Capítulo XVII Una academia para magos
Hab韆n pasado varios meses desde el exilio de Xavier y la ejecuci髇 de Aleum. Muchos pensaron que el evento fue barb醨ico, pero nadie se atrevi� a decirlo. A pesar del tr醙ico acontecimiento, las clases se reanudaron como si no hubiese ocurrido nada, los estudiantes entendieron lo poderosos que eran sus maestros, lo alto de su nivel en la escala de jerarqu韆 y lo despiadados que pod韆n ser. Tiempo despu閟 hab韆n vuelto a sentirse complacientes, despu閟 de todo, los estudiantes afectados eran plebeyos y magos de sombras, para colmo. Eran unos in鷗iles cuya 鷑ica funci髇 era arriesgarse en los escuadrones de subyugaci髇. Sin embargo, la torre de Liev les dio una sorpresa cuando el capit醤 de la guardia entr� en el aula al final de la clase.
—Llev醝s casi un a駉 en la torre, ten閕s conocimiento b醩ico de magia, es hora de mejorar otras habilidades. A partir de hoy, adem醩 de recibir tutor韆 exclusiva de los maestros de sus respectivos elementos, empezar� vuestro entrenamiento de combate. Entrenar閕s f韘icamente y combatir閕s contra los caballeros —anunci� Delf韓.
Varias voces emitieron quejas y protestas.
—Por favor, no hay ninguna necesidad de esto, somos magos, los caballeros no pueden ni acercarse a nosotros, una sola lanza de hielo y cualquier caballero acabar� clavado en la pared. Esto ser� una p閞dida de tiempo, deber韆n de enfocarse m醩 en ense馻rnos magia avanzada —reproch� Astrid en voz alta.
—Oh, ya veo. Bien, vamos a hacer un ejercicio pr醕tico. Sigan al capit醤, clase terminada —concluy� Delf韓 con tono tajante.
Con las protestas a鷑 sonando, los j髒enes magos siguieron al capit醤. Les llevaron a la puerta principal de la torre de Liev. Los estudiantes no hab韆n salido de la torre en meses. El cielo azul, el campo abierto, la sensaci髇 de libertad& Por un minuto, el mundo les pareci� un lugar infinito. Si bien era cierto que ese tipo de entrenamiento de clausura podr韆 ser perjudicial para la mentalidad de los j髒enes, era una forma de subyugarlos y controlarlos, si no pod韆n tolerar este grado de estr閟 estar韆n perdidos en una batalla; muchos nobles eran demasiado arrogantes y listillos para su propio bien, privarlos de su libertad era una buena herramienta para los maestros.
—Andando —orden� el capit醤 mientras indicaba a los estudiantes a seguir hacia el desierto.
玀ierda, nos van a dar una paliza�, pensaron Clinton y Maurius a la vez.
Sus padres, como magos que eran, les hab韆n contado alguna an閏dota similar de cuando eran estudiantes de la torre.
De repente empezaron a sentirlo, su energ韆 m醙ica era drenada r醦idamente, a nivel f韘ico estaban bien a鷑, pero la energ韆 m醙ica perdida era suficiente para limitar su uso de magia, aunque no para infligir malestar por depleci髇.
Sin embargo, las cosas se tornaron peores cuando un grupo de caballeros sali� de sus escondites en la arena. Era una emboscada. Los estudiantes se quedaron paralizados, muchos pensaron que la cosa acabar韆 all�, pero cuando los caballeros empezaron a usar sus espadas y bastones de madera para darles una paliza entendieron la situaci髇.
Unos minutos despu閟, los estudiantes regresaban a la academia apaleados. A pesar de sus protestas, reclamaciones y promesas de venganza por parte de sus familias nobles, los caballeros segu韆n golpe醤doles sin compasi髇. Una vez en la amplia sala principal de la torre, Delf韓 se dirigi� a ellos.
