Capítulo XVI Criminales
Xavier pas� todo el d韆 corriendo. Huyendo tanto del fuego como de su familia, de su pueblo y los guardias. Su ira y dolor eran una fuente inagotable de energ韆. Por suerte para 閘, todo Humol estaba demasiado ocupado intentando controlar el incendio como para concentrarse en la persecuci髇. Al caer la noche el bosque se volver韆 peligroso, no tanto como la selva de Morr, pero podr韆 tener mala suerte y toparse con alg鷑 animal grande o un monstruo. Deb韆 seguir movi閚dose, incluso en la oscuridad. Sin embargo, todo tiene un l韒ite y al final estaba tan cansado que ya no pod韆 seguir avanzando. El suelo era muy peligroso para dormir, su mejor opci髇 era dormir en un 醨bol. Prestando atenci髇 de no toparse con alguna serpiente, subi� a un 醨bol con dos ramas lo suficientemente juntas como para a馻dir algunas ramas extra y crear una especie de silla. El siguiente paso era atarse por la cintura a una de las ramas m醩 altas con sus pantalones de noble y usar la chaqueta para limitar el fr韔 de la noche. Era dif韈il dormir en esas condiciones, pero alguna cabezada se pod韆 lograr. Las escasas ropas que llevaba hicieron poco para reducir el fr韔 de la madrugada y se pas� la mayor parte de aquellas horas tiritando, no pod韆 usar su magia medio dormido.
Tan pronto el sol se mostr� por en el horizonte, baj� del 醨bol y reanud� su marcha, siempre hacia el este, hacia Veldat. Era la forma m醩 r醦ida de salir del bosque y alejarse de la Dinast韆. Horas despu閟, el agua de la hig黣ra empezaba a escasear, se hab韆 adentrado en una zona del bosque que ya no reconoc韆; Humol era un pueblo fronterizo, pronto entrar韆 en terreno del Reino de Veldat y, si descubr韆n de d髇de ven韆, ser韆 hombre muerto. Deb韆 ser cuidadoso. Unas horas m醩 tarde encontr� un riachuelo donde pudo llenar la hig黣ra. Mientras m醩 se acercaba a Veldat, m醩 agua pod韆 encontrar. Continu� su caminata hasta que pasado el mediod韆 lleg� a un camino que hac韆 de frontera entre los dos reinos. Era solo un sendero de dos metros entre los 醨boles, pero antes de acercarse lo suficiente como para poder cruzar, una peque馻 piedra interrumpi� su marcha. Al mirar a su derecha, descubri� a varias personas a las que no hab韆 visto antes. Uno de ellos le invit� a acercarse con se馻les de su mano derecha, mientras le indicaba guardar silencio con el dedo 韓dice de la mano izquierda. Todos estaban escondi閚dose. Xavier no confiaba en los desconocidos, pero si estaban escondidos era por un peligro peor que ellos mismos.
—Hola, chico. Guarda silencio y no hagas movimientos llamativos o moriremos todos —advirti� en voz baja un hombre blanco al que se hab韆 acercado lo suficiente para o韗le, pero manteniendo la distancia suficiente como para huir. Deb韆 estar en sus cuarenta a駉s, ten韆 un rostro duro, con una cicatriz en el p髆ulo derecho, le faltaba un diente y ten韆 una barba de un par de semanas llena de canas, al igual que su pelo negro y descuidado.
—緿e qu� nos escondemos? —pregunt� Xavier.
—Magos de aire y una patrulla de caballeros. Si nos encuentran no van a hacer preguntas, nos matar醤 en el acto. Atento al camino, deber韆n pasar pronto —contest� el hombre.
Pocos minutos despu閟 pasaba un carruaje de t鷐ulos frente a ellos. Si el desconocido no le hubiese avisado, no habr韆 logrado ver la imagen borrosa que apareci� y desapareci� en el camino en cuesti髇 de segundos. Les tomaba poco tiempo patrullar varios kil髆etros. A la vez, por el cielo, unos cuantos magos de viento volaban sobre el territorio de la frontera.
