Capítulo XVIII Un buen golpe
Varios meses hab韆n pasado desde que Xavier y el resto de la banda escaparon de Veldat al Reino de Orphen. Pasar la frontera hab韆 sido f醕il gracias al gusano de Melman de Emil. Orphen era un reino neutral respecto a los otros dos reinos en su frontera. Era un reino de comercio, dado que ten韆n territorio poco favorable para el cultivo y cr韆 de animales; su crecimiento era limitado, y las caravanas de comerciantes entre reinos eran la base de su econom韆.
Fueron cambiando de una villa a otra. Con tanto viajero y comerciante rodando alrededor, era f醕il mezclarse con la poblaci髇. Vralia ten韆 alg鷑 contacto en Orphen y le fue f醕il conseguir algunos trabajos de poca monta. Mantuvieron un perfil bajo, adem醩, Xavier y Pip intentaron mantener su relaci髇 con la banda tan en secreto como fue posible, pues la experiencia de Nelsen les hizo recordar lo ventajoso que era tener a un desconocido en el grupo que pudiera vigilar objetivos sin levantar sospechas ni hacer asociaciones, adem醩 de otras ventajas. Xavier y Pip vigilaban a la poblaci髇 general, a los guardias y caballeros, reun韆n informaci髇 y detectaban posibles traiciones; escuchaban rumores y en secreto informaban a la banda. Si alguno de los dos detectaba algo sospechoso sobre un trabajo, Vralia cancelaba la operaci髇 al completo. Solo se juntaba toda la banda cuando estaban a punto de marcharse de una zona.
Xavier aprovech� el tiempo para aprender un poco de todos. Venenos y hierbas medicinales de Racia; c髆o moverse con sigilo, atacar 髍ganos vitales, puntos d閎iles y nociones de tortura de Emil; Pip le ense耋 a pasar desapercibido en los pueblos y a robar los bolsillos de los nobles distra韉os; Gando le serv韆 de pr醕tica de combate. La banda hab韆 hecho varios trabajos de poca monta para pagar gastos, comida, cerveza, ron y vivienda.
Llevaban unas semanas qued醤dose en un pueblo llamado Tram. A鷑 ten韆n algo de dinero del trabajo de los d韆s anteriores. Xavier hab韆 gastado poco, se hab韆 comprado algo de ropa de los plebeyos de la zona, ropa simple, pero al menos no eran los trapos miserables y llenos de agujeros de los campesinos de la frontera. El resto del dinero lo guardaba, no sab韆 cu醤do las cosas se pondr韆n mal y tendr韆 que huir por su cuenta. Vralia hab韆 conseguido un buen trabajo en una ciudadela, un golpe gordo a un noble en decadencia que se hab韆 creado muchos enemigos. La banda se reuni� en un bar llamado La Tromba antes de abandonar aquel pueblucho.
Era un bar de mala muerte, cerveza caliente, mala pero barata, ron malo, mesas r鷖ticas, jarras de madera, alguna rata corriendo por las esquinas, un perro sarnoso en la entrada, lleno de criminales, mercenarios, y en el mejor de los casos, gente de dudosa reputaci髇.
—Aleum, 縞u醤do nos vas a invitar a un trago? Con todo el dinero que ahorras debes de ser rico ya. —Pip tir� la carnada: siempre hay que tratar de conseguir un trago gratis.
Xavier se limit� a mirarle con una mirada como si le hubiesen dicho que iban a matarlo. 獵on la mierda que me pag醝s, ni de co馻�, pens�. Esto no era completamente cierto. Lo que ganaba en la banda era el m韓imo, pero era m醩 de lo que ganaba toda su familia en un a駉 en el campo en Humol. Hab韆 ahorrado diez monedas de plata en medio a駉. Para un miserable como 閘 era una fortuna. Al final, el crimen s� pagaba, y pagaba bien.
—Aleum el R醕ano —brome� Racia golpe醤dose el codo—. El hombre m醩 taca駉 que conozco, y mira que he conocido nobles con codos de acero.