—Esto es la torre de Liev, s una academia!, no es una escuela, no es un club social, sois magos y os estamos entrenando para usar vuestras habilidades en combate. Ir閕s a guerras y conflictos varios, algunos de ustedes se batir醤 en duelo contra magos, brujos, criminales, bestias y monstruos. No siempre podr閕s confiar en vuestra magia para salir de una mala situaci髇. Tendr閕s una semana para recuperaros de las lesiones y luego empezar閕s a entrenar con los caballeros. Volved a vuestras habitaciones.
Una semana despu閟, tras terminar la clase, el capit醤 de la guardia los llevaba al sal髇 de entrenamiento y, despu閟 de una hora de trabajo f韘ico, les hac韆 luchar con espadas contra los caballeros en el desierto. Los caballeros desarmaban a los magos con mucha facilidad y les agred韆n con espadas de madera sin compasi髇. En cada guerra siempre hab韆 m醩 caballeros y soldados que magos. Su contribuci髇 era desigual, los magos eran m醩 escasos e importantes desde el punto de vista estrat間ico, por lo que los magos siempre estaban en la retaguardia y los caballeros y soldados cargaban con el grueso sangriento de la batalla y ca韆n como moscas cuando los magos entraban en acci髇, a veces por fuego amigo, as� que cuando ten韆n una oportunidad de humillar a un mago no la desperdiciaban.
—Est鷓ido caballero —insult� uno de los j髒enes magos mientras lanzaba una lanza de hielo, sin embargo, su ataque no lleg� a ning鷑 lado. Uno de los maestros siempre observaba los entrenamientos. El uso de magia de ataque estaba prohibido en los entrenamientos de combate.
—Vaya, parece que a鷑 no entienden por qu� tienen que hacer estos ejercicios. Pueden usar sus armaduras, demostrad a los j髒enes magos qu� puede hacer un caballero —autorizo Robalt.
Los caballeros de la torre ten韆n armaduras encantadas, que aumentaban la velocidad, tiempo de respuesta, y fuerza muscular dos o tres veces por encima de lo normal. La diferencia se not� de inmediato, tom� a los magos por sorpresa y en segundos estaban todos en el suelo.
—No crean que un caballero con armadura encantada es in鷗il, pod閕s perder la vida.
Tras ese incidente, los maestros autorizaron a los caballeros a abrir los recipientes que conservaban sus piedras sanguijuelas por si alg鷑 estudiante usaba magia. No era rentable usar de forma continua las armaduras encantadas, sus usos eran limitados, por lo que las rocas sanguijuelas eran m醩 coste-eficientes. El cansancio, los golpes y la energ韆 m醙ica constantemente drenada debilitaba a鷑 m醩 a los magos y aumentaba el efecto de las palizas.
Unos meses despu閟, los j髒enes ya pod韆n defenderse con cierta decencia. Los magos en general no eran muy atl閠icos y menos los nobles. La fuerza f韘ica de los caballeros superaba con mucho la de los magos, sobre todo si eran potenciados por armaduras encantadas, as� que aunque los magos progresaban, los cambios no eran muy llamativos, segu韆n siendo apaleados. Sin embargo, los magos descubrieron que los maestros no interfer韆n cuando usaban magia para defenderse a s� mismos o a otros magos. Aunque usar magia para esos fines era complicado, las piedras sanguijuelas limitaban la utilizaci髇 de magia y si intentaban usar magia de mucha potencia ca韆n con s韓tomas de abuso de energ韆 r醦ido y los caballeros aprovechaban la situaci髇 para atacar. Los magos de tierra eran los m醩 tolerantes, su magia estaba muy orientada a la defensa, mientras los de viento y fuego sufr韆n m醩.
Clinton, Maurius y Astrid hac韆n buen equipo. Mientras Astrid usaba su magia de hielo para evitar da駉s por los ataques de los caballeros en s� misma o en sus compa馿ros, ellos atacaban a los caballeros con sus espadas de madera. Ir髇icamente, Astrid era buena estratega, su actitud autoritaria era muy molesta, pero lograba poner orden en las filas de los magos.