—Hay que saber en qu� momento pasar o nos atrapan —explic� el hombre—. 緾髆o te llamas, chico?
Xavier mir� al hombre con cierta duda. No confiaba en 閘 ni en las otras personas a su alrededor, miraba de reojo a los dem醩 desconocidos sin perder movimiento.
—Tranquilo, chico, si quisiera hacerte da駉 ya lo habr韆 hecho. Me llamo Vralia. Soy el l韉er de esta peque馻 banda. —Realmente, Vralia hab韆 pensado en atacar a Xavier tan pronto le vio, pero si algo sal韆 mal y el chico gritaba o sal韆 corriendo y las patrullas o los magos les ve韆n o escuchaban, estar韆n todos muertos antes de saber qu� hab韆 pasado.
—Me llamo Aleum —minti� Xavier usando el primer nombre que le vino a la mente.
Vralia se qued� mirando a Xavier, su mano izquierda en su espalda. Este chico ten韆 chispa y era precavido, y eso le gustaba.
—Tienes suerte, Aleum, si no te hubieses topado con nosotros estar韆s muerto ya.
Hab韆 cierta confianza en su forma de hablar, que le recordaba un poco a los manierismos de algunos nobles que conoc韆.
—緾u醤to tiempo estaremos aqu�? —pregunt� Xavier.
—Hasta que empiece a caer el crep鷖culo de la noche. El turno de la tarde suele ser bastante perezoso; tendremos solo unos minutos para pasar la frontera antes de que terminen de hacer el cambio de guardia. Mejor rel醞ate, descansa y ahorra energ韆, la necesitar醩 para correr —aconsej� Vralia mientras se recostaba en el tronco de un 醨bol y cerraba los ojos.
Para Xavier, Vralia solo estaba acomod醤dose, sin embargo, lo que parec韆 una posici髇 totalmente aleatoria de su mano se trataba de una se馻l. El dedo pulgar apuntaba a Xavier mientras el dedo anular flexionado era una se馻l a uno de sus colegas de entrar en acci髇. Una mujer pelirroja de unos 25 a駉s, ojos verdes y un cuerpo voluptuoso, se acerc� a Xavier. Aunque ten韆 un rostro un poco tosco, ten韆 buen cuerpo y figura.
—Hola, chico nuevo. 緼leum, no? —dijo la mujer acerc醤dose. Xavier se limit� a asentir con la cabeza.
—Rel醞ate —dijo la mujer—. Aqu� todos somos pr骹ugos, todo el mundo est� huyendo de algo, de otra forma no tendr韆mos motivos para estar escondidos aqu�. Soy Racia. Ya conoces al jefe, ese es Gando —present� se馻lando a un hombre negro, cabeza rasurada, corpulento; sus brazos eran como las piernas de Xavier, sin embargo, su actitud era de indiferencia. Estaba acostado en el suelo al lado de un mazo enorme—. Emil. —se馻l� a otro hombre, delgado, blanco, de m醩 de treinta a駉s, con una barba de un par de d韆s, pelo negro, ojos marrones. Estaba sentado en una rama de un 醨bol detr醩 de Xavier, ten韆 los pies colgando y un par de espadas en su cintura. Su cara era seria, su mirada, penetrante e inquisitiva. Xavier no se hab韆 percatado de su presencia en ning鷑 momento hasta que Racia le present�.—. Y, por 鷏timo, Pip. —Pip era un chico un poco mayor que Xavier, blanco, de pelo negro, ojos marrones, delgado y de estatura media.