—Por el maestro fundador de la cofrad韆 del pu駉 cerrado —agreg� Emil levantando su jarra en un brindis a la taca馿r韆 de Xavier.
Todos se re韆n a costa de Xavier cada vez que se sentaban a tomar en alg鷑 bar. Era eso o Emil empezaba una pelea con alguien m醩 d閎il que 閘. Pod韆 ser un fantasma en la selva, pero en los lugares poblados llamaba mucho la atenci髇, sobresal韆 como un juanete inflamado.
Xavier no les prestaba mucha atenci髇; se encontraba absorto en sus pensamientos. Ya pasaba de los diecisiete a駉s; m醩 de un a駉 hab韆 pasado desde que despert� como mago, muchas cosas hab韆n sucedido, lo acusaron en falso y lo exiliaron de la torre, casi le matan, le traicion� su familia y se uni� a una banda de criminales. Esos recuerdos a鷑 eran dolorosos y si alguien le hubiese prestado atenci髇, habr韆 notado el cambio en su cara, aunque solo dur� unos segundos. Pasaba la mayor parte de su tiempo libre practicando su magia. Sobre todo su magia de trasformaci髇 y su magia de fuego. Sin instrucci髇 su avance era limitado. Mientras se encontraba perdido pensando en los resultados de sus experimentos, los dem醩 miembros de la banda pensaban que estaba mirando a la camarera. Era una chica joven, blanca, delgada, con el t韕ico cuerpo de los pobres que pasan hambre en la frontera y huyen a las ciudades a ganarse la vida. Ten韆 pocas curvas, senos peque駉s y una espalda larga. Una cicatriz desfiguraba el lado izquierdo de su cara.
—No me digas que ese es tu tipo —dijo Pip con cara de sorpresa.
—No juegues..., pens� que te gustaban los hombres —exclam� Racia.
Esto s� sac� alguna reacci髇 de Xavier. Solo entonces se percat� de que estaban hablando sobre 閘. Emil era un s醖ico, Vralia era cliente frecuente de los burdeles y coqueteaba con todo lo que tuviese senos, al igual que Pip. Gando era muy discreto y silencioso, pero m醩 de una vez se le hab韆 visto coquetear con chicas muy j髒enes. Racia no ten韆 problemas para llenar su cama.
—hh!, 縫or qu� pensaban que me gustan los hombres? —pregunt� Xavier.
—Porque nunca mostraste ning鷑 inter閟 en Racia. Hasta hace poco era un incordio tener a Pip espi醤dola en el ba駉, pensamos que pasar韆 lo mismo contigo — contest� Emil—. Sin embargo, t� nunca lo has hecho, ni una vez.
Pip se acerc� a Xavier y le dijo al o韉o:
—A鷑 la esp韔, solo que ahora no me descubren —dijo gui襻ndole un ojo.
La cara de Xavier se torn� roja como un tomate. No sab韆 qu� decir. Racia era una mujer musculosa y fuerte, pero no dejaba de ser atractiva. Sus pechos voluminosos eran llamativos, pero no pod韆 decir que ten韆 miedo de mirar mucho a una mujer que pod韆 matarlo con una gota de ricino en cualquier momento o cortarle el cuello mientras dorm韆. Recordaba lo desagradable que fue para 閘 cuando su hermano lo estaba espiando en el granero. Racia se qued� mir醤dolo fijamente y, tras unos segundos, sus ojos se abrieron sorprendidos ante su descubrimiento.
—ste chico es virgen! —anunci� Racia.
Todos los de la mesa y algunos de la mesa vecina se quedaron mir醤dole.
—Este chico casi muere m醩 de una vez y nunca lo ha hecho... Imperdonable —concluy� Vralia.
—Sabroso. —Racia lo miraba como un le髇 a un trozo de carne mientras se mord韆 el labio inferior.
—h, no! —le reproch� Vralia—. Lo 鷏timo que necesitamos es un miembro de la banda enco馻do y como idiota detr醩 de ti. Sobre mi cad醰er.
—ah! —se quej� Racia tomando otro trago de cerveza.
—Acaba tu trago, chico, te llevaremos a estrenarte —dijo Vralia mientras todos en la mesa se re韆n, excepto Racia.