—Hoy ser� un entrenamiento especial —anunci� el capit醤 de la guardia—. Iremos al desierto directamente, en lugar de al sal髇 de entrenamiento.
—縊tra emboscada?, No tiene mucho sentido si lo sabemos —coment� Astrid.
—Hoy no vais a pelear contra los caballeros. Hoy pelear閕s contra monstruos. En esta ocasi髇 no hay limitaciones, ni seguridad, no se trata de un entrenamiento. Entraremos a una zona m醩 profunda del desierto en la que no hab閕s estado. Los monstruos intentar醤 mataros y vosotros deb閕s sobrevivir. Andando.
Tras dejarlos en el desierto, los caballeros se dieron la vuelta y regresaron a la torre. Mientras tanto, los maestros observaban a distancia a sus estudiantes. Aunque era un entrenamiento de combate real, un mago muerto era una p閞dida irreemplazable para el reino. Robalt, rey de los Cielos, con su delgado cuerpo y sus dos metros de estatura, estaba listo para usar su magia de viento y llegar volando junto a los estudiantes en cualquier momento. Desde el aire pod韆 invocar rayos capaces de carbonizar a cualquier monstruo del desierto o invocar tornados y vientos que retrasasen su avance.
—Este grupo es muy prometedor, la calidad de los magos ha sido buena y tuvimos pocos magos de sombras esta cosecha. Ser韆 una l醩tima perder alguno de ellos, as� que estad atentos —record� Delf韓 a sus colegas.
—緼 cu醤tos gusanos crees que lograran vencer antes de que tengamos que rescatarlos? —pregunt� Gaelion.
—Unos veinte, tal vez —contest� Delf韓.
Cada maestro se encargaba del entrenamiento pr醕tico de su elemento af韓. Mientras tanto, Delf韓 se encargaba de la teor韆 y generalidades de la magia. Su capacidad para ense馻r era superior a la de los dem醩 maestros, aunque su capacidad como mago era inferior a ellos. Adem醩, era el 鷑ico maestro que se quedaba de forma permanente en la torre. Los dem醩 deb韆n salir en varias ocasiones a hacer misiones de subyugaci髇 de territorios extensos o enfrentar monstruos muy superiores a la capacidad de los magos ordinarios. La realeza les encomendaba misiones especiales. Aunque participar en guerras estaba prohibido para los maestros de las grandes academias, la tarea de erradicar las zonas de calamidad producidas por los n鷆leos de miasma era responsabilidad de todos los humanos y sus misiones tambi閚 aportaban materiales raros para la construcci髇 de equipo, armas y armaduras encantadas. No todos los magos pod韆n enfrentarse a un basilisco, un topo ciego o un g髄em gigante, entre otros. Algunas partes de esos monstruos eran verdaderos tesoros.
—縃acemos alguna apuesta, seg鷑 el n鷐ero de gusanos? —opin� Amelia.
—緼postar con nuestros estudiantes?, eso es un acto poco noble, indigno de los maestros de la torre —reproch� Delf韓 con rostro de indignaci髇—. Apuesto diez monedas de oro a que matan unos veinte —dijo sacando las monedas de su bolsillo.
—Por un momento me cre� tu indignaci髇 —coment� Gaelion—. Casi olvido lo mucho que te gustan las apuestas. Cubro tu apuesta, pero creo que no pasar醤 de quince gusanos.
Delf韓 ten韆 tres defectos b醩icos: le gustaban las apuestas, odiaba a los plebeyos y, sobre todo, detestaba a los magos de sombras. Era su gran verg黣nza ser un miembro de ese gremio de in鷗iles.
—Yo dir韆 que menos de quince —apost� Robalt.
—Yo dir韆 que treinta. Los magos de tierra este a駉 son muy resistentes. Mientras mis estudiantes no caigan, el grupo podr� seguir combatiendo —opin� Amelia.
