero que presencien la justicia en acci髇.
Aleum logr� respirar m醩 tranquilo. Pronto lo usar韆n como ejemplo para los otros estudiantes y lo expulsar韆n. Sab韆 que Clinton y los maestros le estaban incriminando, pero no hab韆 nada que pudiese hacer. Al menos frente a los otros estudiantes no le torturar韆n, o eso quer韆 creer.
—縌u� hacemos con el otro mago de sombras? —pregunt� uno de los caballeros.
—h, ese! Traedlo al teatro tambi閚 —contest� Delf韓 sin darle importancia.
Ya era de madrugada cuando los caballeros levantaron a todos los estudiantes y les obligaron a reunirse en el teatro. Hab韆n pasado unas cuarenta y ocho horas desde que Clinton us� magia arcana. Xavier apenas estaba consciente cuando le levantaron de la silla met醠ica. Se le entreg� una muda de ropa de su habitaci髇 y luego fue llevado a rastras en cadenas al teatro junto a los dem醩. La piedra sanguijuela usada en 閘 era tan grande como la usada contra Aleum. Tras tantas horas de drenar su energ韆 m醙ica apenas pod韆 caminar. Se encontraba sentado en una silla frente a sus colegas magos cuando los maestros iniciaron su juicio improvisado.
—Magos, sois la nobleza y el orgullo de la Dinast韆 y del mundo, es vuestro deber proteger a la humanidad de la maldad que le amenaza. Dicho esto, vamos a proceder a juzgar al se駉r Aleum de Taeria por un terrible crimen. Al se駉r Aleum se le acusa de haber usado un hechizo de magia arcana. —El maestro hizo una se馻l, los caballeros trajeron una rata muerta conservada en magia de hielo y el libro de Aleum. Los diagramas hab韆n sido borrados. Los maestros y caballeros relataron los hallazgos ante todos los alumnos, e incluso contaron el intento de Aleum de inculpar a Clinton, el cual ten韆 coartadas y neg� constantemente su relaci髇 con el asunto. Esto hizo que el odio de los nobles hacia Aleum aumentara a鷑 m醩, favoreciendo a los maestros y sus acusaciones. Cada vez que el acusado intentaba defenderse de las acusaciones o las mentiras de Clinton, la maestra Amelia hac韆 que la roca aplastara sus manos para que callara.
—Hay mucha evidencia que le inculpa, los diagramas han sido borrados para que no se difunda esta verg黣nza. Ahora, se駉r Aleum de Taeria, mago de sombras del Reino de Orphen, 縞onfiesa usted haber usado magia arcana? —pregunt� Delf韓 frente a la clase.
Aleum guard� silencio, mir� a los estudiantes frente a 閘, mir� al estado deplorable de Xavier, mir� hacia Clinton y sus ojos se llenaron de rabia. Su mand韇ula se apret� y sus dientes rechinaban. Clinton permanec韆 impasible, su cara era una m醩cara de piedra tallada sin expresiones.
—S�, decidi� contestar al final a rega馻dientes.
—Lo hab閕s escuchado. El se駉r Aleum es culpable de un horrible crimen, un acto de lo m醩 deplorable, una verg黣nza para todos los magos y para nuestra sociedad —concluy� Delf韓.
Todos los estudiantes ten韆n rostro de sorpresa, incluyendo a Clinton, que por dentro sonre韆, su secreto estaba a salvo.
—El castigo ser� simple... ena muerte! —sentenci� Delf韓.
—No, yo... —Aleum no tuvo tiempo de protestar. Pens� que lo expulsar韆n, era solo un chico, no era ning鷑 criminal, no hab韆 muerto nadie, no se hab韆 destruido nada, pero no tuvo tiempo de decir nada. Solo pudo gritar durante unos segundos cuando Delf韓 levant� sus manos y un tornado de flamas cubri� el cuerpo de Aleum, quem醤dole hasta dejar solo la roca y cenizas.
Tras esto, los ojos de Xavier estaban abiertos de par en par. El miedo y el shock le hicieron olvidar parte del da駉 causado por la piedra sanguijuela. Su mente volaba, imaginando que lo que le ocurri� a Aleum podr韆 pasarle a 閘. Delf韓 fij� su vista en 閘, estaba a punto de levantar su mano cuando la maestra Emeral se acerc�. Los estudiantes estaban horrorizados, un maestro de la torre acababa de asesinar a un estudiante sin siquiera titubear.
—Joven, su situaci髇 es muy delicada. Creemos que tiene alguna relaci髇 con lo ocurrido. Esto es muy serio —dijo la maestra Emeral.
—No tengo nada que ver. Lo juro, yo paso todos los d韆s estudiando en la biblioteca, no tengo tiempo para nada m醩. Los dem醩 estudiantes lo pueden decir, yo no tengo nada que ver, no sab韆 nada —dijo Xavier desesperado, mirando a los otros estudiantes. Era odiado por todos, pero ten韆 alguna esperanza de que alguien hablara a su favor. Lo ve韆 poco probable, pero no ten韆 elecci髇.