Al ver que pronto todos se ir韆n con Aleum a alg鷑 burdel, Racia no pensaba quedarse atr醩. Se levant� de la mesa, acab� su cerveza de un golpe y examin� el bar hasta ver a un hombre que cumpliera sus expectativas. No hab韆 mucho para elegir. Aunque hab韆 muchos hombres all�, pocos le parec韆n adecuados. El elegido fue un hombre alto, mestizo, de pelo corto y encrespado. No ten韆 barba, deb韆 haberse rasurado ese mismo d韆. Era alto, su complexi髇 f韘ica era fuerte, con los m鷖culos de los antebrazos bien tonificados. Racia se acomod� el escote, abri� un poco su blusa para mostrar un poco m醩 de carne, fue directamente a la mesa del desconocido, se sent� sobre sus piernas, le dijo algo al o韉o, le bes� en la boca durante unos segundos y acto seguido se bebi� su cerveza como si fuese agua. Se levant� de sus piernas, agarr� su mano y se lo llev� fuera del bar. El hombre no opuso resistencia y la sigui� sonriendo.
—alaa!, uertudo! —
Gritaban algunos en el bar, otros estallaban en carcajadas o maldiciones de envidia, mientras todos los miembros de la banda pensaban:
玅u� f醕il es ser mujer�.
Acabaron sus cervezas y se fueron a las afueras del pueblo. Vralia y Pip conoc韆n los mejores locales de los alrededores.
La banda entr� por un callej髇 donde encontraron a un hombre armado con una lanza y una espada corta. Era tan grande como Gando o tal vez m醩 grande y corpulento. Al ver a Vralia y Pip les dej� pasar sin hacer preguntas. Llegaron a la puerta del local; era un edificio de dos pisos y en la entrada un letrero pon韆 La Carnaza. Vralia toc� la puerta. Alguien ech� un vistazo por una ventanilla y al ver a Vralia la puerta se abri�.
Una mujer de unos 50 a駉s, blanca, obesa, con pelo largo y liso, con mucho maquillaje, un vestido rojo y con un sombrero de plumas, les salud�.
—Vralia querido, gusto verte tan pronto. —La mujer les dio la bienvenida con una sonrisa, la cual desapareci� al instante al ver a Emil. —Excepto t�, mani醫ico. No eres bienvenido, te informo que ninguna de las chicas tiene intenciones de volver a hacer negocios contigo y yo no voy a obligarlas, as� que puedes irte a otro lugar o, mejor, usa tus manos y no vuelvas a tocar a una mujer nunca.
—Tranquila, Diela, hoy solo venimos como acompa馻ntes. —Vralia se馻l� a Xavier. Emil lo empuj� hacia adelante.
—Vaya, vaya, tienes un nuevo miembro en la banda... —Diela mir� a Xavier de arriba abajo. Era obvio que el chico estaba nervioso—. 縐n virgen?
Los miembros de la banda estallaron en carcajadas mientras Vralia asent韆. La mujer tom� a Xavier de la mano y tir� de 閘 meti閚dole en el local.
El olor de perfume barato infestaba el aire estanco del lugar, las l醡paras de aceite estaban cubiertas de una tela fina y roja, cambiando el color de todo en la estancia. La madama dej� a los hombres en algo que parec韆 un bar y pidieron los tragos de ron m醩 baratos del lugar.
—Cinco monedas de cobre por ron malo, por todos los cielos, Diela, esto es un robo —se quej� Vralia.
—En primer lugar, nuestro ron no es malo, y en segundo lugar, tomar un trago en mi excelente local tiene su precio —contest� Diela con una falsa indignaci髇.
Los hombres pagaron por los tragos y empezaron a beber a pesar de sus protestas.
Mientras esperaban a las chicas, Xavier se encontraba m醩 nervioso y con manos sudorosas. Hab韆 visto a Emil torturar a un chico, hab韆 robado, se hab韆 infiltrado en casas y edificios, hab韆 hecho muchas cosas deplorables y peligrosas. Ya se hab韆 acostumbrado a ello, pero ahora mismo ten韆 el coraz髇 en la garganta.