—Pues yo creo que no tendremos que rescatarlos. Os vais a llevar una sorpresa muy interesante. Sobre todo con esos tres —a馻di� Emeral.Stolen from its rightful author, this tale is not meant to be on Amazon; report any sightings.
Astrid, Maurius y Clinton se hab韆n hecho notar en la torre. Sus habilidades eran de 閘ite, aunque les limitaba su afinidad elemental. Eran estudiantes muy dedicados, muy inteligentes y cuando lograban sobrepasar sus diferencias, su trabajo en equipo era extraordinario. Clinton, sobre todo, era muy creativo, desarrollaba formas para explotar la magia multifac閠ica de Maurius y crear verdaderos milagros. Mientras los maestros conclu韆n las condiciones de su apuesta, los chicos vagaban por el desierto.
—Aqu� no pasa nada, me aburro —se quejaba Astrid.
—No por mucho tiempo. Algo se acerca desde abajo —alert� Dorsia. Los dem醩 magos de tierra asintieron, confirmando su informaci髇—. Retrocedan. —Los magos de tierra se encontraban descalzos sobre la arena, lo cual facilitaba usar su magia de tierra. La arena se volvi� roca y unos segundos despu閟, unos metros m醩 adelante, cinco gusanos de seis metros de largo salieron de la arena. Parec韆n una lombriz gigante, con escamas y la cabeza de un ciempi閟, de color amarillento; eran r醦idos desplaz醤dose sobre la arena.
—Magos de fuego, lancen bolas de fuego. Magos de tierra, levantad un muro tras el ataque —orden� Astrid.
A Glover y Pirpi no les gustaba recibir 髍denes, pero tras varios ejercicios fallidos todos eran conscientes de que Astrid era la mejor comandante del grupo. Siguieron las indicaciones. Los magos de fuego lanzaron bolas de fuego que estallaron en contacto con sus objetivos o con el suelo. Los magos de tierra y sus muros evitaron la onda expansiva de la explosi髇 y detuvieron el avance de los gusanos que sobrevivieron.
—Magos de tierra, retrocedan —orden� Astrid.
Tras el retroceso de los magos, los muros de piedra se desintegraron. Los monstruos, en lugar de avanzar, estaban aliment醤dose de los cuerpos de los monstruos ca韉os.
—Ahora empieza la fiesta. Al final, no son m醩 listos que las clases anteriores —se馻l� Delf韓 con rostro de decepci髇.
—Hicieron demasiado ruido, debieron haber usado magia de hielo, todas esas explosiones traer醤 una estampida de monstruos. Prep醨ate para intervenir, Robalt. —Amelia hizo su an醠isis de la situaci髇. Estaba decepcionada.
Robalt us� su magia de viento para elevarse en el aire y flotar a una distancia m醩 cercana a los estudiantes. Manipul� el viento para atraer una peque馻 nube a su alrededor, que lo camuflaba. Para un mago com鷑, volar tanto tiempo resultar韆 agotador. La mayor韆 de los magos de viento solo pod韆n volar por unos diez minutos y a una velocidad limitada antes de agotar su magia. Los magos de 閘ite pod韆n hacer mucho m醩, para Robalt volar era como respirar profundamente.
—ierda!, vienen m醩 —avis� Dorsia.
—緾u醤tos m醩? —pregunt� Astrid.
—No lo s�, muchos.
—Magos de tierra, transformad el suelo en piedra una vez m醩. Magos de viento, empezad a crear tornados frente a la piedra. Magos de fuego, preparad una tormenta de fuego. —Astrid no paraba de dar 髍denes.
El plan era simple, una vez que los gusanos entrasen entre los tornados, las tormentas de fuego se alimentar韆n de los tornados, creando tornados de fuego. El plan fue un 閤ito. Muchos de los monstruos atacantes fueron eliminados. Sin embargo, a鷑 quedaban bastantes.