—縀s esto cierto? —pregunt� la maestra mirando a los j髒enes magos.
Clinton quer韆 negar todo y que Xavier corriera la misma suerte que Aleum, pero la intervenci髇 de Maurius arruin� sus planes. Decidi� no interferir, no quer韆 crear controversia.
—S�, es cierto, Xavier estaba siempre en la biblioteca intentando aprender magia de fuego. Dudo que tuviese tiempo para algo m醩 —asegur� Maurius.
La maestra mir� a Clinton, el cual asinti� mientras por dentro maldec韆 a Maurius por su interferencia.
—Los caballeros tambi閚 pueden confirmarlo —agreg� Maurius.
Los caballeros asintieron. Esto creaba el beneficio de la duda. Los maestros ya hab韆n demostrado su poder y autoridad al calcinar a Aleum, el chico hab韆 servido de ejemplo. Los maestros de la torre de Liev ten韆n control absoluto dentro de la torre, calcinar a un mago brujo era algo que nadie criticar韆, especialmente si se trataba de un miserable mago de sombras, plebeyo de origen y encima pobre. Ahora deb韆n hacer algo con Xavier, pero tampoco era buena idea aterrorizar a muerte a sus estudiantes. Ya hab韆n mostrado la vara, ahora tocaba la zanahoria.
—Muy bien —acept� la maestra—. Parece que tiene usted una coartada, se駉r Xavier.
—Sin embargo —intervino Delf韓—, fall� usted en identificar las acciones de su compa馿ro. Todos los magos de bien tienen el deber y la obligaci髇 de detener a los magos brujos, ha puesto usted en peligro al reino y eso no lo podemos dejar pasar.
Todo el mundo sab韆 que eso no ten韆 sentido, pero nadie protest�.
—Xavier de Vonder, queda usted expulsado de la torre de Liev por fallar en proteger el reino, ya no es usted bienvenido. Por mi poder como maestro de la torre de Liev y excomandante de las Unidades de Regulaci髇, le destierro de la torre y de la dinast韆 de Poem. Si pisa usted las tierras de este reino, ser� ejecutado en el acto —sentenci� Delf韓. Luego se acerc� a uno de los caballeros y le susurr� algo al o韉o.
Tras recibir sus 髍denes, el caballero se acerc� a Xavier, le quit� las cadenas y le sujet� por la parte posterior del cuello con fuerza. El guante de la armadura apretaba a Xavier con firmeza mientras lo arrastraba por los pasillos hasta la entrada de la torre. Xavier intentaba levantarse y caminar, pero la fuerza del caballero lo forzaba a permanecer en el suelo y ser arrastrado. El caballero continu� hasta lanzarle a la arena donde empezaba el Desierto Infinito. Xavier aterriz� en el suelo de cabeza, su boca y su cara se llenaron de arena fr韆. El sol se alzaba en el horizonte; a lo lejos, en direcci髇 al este, se ve韆n las monta馻s cubiertas de nieve. Xavier mir� hacia el caballero y la torre sin levantarse del suelo y luego mir� hacia el horizonte del desierto, solo arena por kil髆etros. El viento fr韔 del invierno hizo erizar su piel. A unos metros a su izquierda se iniciaba la selva de Morr, emanando esa sensaci髇 extra馻 que hac韆 estremecer. La magia de la selva permit韆 el contraste, se pasaba de inmediato de la arena des閞tica al verde frondoso de un mont髇 de 醨boles y arbustos, mientras al sur, las hojas de hierba estaban semicongeladas y cubiertas de escarcha.
El caballero que le arrastr� se acerc� a uno de sus colegas de la puerta, le dijo algo al o韉o y entr� en la torre. El caballero de la puerta sac� su espada y empez� a caminar hacia Xavier. Xavier entendi� lo que pasaba, el maestro Delf韓 no ten韆 la intenci髇 de dejarlo con vida. Xavier ech� a correr hacia la selva. Al ver su carrera, el caballero volvi� a la torre, tom� una ballesta y apunt� hacia Xavier. La flecha se clav� en un 醨bol justo cuando Xavier lo hab韆 pasado. Hab韆 escapado de la muerte por los pelos. El caballero se acercaba al borde de la selva con la ballesta. Sin m醩 remedio, Xavier contin鷒 adentr醤dose entre los 醨boles y corri� durante varios minutos en lo que le parec韆 una l韓ea recta, pero cuando par� a tomar el aire... se hab韆 perdido.
El caballero regres� a su posici髇 y se olvid� de Xavier de inmediato. La selva de Morr ten韆 una particularidad: nunca nadie que no fuese un mago de 閘ite hab韆 salido vivo de ella y eso no inclu韆 a los magos de sombras. En lo que concierne a la torre de Liev, Xavier de Vonder estaba muerto.