La madama volvi� con cuatro chicas j髒enes, de buena figura. Eran las t韕icas chicas de los campos que ven韆n a la ciudad a 玹rabajar�, pero antes de que la madama propusiera a Xavier que eligiera alguna, como era costumbre, Vralia se adelant�, se acerc� a una chica de pelo negro hasta los hombros, con buen cuerpo, le dio cincuenta monedas de cobre a la madama y le dio otras veinte monedas a la chica.
—Trata bien a mi chico, dale el servicio completo.
Normalmente, la tarifa era cincuenta monedas de cobre, lo cual era bastante caro, pero el local era de una calidad muy razonable, incluso algunos nobles lo visitaban. De la tarifa pagada a la madama, el local se quedaba con treinta. En esta ocasi髇, solo con la propina la chica ya hab韆 ganado lo habitual.
La chica se acerc� a Xavier, le tom� de la mano y lo guio hacia una habitaci髇, mientras los dem醩 se serv韆n tragos de aquella botella de ron barato. Xavier se detuvo, separ醤dose de la chica, la cual se asust� pensando que perder韆 un cliente muy lucrativo. Xavier volvi� a la barra, donde los dem醩 le miraban extra馻dos.
玈i le gustan los hombres al final�, pensaron todos. If you spot this tale on Amazon, know that it has been stolen. Report the violation.
Xavier tom� el ron de Vralia y de Emil y se los trag� uno tras otro. El ardiente veneno quem� su garganta y espant� sus miedos. Se dio la vuelta sin decir ni una palabra y regres� con la chica. Los hombres se miraron y empezaron a re韗 y volvieron a servirse tragos.
Xavier fue guiado a una peque馻 habitaci髇 y la chica empez� a desvestirle despacio.
—緾髆o te llamas? —pregunt� la chica, mientras se quitaba el ajustado vestido.
—X... Aleum..., 縴 t�?
—Marlebis, pero me llaman Marle.
La chica ya estaba desnuda, la luz de la l醡para era suficiente para apreciar las curvas y forma de la joven chica, que le ayud� a desnudarse y empez� a besarlo. Antes de darse cuenta estaba acostado en la cama boca arriba, la chica fue bes醤dolo desde la boca, bajando por el cuello y el pecho hasta llegar a sus partes bajas. Xavier abri� la boca y cerr� los ojos, dej醤dose llevar por el placer.
Una hora despu閟, Xavier sal韆 de la habitaci髇 del brazo de la chica. La chica le dej� con sus compa馿ros d醤dole un beso en la mejilla, se dio la vuelta y desapareci� lo mismo que hab韆 aparecido.
—Vamos al bar —dijo Xavier—. Yo invito.
Los hombres salieron del burdel entre carcajadas y bromas.
—Apuesto a que el primero no duraste un minuto —coment� Pip mientras caminaban.
—縐n minuto? No dur� diez segundos —refut� Xavier mientras los dem醩 se re韆n.
—No me extra馻, esa chica tiene talento —asegur� Pip, provocando m醩 risas.
Xavier se re韆 con ellos, hoy no le molestaba ser la broma del d韆. Volvieron al bar y bebieron hasta el amanecer. Esa noche fue uno de esos escasos momentos en los que parec韆 existir cierta camarader韆, pero no era algo duradero, no se puede confiar en un criminal y todos lo sab韆n. Tras volver borrachos en la madrugada a lo que ahora era su guarida, durmieron casi todo el d韆 y luego de comer tomaron algunas cervezas para quitarse la resaca. Xavier no hab韆 bebido tanto en su vida y se encontraba hecho polvo: su cabeza parec韆 estar a punto de explotar, el est髆ago le ard韆 y la espalda le dol韆, pero estaba feliz como hac韆 mucho tiempo no lo estaba. Pasaron un d韆 relajado y tras la cena volvieron a su alojamiento a discutir los planes.