—Magos de tierra& —Astrid mir� a sus colegas, que estaban agotados. Hab韆n estado usando su magia para mantener intactos los muros contra los ataques de los monstruos y de sus propios colegas. La mayor韆 de los magos de fuego tambi閚 estaban agotados, pues la tormenta de fuego era dif韈il de manifestar y mantener en esa escala. Hab韆 muchos gusanos y eran de gran tama駉, cubrirlos en llamas requer韆 mucho esfuerzo—. Magos de hielo, preparad todas las lanzas de hielo que pod醝s, magos de viento, preparad r醘agas de viento para dar impulso extra a las lanzas.
Decenas de lanzas de hielo salieron disparadas a alta velocidad, las r醘agas de viento impulsaron a鷑 m醩 su velocidad, agujereando los cuerpos de los gusanos. Con esto, la mayor韆 de los gusanos hab韆n muerto y los restantes estaban heridos. Al perder la ventaja de los n鷐eros y estar heridos, su instinto les hizo retirarse. Mordieron los cuerpos de algunos de los ca韉os, arrastr醤dolos para devorarlos, y se enterraron en la tierra.
—Vaya, eso ha sido interesante, al final Emeral ha ganado —se lament� Delf韓 con un suspiro. Le gustaba apostar, no perder. Mientras, Emeral sonre韆. Bromeaban sobre qu� har韆 la ganadora con su nueva fortuna. Sin embargo, todos se tornaron serios cuando Robalt sali� de la nube que lo camuflaba y vol� a toda velocidad hacia los estudiantes. Eso era una mala se馻l.
—Magos, el entrenamiento ha terminado. Buen trabajo, regresen a la torre —orden� Robalt.
—Yo quiero un trozo de ese bicho como trofeo —dijo Pirpi mientras se acercaba a los cuerpos de los gusanos ca韉os para intentar arrancar alguna antena de la cabeza o algo.
—Os he dicho que... —Robalt se qued� pensando un momento. Estaba en el lugar, as� que realmente los estudiantes no corr韆n ning鷑 peligro—. Bueno, si tanto os gusta este lugar, pod閕s prepararos para pelear. Un punzer viene en camino.
—縋unzer? —se preguntaron todos los estudiantes mientras se miraban. Delf韓 les hab韆 hablado y mostrado ejemplos de m鷏tiples monstruos peligrosos, pero el punzer no lo conoc韆n. Pirpi empez� a alejarse de los gusanos y a retroceder hacia sus colegas.
En la distancia se ve韆 un punto brillante que volaba a alta velocidad hacia ellos. Al acercarse m醩 se pod韆n distinguir sus caracter韘ticas. Algo semejante a una avispa de metal plateado, con un vientre delgado y alargado, que parec韆 una enorme aguja met醠ica, volaba hacia ellos. Incluso las armaduras de los caballeros ser韆n in鷗iles si eran atravesadas por el vientre de aguja del monstruo.
—Si quer閕s, puedo intervenir —ofreci� Robalt. 獷s bueno que aprendan sus limitaciones, saber cu醤do rendirse y pedir ayuda es importante para la supervivencia�.
—Antes de eso, nos gustar韆 probar algo. —Astrid rechaz� la ayuda y recomendaciones del maestro.
—Adelante.
—Magos de tierra, preparad un domo de tierra frente a nosotros —orden� Astrid.
—No nos queda energ韆 —replic� uno de los magos de tierra.
—No importa que sea d閎il, su 鷑ica funci髇 ser� retener el calor, generad los dos extremos del domo aparte, los juntar閕s cuando el punzer est� en rango. Dejad peque馻s aberturas en el domo para el paso del aire. Usaremos la cat醠isis. Maurius, tendr醩 que hacer trabajo doble, colaborar醩 con el domo, infunde el elemento de tierra con energ韆 de fuego. A la vez, colabora con tu magia de viento y fuego con Clinton y los dem醩 magos de fuego para crear una tormenta de fuego lo m醩 fuerte que pod醝s. Magos de viento, alimentad las flamas, trataremos de alcanzar la mayor temperatura posible en poco tiempo. Magos de agua, nosotros iremos preparando una zona cero. mpezad! —Astrid dio las instrucciones de su plan.