Vralia ten韆 cierto talento para identificar a gente interesante. Los cuatro que le acompa馻ban eran habilidosos de una forma u otra. Racia era una experta en venenos, sab韆 sobre medicinas, era buena apreciando el valor de tesoros, hablaba dos idiomas de reinos lejanos y con su cuerpo era excelente para atraer hombres a las trampas que preparaba el equipo para sus objetivos o v韈timas. Gando era el m鷖culo del equipo, adem醩, era un hombre paciente, de car醕ter templado y muy bueno para trabajar bajo presi髇. Emil era 醙il, discreto, silencioso, se mov韆 con la soltura de un gato, excelente duelista, asesino sigiloso y habilidoso con los cuchillos, adem醩 de ser un experto interrogador. Pip era h醔il con las manos, ladroncillo de callej髇, ten韆 buena nariz para detectar problemas y buscar rutas de escape.
El ver c髆o Xavier permanec韆 alerta, empu馻ndo el arma en su espalda, y c髆o los encantos de Racia no surt韆n mucho efecto sobre 閘, aument� el inter閟 de Vralia. No pod韆 saber que todo ello era debido a las experiencias de traici髇 de los 鷏timos d韆s y confundi� el miedo y la paranoia con inteligencia y experiencia. Era dif韈il encontrar a alguien tan joven y con tanta percepci髇.
—縏� por qu� huyes? —pregunt� con una voz susurrada Pip.
Normalmente, dada su juventud, Pip era muy ruidoso al hablar y se emocionaba con facilidad, pero Vralia le hab韆 amenazado que si escuchaba su voz por encima de cierto nivel en la frontera con Veldat le arrancar韆 la cabeza all� mismo.
Por su parte, Xavier ya hab韆 pensado c髆o contestar韆 a esa pregunta. Su breve aventura con Trina le dio la idea.
—Me persiguen unos guardias por coquetear con la hija de un noble —minti� Xavier—. Y por tocarle el culo a su mujer.
Todos quedaron ligeramente sorprendidos, mientras Vralia se tapaba la boca para no re韗se. Si bien era una historia rid韈ula, podr韆 ser cierta. Los nobles ten韆n mucho poder y libertad, y viendo a un pobre diablo como Xavier con sus ropas de campesino, era obvio que no le agradar韆 a los nobles.
—Espero que valiera la pena, chico, ahora tienes que huir, pero no lo veo un motivo para huir hacia otro pa韘 —dijo Pip.
—Bueno, al se駉r noble le pareci� adecuado a馻dir otras cosas a mis cr韒enes —a馻di� Xavier, mostrando el traje de noble. —Se supone que era un regalo, pero acab� siendo una trampa para marcarme como ladr髇. Un viejo traje de noble de clase baja, sucio y manchado —dijo Xavier con un suspiro—. Tal vez pueda venderlo por algunas monedas de cobre, al menos para comer por unos d韆s.
La historia se hac韆 cada vez m醩 real, pero era mejor no contar m醩 cosas para no crear grandes incongruencias.
—Mejor conservarlo, chico, el valor debe estar por el suelo, se ve como si lo hubiesen tirado en un balde de tinta. Al menos te proteger� del fr韔 mejor que los trapos que llevas —recomend� Vralia.
—縔 ustedes?, 縫or qu� huyen? —pregunt� Xavier.
—Somos criminales profesionales —contest� Gando sin inmutarse.
—Traficamos bienes robados, extorsi髇, robos, a veces hacemos de mercenarios, lo que sea necesario para sobrevivir y ganar unas monedas para una buena comida y cerveza—. Emil hab韆 bajado del 醨bol como un gato, en absoluto silencio. Solo sus palabras avisaron de su cambio de posici髇.
Xavier se manten韆 alerta todo el tiempo, no soltaba la daga a su espalda. Los movimientos sigilosos de Emil met韆n miedo en su cuerpo y le hac韆n sudar fr韔. Estos criminales pod韆n matarlo en cualquier momento si as� lo quer韆n.