—Ma馻na nos vamos, iremos a la ciudadela de Tormon. Estaremos all� solo unos d韆s, entrar y salir. Este ser� un golpe gordo, tomaremos el bot韓 y huiremos a otro reino. Iremos al sur, tendremos que atravesar Veldat y la parte m醩 al sur de la Dinast韆 Poem. Cruzando el mar al oeste, viajaremos al Imperio de Nu. Racia conoce un poco del idioma, estaremos all� unos a駉s hasta que las cosas se calmen. Mant閚ganse alerta, no se debe repetir lo de Nelsen, mantened un perfil bajo. Emil, nada de peleas —orden� Vralia.
Todos se fueron a dormir y al salir el sol iniciaron la marcha. Ten韆n atuendos de viajeros y cazadores. La mayor parte del tiempo caminaban, alguna vez consegu韆n subir a una carreta de mercaderes. Les tom� una semana llegar a Tormon.
Entrar en la ciudadela fue f醕il para Vralia y los dem醩 miembros conocidos de la banda, algunos de los guardias eran sus contactos. Pip y Xavier se hicieron pasar por aprendices de mercader, ya que sus edades eran adecuadas a鷑 para hacer el papel. Un poco de dinero les permiti� convencer a un mercader de que los aceptara dentro de su caravana. Una vez dentro de la ciudadela, se separaron. Aunque Pip y Xavier pod韆n hacer algo de dinero robando bolsillos, Vralia lo prohibi�. Era m醩 importante mantener un perfil bajo para el futuro trabajo. Mientras los otros miembros de la banda coordinaban los detalles del golpe, los dos j髒enes vigilaban a los guardias, caballeros y la seguridad de la ciudad.
Vralia y los dem醩 entraron en un almac閚 de granos donde se reun韆n con uno de los guardias.
—Este es vuestro blanco —explic� el guardia mostr醤doles una cresta de una familia noble, el dise駉 ilustraba una rama de olivo sobre un martillo—. El objetivo es matar al l韉er de la familia De Brail, son una mosca en la sopa del se駉r de Tormon. Hacedlo parecer un robo que sali� mal. Pod閕s saquear todo lo que est� en la mansi髇, cuanto m醩 logr閕s sacar, mejor. As� parecer� m醩 realista.
Vralia y sus colegas se miraron con una sonrisa.
—Un detalle. Necesitamos un culpable, necesitamos a alguien a quien se pueda inculpar del robo y asesinato —solicit� el guardia.
—Eso no ser� un problema, tenemos dos conejitos listos para el sacrificio —asegur� Emil con esa sonrisa enfermiza suya.
La banda de Vralia ten韆 un mal r閏ord de supervivencia para sus miembros m醩 recientes. El motivo era simple: los usaban como carnada o como sacrificio para cubrir sus huellas. El plan era sencillo, matar韆n al noble, robar韆n todo lo posible y, cuando se diera la alarma, el guardia ya estar韆 en alerta, entrar韆 primero, tomar韆 la gloria por detener a los dos chicos muertos a manos de sus propios colegas y dar韆 una descripci髇 falsa de los otros criminales a la fuga. Vralia y su grupo incluso podr韆n quedarse en la ciudadela mientras los guardias buscaban a unos criminales que no exist韆n.
Vralia y su banda observaron a sus objetivos un tiempo. Unos d韆s despu閟, tras tener identificada y vigilada a su v韈tima, se ejecutar韆 el plan. El guardia implicado en el complot estaba de servicio, vigilando la zona donde viv韆 el noble. Har韆 de la vista gorda cuando los criminales se desplazaran por los alrededores de la mansi髇.
El blanco principal era Antonio de Brail y su esposa, Cleosinda. Antonio era un hombre de estatura baja, de unos cincuenta a駉s, mulato, de ojos marrones con un bigote denso y una barriga prominente. Cleosinda era una mujer blanca, alta y muy delgada, de ojos azul claro y labios finos, con un pelo blanco y largo.