La afinidad de Maurius por los otros elementos era baja, pero pod韆 infundir su energ韆 en invocaciones grupales. El tener parte de su energ韆 aumentaba la compatibilidad elemental, facilitando combinaciones y reduciendo el conflicto entre magias. El problema es que era agotador, depend韆 de Clinton y los dem醩 magos para su supervivencia.
El punzer ven韆 en l韓ea recta hacia ellos. Los tornados creados por los magos de viento no cambiaron su trayecto ni retrasaron su avance, sin embargo, cuando los magos de fuego a馻dieron la tormenta de fuego, los tornados de fuego hicieron da駉 al punzer, demor醤dole.
獷sos tornados de fuego no detendr醤 un punzer, solo lo enojar醤. Estos chicos est醤 muy verdes�, pens� Robalt, prepar醤dose para intervenir.
—Magos de tierra, completad el domo —grit� Astrid.
Los dos segmentos del domo de tierra se movieron y cerraron sobre el punzer, el cual se encontr� desorientado por unos segundos. La temperatura dentro del domo aument� como un horno, la magia de fuego y tierra infundida en el domo por Maurius, junto a su contribuci髇 a la tormenta de fuego, aument� la resistencia al fuego del elemento de tierra. Era su magia, por lo que era compatible una con otra hasta cierto l韒ite. Los magos de viento infund韆n su elemento dentro del domo, alimentando el fuego. Tras reorientarse, el punzer atraves� el muro de piedra del domo f醕ilmente; su exoesqueleto semimet醠ico estaba muy caliente, pero no hab韆 sufrido da駉 importante. Robalt se dispon韆 a eliminar al monstruo cuando Astrid dio la orden.
—hora!— Grit� Astrid.
Los magos de hielo usaron toda su energ韆 m醙ica para invocar una zona cero, bajando la temperatura del punzer y sus alrededores a cero grados de golpe. Al inicio no parec韆 tener sentido, pero Robalt lo entendi� de inmediato. No era magia, era el efecto que usaban algunos herreros para romper ciertos materiales. El cambio de temperatura brusco fractur� el exoesqueleto del punzer, llen醤dolo de grietas por todos lados. Cay� al suelo, sus alas se quebraron, un l韖uido amarillento y viscoso escapaba de las grietas de todo su cuerpo cada vez que intentaba moverse. Sus patas se doblaban en posiciones an髆alas al intentar levantarse, todo su cuerpo estaba roto. El monstruoso insecto muri� en agon韆 unos minutos despu閟.
—Eso fue sorprendente —admir� Delf韓.
—Sin duda, eso fue una gran estrategia —confirm� Amelia, mientras los dem醩 asent韆n. Gaelion y Emeral sonre韆n orgullosos de sus estudiantes. Astrid era una gran estratega y una maga competente. Clinton era listo, creativo y con nervios de acero.
Mientras todos celebraban su victoria, Maurius colaps�. Clinton detuvo su ca韉a, estaba esperando algo similar. Usar tres elementos a la vez era agotador para 閘 y le llevaba de inmediato a malestar por abuso de energ韆 m醙ica y a veces perd韆 la consciencia. Robalt baj� al suelo, creyendo que estaba herido.
—縌u� le ha pasado?
—Nada, maestro, simplemente est� agotado por abuso de magia. Usar tres elementos a la vez lo agota —explic� Clinton.
—Entiendo que es un pentamago, pero usar tantos elementos con los que tiene poca afinidad consume demasiada energ韆 para la contribuci髇 que puede hacer. Debi� limitarse a usar su magia de aire —recomend� Robalt—. Aunque te recuperes con facilidad del abuso de energ韆, desmayarte en el campo de batalla es una sentencia de muerte.
—Lo sabemos —explic� Clinton—. Es un riesgo calculado, por eso siempre estoy tan cerca de Maurius, yo soy su defensa, su funci髇 no es aumentar el poder de los ataques, es aumentar su compatibilidad.