—S� lo que est醩 pensando, chico —dijo Vralia—. Que podr韆mos hacer algo de dinero entreg醤dote a los guardias, pero no funciona as�. Ver醩, todos somos criminales y a menos que tengas un contacto entre los guardias, cuando delatas a alguien los guardias os llevan a los dos y obtienen doble m閞ito. Eso no quiere decir que seamos santos, no hay honor entre ladrones, pero puedes dejar de empu馻r tu arma. De todas formas, somos cinco contra uno, no puedes ganar y lo sabes.
Xavier sac� su mano de su espalda, soltando la daga.
—No tengo que ganar, solo rezar para que alguien valore su vida lo suficiente como para no correr el riesgo de ser el primero en atacar. —Esto era algo que solo alguien como Clinton dir韆 o al menos eso pens� Xavier.
Vralia sonri� ante su respuesta y volvi� a cerrar los ojos. El grupo se mantuvo en silencio el resto del tiempo.
—Es hora —alert� Emil—. Prep醨ense para correr a mi se馻l. Solo tenemos una ventana de minutos durante el cambio de guardia—. Manten韆 su pu駉 derecho cerrado. En 閘 sosten韆 una peque馻 esfera de metal.
—hora!
Un carruaje de t鷐ulos acababa de pasar. El grupo abandon� los 醨boles a toda carrera, atravesaron el claro del camino en segundos y, cuando llegaron al otro extremo de los 醨boles, Xavier not� que no redujeron la velocidad, corr韆n como si tuviesen fuego detr醩. No sab韆 el porqu�, pero decidi� seguir el ejemplo. El grupo solo dej� de correr cuando Vralia par� su carrera jadeando y se tir� al suelo entre los arbustos. Los dem醩 siguieron su ejemplo.
Se quedaron en el suelo hasta recuperar el aliento. Solo cuando Emil confirm� que no hab韆 peligro, Vralia dio la orden y el grupo empez� a moverse, se levantaron del suelo e iniciaron la marcha.
—縌u� lleva Emil en la mano? —pregunt� Xavier.
—Es un gusano de Malman. Vibran cuando hay t鷐ulos cerca —contest� Pip.
Tras caminar unas horas llegaron a su primer destino. Ocultos entre los arbustos hab韆 varios arcos, flechas y algunas bolsas. Tan pronto sacaron el pan, el est髆ago de Xavier empez� a crujir. No hab韆 comido nada en casi dos d韆s. Ahora, ante la presencia de comida, record� lo hambriento que estaba. Vralia le lanz� un trozo de pan.
—Me agradas, chico, tienes agallas, puedes moverte con nosotros por un rato, pero aqu� nadie es in鷗il. Tendr醩 que ganarte tu lugar. Bienvenido al Reino de Veldat. Si se enteran de que vienes de Poem puedes despedirte del mundo.
Xavier devor� el pan en segundos, era mejor ponerlo en su est髆ago antes de que Vralia cambiase de opini髇.
—緼hora, qu� hacemos?
—Ahora cazaremos. No tiene sentido que un grupo de cazadores vuelva a la ciudad sin haber encontrado nada —se馻l� Vralia—. Anochecer� pronto, saldremos a ver si atrapamos algo para la cena, Aleum, te encargar醩 de reunir le馻, encender el fuego y limpiar la caza si atrapamos algo. —Vralia le asign� esas tareas.
El grupo se adentr� en los 醨boles, dejando a Xavier solo. Pens� en abandonar al grupo e irse por su cuenta ahora que ten韆 la oportunidad, sin embargo, no conoc韆 a nadie en este reino, no sab韆 hacia d髇de deb韆 ir. Aunque con caminar al este deb韆 llegar a Veldat de todas formas, ir con alguien que conociera la zona era m醩 seguro, adem醩, no sab韆 si Vralia lo estaba poniendo a prueba o algo similar. No olvidaba la forma en la que los bandidos lo hab韆n rodeado sin que se diera cuenta. Ni la forma en que Emil y Pip se mov韆n por el bosque sin hacer ning鷑 ruido. Abandonando las ideas de fuga, empez� a buscar le馻 por los alrededores. Vralia lo observaba desde unos arbustos con una sonrisa.