La pareja se encontraba en casa ya ca韉a la tarde. Mientras esperaban la cena, 閘 trabajaba en su despacho leyendo y firmando papeles y ella tomaba el t�. El sol se pon韆 en el horizonte. Xavier y Pip hab韆n vigilado la casa durante d韆s. Xavier conoc韆 la rutina bastante bien, incluso la trampilla del librero con el pasadizo secreto del despacho. La emboscada deb韆 tener lugar en los aposentos, no en la oficina, por tanto, no vio necesario comentarlo con sus colegas. Adem醩, le extra耋 que tanto 閘 como Pip fueran incluidos en la fuerza de ataque. Nunca los hab韆n dejado participar de forma activa, a menos que fuera como carnada. El hecho de que quisieran que entrasen en la mansi髇 durante el golpe m醩 grande de la banda hasta el momento era un gran cambio. Pip lo tom� como una se馻l de confianza en sus habilidades, pues llevaba m醩 tiempo en la banda, pero a Xavier algo le molestaba del arreglo. La paranoia ya formaba parte de sus huesos y cada vez que pensaba en confiar en alguien ve韆 las caras de su familia, la forma de desprecio con la que le miraron tras venderle a los guardias. Mientras vigilaba a sus objetivos y el momento del ataque se acercaba, la sensaci髇 de peligro se hac韆 m醩 intensa.
Tras la cena, la pareja volvi� a sus actividades y al momento de irse a dormir cada uno fue a sus aposentos. No dorm韆n juntos, ten韆n habitaciones separadas. Vralia y su banda ya estaban en posici髇. Ten韆n treinta minutos para ejecutar a sus v韈timas y robar todo lo 鷗il antes de que los guardias entraran por la puerta.
—Emil y Aleum, vayan a por los ni駉s —orden� Vralia. —Pip, Racia y Gando, eliminad a los sirvientes.
Vralia se dirigi� a las habitaciones de los se駉res de la casa y fue hacia su objetivo primario, Antonio. Estaba profundamente dormido. En la oscuridad y con la habilidad de un gato, Vralia se acerc� a su v韈tima. Su habilidosa mano cubri� su boca y nariz al mismo tiempo que la daga apu馻laba el coraz髇. Antonio solo alcanz� a abrir los ojos. La daga ya estaba fuera y el coraz髇 bombeaba chorros de sangre que llegaban hasta el techo de la habitaci髇. En segundos, Antonio se desangr� en su propia cama sin poder siquiera gritar. Vralia evit� mancharse de sangre con maestr韆. Unos segundos despu閟 repet韆 el procedimiento con Cleosinda.
Racia, Gando y Pip usaban maniobras similares a la usada por Vralia, solo que cortaban directamente la garganta, ambas arterias y tr醧uea a la vez. Dar una muerte r醦ida e intentar no ensuciarse de sangre era la t閏nica que prefer韆n en la banda... con excepci髇 de Emil.
Xavier y Emil estaban en la habitaci髇 de los ni駉s. A Xavier le hab韆 tocado una ni馻 que tendr韆 unos ocho a駉s, a Emil, un chico uno o dos a駉s m醩 joven. Ambos estaban en silencio ante sus v韈timas. Xavier sent韆 repulsi髇 hacia lo que se encontraba a punto de hacer. Era su primera muerte, nunca hab韆 matado a nadie directamente, su trabajo era m醩 de vigilancia y hacer de carnada o distracci髇. Emil, por el contrario, estaba deleit醤dose con la idea del crimen. Vralia hab韆 dado 髍denes de terminar el trabajo r醦ido, pero Emil ten韆 otros planes, pensaba estrangular lentamente a su v韈tima, un ni駉 peque駉 que no podr韆 resistirse. La sola idea de abusar del m醩 d閎il le tra韆 placer. La escasa luz que entraba por las ventanas no permit韆 ver los ojos, lo cual era una l醩tima, le gustaba mirar a sus v韈timas a los ojos mientras la vida les abandonaba, aun as�, la idea de sentir los miembros del peque駉 intentando luchar por su vida le produc韆 gran excitaci髇.