—Eso... es ingenioso. Muy ingenioso. Maurius es un genio —alab� Robalt. El maestro hab韆 entendido el principio de la estrategia. Maurius pod韆 aumentar la tolerancia de elementos opuestos infundiendo parte de su magia en ellos. La magia de tierra, con su contribuci髇, resist韆 mejor la magia de fuego; su magia de aire aumentaba la compatibilidad y sinergia con la magia de fuego. Mejoraba el control de las flamas y aumentaba la temperatura. Por eso el domo.
—Se equivoca, maestro, la idea es de Clinton, tiene el rango de personalidad y el encanto de una roca, pero es un genio combinando elementos —dijo Astrid mientras le miraba fijamente, como esperando alg鷑 tipo de reacci髇. A pesar del ataque pasivo agresivo, Clinton segu韆 sin mostrar ning鷑 tipo de respuesta—. Ve lo que le digo, es como una patata, no reacciona a nada.
Mientras tanto, Clinton se limitaba a vigilar la respiraci髇 de Maurius. Estaba inconsciente, pero su vida no estaba en peligro.
Tras los eventos que llevaron a la expulsi髇 de Xavier y la ejecuci髇 de Aleum, Astrid, Maurius y Clinton se hab韆n vuelto cercanos. Astrid era inteligente y buena estratega, aunque egoc閚trica y presumida. Clinton era un genio, pero era sumamente serio y fr韔. Maurius era talentoso para la magia y de personalidad muy alegre y abierta. Clinton ideaba toda clase de combinaciones de magias con las que 閘 y Maurius experimentaban. Poco a poco se hab韆n convertido en lo que los maestros llamaban 獷sos Tres� y lideraban su generaci髇 de magos.
Siempre hab韆n mostrado su talento, pero los eventos de la clase pr醕tica de hoy superaban toda expectativa. Cuando los dem醩 maestros escucharon la t閏nica ideada por Clinton y su utilidad en combate, se quedaron sorprendidos.
—L醩tima que su uso sea limitado por la baja afinidad de Maurius con otros elementos. El coste de esa habilidad es muy caro y es riesgoso —evalu� Delf韓 con una mueca—. Un mago inconsciente en el campo de batalla es hombre muerto. —Todos se mostraron de acuerdo con esa afirmaci髇.
—En cuanto a Clinton, si su afinidad por su elemento no fuese tan baja, podr韆 ser una buena adquisici髇 para la torre. Es un genio, pero no est� a su nivel, maestro Delf韓. Seguro que podr韆 ser una excelente adquisici髇 para una academia menor —dijo Amelia.
Tras esta conversaci髇, los maestros decidieron recomendar a 獷sos Tres� que no usaran su estrategia de 獵at醠isis M醙ica�, que era como la hab韆n llamado en combate, ya que pon韆 a Maurius en peligro y eso no era aceptable en general. Aunque fuera de la torre los maestros no pod韆n prohibir nada y eran libres de usarlo si quer韆n, ser韆 tr醙ico que el 鷑ico pentamago de la historia muriera en batalla. Al menos mientras estuvieran en la torre, los maestros pod韆n prohibir lo que quisieran.
Para mostrar lo serio de la situaci髇 redujeron las notas finales de toda la clase. Realmente lo hicieron por otro motivo: los chicos hab韆n logrado una puntuaci髇 perfecta, sin embargo, solo clases con magos legendarios, futuros maestros con afinidades m醙icas extraordinarias o futuros magos con t韙ulos hab韆n logrado tal haza馻. Estos j髒enes magos eran magos de calidad, pero muy lejos de ser maestros, simplemente sus afinidades m醙icas eran muy bajas. Mala suerte, el ingenio y esfuerzo no siempre son suficientes para vencer al talento natural.
Mientras el tiempo pasaba, los j髒enes magos lo aprovechaban estudiando teor韆, entrenando con los caballeros, practicando su magia junto a sus maestros o en ejercicios de combate con monstruos del desierto.