獴uena elecci髇, chico�, pens� Vralia al ver a Xavier trabajar en las tareas asignadas. Si el joven no se un韆 a la banda tendr韆 que matarlo. Se dio la vuelta y se alej� en busca de algo que cazar.
No fue dif韈il para Xavier reunir suficiente madera para pasar toda la noche. El 鷑ico problema era encender el fuego, la madera estaba h鷐eda.
—Mierda —dijo Xavier mientras miraba en todas direcciones. Tras unos minutos de pensarlo, decidi� arriesgarse. Usar su magia de fuego para calentar y secar unos cuantos trozos de le馻 fue f醕il. Aunque ten韆 hambre y estaba cansado, su energ韆 m醙ica se hab韆 recuperado hac韆 d韆s y calentar cosas con contacto f韘ico directo era m醩 f醕il que llamar flamas desde lejos. Reunir la energ韆 elemental necesaria para calentar madera h鷐eda al extremo de encenderla tomaba m醩 esfuerzo, pero era m醩 f醕il que crear chispas a distancia. Unos minutos despu閟 el fuego estaba ardiendo. Xavier coloc� el resto de la madera alrededor de la hoguera para que se secara. Sin su magia de fuego, encender la hoguera hubiese sido imposible. Unas horas despu閟 el grupo de bandidos volv韆 al improvisado campamento. Stolen novel; please report.
—Vaya, chico —apreci� Racia—. No est� mal, incluso al jefe le cuesta mucho encender un fuego en este bosque.
—Un golpe de suerte, no es f醕il encontrar madera seca por aqu� —coment� Xavier, tratando de ser humilde y evitar sospechas.
—Hay abundancia del elemento de agua en esta zona del bosque —explic� Vralia—. Es conveniente, porque puedes conseguir agua con facilidad, el problema es que todo est� mojado todo el tiempo. Es una curiosidad. Del otro lado de esta selva, hacia Poem, es seco. Aqu�, en Veldat, es h鷐edo. Tan irracional como el Desierto Infinito o esa maldita selva de Morr.
Solo Gando y Racia lograron cazar algo, un par de conejos y unas t髍tolas. Le entregaron las presas a Xavier. Le tocaba limpiarlas y prepararlas para la cena.
—ow! —se sorprendi� Emil—. Esa daga es de calidad. 縐n regalo tambi閚?
Los dem醩 miembros de la banda miraban a Xavier como esperando una respuesta.
玀ierda, Mierda, saqu� la daga sin pensar...�.
—No, esta s� es robada. Una vez te acusan de un crimen, lo m韓imo que puedes hacer es ser culpable —minti� Xavier encogi閚dose de hombros.
En realidad, su respuesta calm� a todos. No pod韆n contar con alguien que tendr韆 dudas a la hora de hacer negocios.
Xavier se dedic� a la tarea de preparar la caza. Su padre y madre les hab韆n ense馻do a 閘 y a sus hermanos, desde ni駉s, c髆o manejar una presa. Era una parte b醩ica de la vida diaria para todos los chicos de las aldeas pobres; no puedes correr el riesgo de da馻r la comida cuando el hambre es uno de tus peores enemigos.
Para las aves, quitar las plumas, cortar las patas, cortar el pico de forma parcial, luego tratar de arrancar las v韘ceras tirando del es骹ago y la tr醧uea, dejando el cerebro y el cuello intactos, abrir por la parte posterior y extraer las tripas& En otra situaci髇 se podr韆n limpiar todas las v韘ceras y, tras hervirlas, fre韗las, pero no era el ambiente adecuado. En mitad del bosque, enterrar las tripas lejos del campamento era la mejor opci髇. Hab韆 que conformarse con el coraz髇 y el h韌ado.