La mano de Xavier detuvo el movimiento de Emil. No hab韆 que ser un genio para entenderlo, no pod韆 matar a la ni馻. Aunque a Emil le molestaba la debilidad de Xavier, la idea de eliminar a la ni馻 antes de eliminar a su hermano le resultaba a鷑 m醩 divertida. Emil se acerc� a la ni馻, no pod韆 correr riesgos de que alguno despertara. Elimin� a la hermana r醦idamente. La daga cort� los tejidos del peque駉 cuello hasta llegar al hueso de la columna con facilidad. No hubo llantos, el corte fue perfecto, arterias, venas, tr醧uea, todo fue cortado a la vez. Emil se desplaz� hacia el hermano y empez� a estrangularlo. El forcejeo de los brazos y piernas del ni駉, los ruidos moment醤eos producidos por la tr醧uea de su hermana llen醤dose de sangre eran como m鷖ica. Emil se encontraba en el para韘o, mientras Xavier se encontraba de pie en silencio. Sujetaba la daga en su espalda con fuerza.
獳s� es la vida�, pens� Xavier. 獿os d閎iles mueren devorados por los fuertes�.
Cuando el chico dej� de moverse y Emil estaba seguro de que hab韆 muerto, se levant� sonriendo. R醦ido y silencioso como un felino, su daga se dirig韆 al coraz髇 de Xavier. La daga se detuvo cuando choc� contra el metal de la insignia del mago de fuego que Xavier hab韆 encontrado en la selva de Morr y que por lo general llevaba enganchada en la parte interna de su chaqueta de cuero de cazador. Producto de su pr醕tica y entrenamiento diario, sus manos se movieron casi por reflejo y su daga se clav� en el o韉o izquierdo de Emil. La afilada y fina arma pas� ininterrumpida hasta el cerebro de Emil. Entre el da駉 cerebral y la destrucci髇 del o韉o, Emil perdi� el balance y cay� al suelo. Xavier no perdi� tiempo y volvi� a clavar la daga en el coraz髇.
—No hay honor entre bandidos —dijo Xavier en voz baja. 玒a s� por qu� no me gustaba este plan, pensaban eliminarme desde el principio�.
Se dej� caer en el suelo mirando al cuerpo de Emil, sinti� algo de n醬seas, pero no era tan malo como esperaba. Si bien era cierto que ahora era un asesino, nadie lo merec韆 m醩 que ese s醖ico degenerado. No estaba sorprendido ni se sent韆 herido por la traici髇, despu閟 de todo eran criminales, esto no era de extra馻r, varios meses movi閚dose con la banda en los bajos estratos del mundo criminal le hab韆n ense馻do que estaba lleno de traiciones y enga駉s.
Xavier revis� el cad醰er. Encontr� unas monedas de plata y cobre, m醩 el gusano de Malman. Dej� las espadas y la daga manchada con la sangre de los ni駉s, limpi� la sangre de su daga con las ropas de Emil, mir� por un momento a los peque駉s asesinados y por un segundo se sinti� mejor consigo mismo:
獳l menos han sido vengados�.
No sent韆 pena por Emil, de hecho, le alegraba que su primera v韈tima hubiera sido un monstruo como 閘. Sali� al pasillo, no hab韆 nadie. Con la m醲ima agilidad y silencio de que era capaz se dirigi� al despacho de Antonio. Abri� el pasaje secreto en el librero, pues era mejor no seguir la ruta de huida original de la banda y huir por su cuenta cuanto antes. Era imposible que Emil actuara sin autorizaci髇 de Vralia, por tanto, Vralia deb韆 haber dado la orden. Atraves� el estrecho pasillo cerrando la abertura detr醩 de 閘. Unos minutos despu閟 sal韆 a los jardines de la parte posterior de la mansi髇. Se movi� con cautela, hab韆 un par de guardias estacionados por donde se supon韆 que la banda escapar韆.
獷sto no era parte del plan, 縬u� hacen estos guardias aqu�?�, pens�.
Usando los arbustos de los jardines como escondite, se acerc� hasta poder ver el frente de la mansi髇. Los guardias ven韆n corriendo.
獿os guardias est醤 aqu� antes de tiempo..., es una trampa�. Se qued� acostado en el suelo, entre los arbustos del jard韓.
Mientras tanto, dentro de la mansi髇, en el tiempo que le hab韆 tomado a Xavier huir, Vralia robaba las joyas de ambos se駉res de la casa. No hab韆 mucho en realidad, despu閟 de todo eran nobles ca韉os en desgracia. Tras eliminar a los sirvientes, los otros tres miembros de la banda salieron al gran sal髇. La cuberter韆 de plata generar韆 alg鷑 dinerillo extra. Para el momento en que sal韆n al pasillo ya hab韆n limpiado todo lo valioso en el sal髇, los cuartos de los sirvientes y la cocina.
Un dolor agudo invadi� el cuerpo de Pip mientras se le hac韆 dif韈il respirar.
—Lo siento, chico —le dijo Gando tirando de 閘. Su gran fuerza f韘ica hab韆 hecho que la espada corta se clavara en Pip por la espalda hasta llegar a la empu馻dura. Cuando Gando retir� la espada, un desconcertado Pip jadeaba, sus pulmones se llenaban de sangre y espuma roja sal韆 de su boca mientras se desangraba en el suelo.
—No hay honor entre bandidos y necesit醔amos un culpable para los guardias, te deseo suerte en tu pr髕ima vida.
Racia y Gando se dispon韆n a pasar sobre el cad醰er de Pip tras recoger sus pertenencias valiosas cuando por el pasillo entraron los guardias, cargando hacia ellos con sus ballestas. Ante la sorpresa tardaron en reaccionar y ninguna de las cuatro flechas lanzadas fall� su objetivo. Tres de ellas atravesaron a Gando, una de ellas directa al coraz髇, otra en la cabeza y la 鷏tima al hombro derecho. Racia solo recibi� una flecha en el abdomen.
—ralia! —grit� Racia tan fuerte como su herida le permiti�.
Vralia sali� de los aposentos de Antonio a tiempo para ver a los guardias, que hab韆n abandonado sus ballestas y clavaban sus espadas en el pecho y abdomen de Racia.
玁os traicionaron�, pens� Vralia mientras echaba a correr en direcci髇 a la salida posterior de la casa. Racia estaba acabada y no hab韆 honor entre bandidos. Ni siquiera intentar韆 salvarla. Al abrir la puerta de la mansi髇, un par de lanzas se clavaron en su abdomen y lo volvieron a empujar dentro. Un par de guardias le estaban esperando. Vralia cay� al suelo del pasillo y los guardias sacaron las lanzas de su cuerpo solo para volver a apu馻larle en repetidas ocasiones.
Mientras tanto, Xavier sal韆 discretamente por la puerta principal. Los guardias hab韆n entrado en tropel en la mansi髇 y el port髇 estaba abierto y sin vigilancia. De forma r醦ida pero sigilosa se alej� de la mansi髇 y se perdi� entre los callejones.
Xavier se hizo pasar por un viajero que llegaba tarde a una de las tabernas en la zona m醩 pobre y alejada de la mansi髇 de los de Brail. Durmi� tirado en el duro suelo junto a otros viajeros y decidi� no volver a los escondites que la banda ten韆 planeado usar, pues era posible que los guardias los visitaran y ten韆 raz髇. Los guardias conoc韆n la guarida de Vralia y sus secuaces. Al amanecer sali� de la ciudadela. En el camino escuch� los rumores: los guardias hab韆n descubierto a una banda de ladrones que atac� a la noble familia de los De Brail. Desafortunadamente, no llegaron a tiempo para salvar a los habitantes de la mansi髇, pero tras una sangrienta batalla lograron eliminar a los criminales. Los guardias recibieron una recompensa de parte del se駉r de la ciudadela por su encomiable labor y ejemplar servicio.
獳s� es la vida, no importa donde vayas, el mundo est� lleno de gente como esa�, se dijo.
Xavier continu� caminando y dej� atr醩 otro de sus muchos pecados. Regresar韆 al Reino de Veldat, pues salvo por su corta estancia en Nelsen nadie lo conoc韆 all�. En Orphen le hab韆n visto en alg鷑 bar y en el burdel con Vralia y los dem醩, no se arriesgar韆 a que le relacionaran con la banda y pusieran una recompensa por su cabeza.