Los conejos eran otro proceso. Tras colgar las piezas, abrir la piel del cuello en circular y en longitudinal hasta el vientre sin da馻r los m鷖culos, cortar las patas delanteras, luego tirar de la piel como si de un abrigo se tratase. Cortar las patas traseras y la cola, luego cubrir la piel con sal para preservarla y luego curarla para confeccionar ropas u otros accesorios. El abdomen se abre en longitudinal y se extraen las v韘ceras, el h韌ado debe manejarse con cuidado para no romper la bilis, lo cual arruinar韆 la carne. El h韌ado, ri駉nes y pulmones se ponen a asar sobre una roca caliente, mientras el resto de la carcasa se asa en varas de madera con sal y las tripas se entierran lejos del campamento.
Mientras Xavier hac韆 las tareas, los dem醩 se relajaban y revisaban sus armas y equipos. A la hora de comer, a Xavier se le dio la menor cantidad de carne y un trozo de pan. Era el chico nuevo, as� que era normal esa discriminaci髇. Tras la cena, Xavier y Pip se encargaban de la guardia. Pip ten韆 derecho a elegir, as� que eligi� el primer turno. Xavier se fue a dormir con un poco de paz por primera vez en varios d韆s. No ten韆 sentido estar muy alerta, podr韆n haberle matado sin esperar a que se durmiera. Cuando Pip le despert� ten韆 deseos de seguir durmiendo. Su sue駉 desapareci� de inmediato tras las palabras de Pip.
—El jefe se toma la seguridad muy en serio, si te duermes durante la guardia, va a matarte... No es una broma.
Xavier mont� guardia el resto de la noche. Excepto por Pip, que dorm韆 a pierna suelta, todos eran sobrevivientes y, aunque parec韆 que estaban totalmente desprotegidos, si algo se mov韆 o se acercaba mucho, los miembros de la banda despertaban de inmediato. Ten韆n un sue駉 muy ligero.
El ruido de gru駃dos los despert� en la madrugada. Un par de lobos se gru耥an uno al otro por las v韘ceras enterradas por Xavier unas horas antes. Todos los miembros del equipo, excepto Pip, despertaron. Emil le despert� con una patada.
—u�? —despert� Pip quej醤dose. La figura de Emil le hizo callarse. Vralia daba miedo, pero Emil generaba terror.
Los dem醩 ya ten韆n sus arcos, Pip tom� el suyo y se acerc� a ellos.
—Aleum, t� gu韆s, t� enterraste las tripas —orden� Vralia.
Camin� en la direcci髇 donde hab韆 enterrado las v韘ceras. Al acercarse, los lobos le escucharon. Una presa solitaria y de gran tama駉 era toda una tentaci髇. Se olvidaron de las tripas y empezaron a intentar una emboscada. Cuando Xavier se encontr� de frente con el primer lobo empez� a sudar fr韔. Se detuvo, esperaba que flechas volaran desde su espalda y mataran al lobo, pero no ocurri� nada, su cara se torn� p醠ida. Una idea pas� por su mente.
玁o hay nadie detr醩 de m�, soy la carnada�.
Y ten韆 raz髇, la banda se hab韆 dividido y estaban en los 醨boles. Hab韆n usado un talco especial de cazadores para camuflar su olor. Los pasos r醦idos de un lobo a su espalda hicieron a Xavier darse vuelta, un segundo lobo se hab韆 lanzado al ataque. Al verle darse la vuelta, el lobo que estaba enfrente de Xavier atac�. En solo cuesti髇 de segundos las flechas atravesaron a los animales, deteni閚doles en el acto.
—Buen trabajo, chico —le felicit� Vralia, mientras remataban a las bestias y las cargaban de vuelta al campamento.
—緽uen trabajo? Una mierda, me hab閕s usado de carnada —espet� Xavier con enojo.
—Por supuesto, esto no es una caridad. Aqu� todo el mundo carga su peso —recrimin� Vralia acercando su cara a la de Xavier, mir醤dolo fijamente—. Somos criminales, no vamos a protegerte y a mimarte. Aprende a cuidar de ti mismo, hazte 鷗il o te dejaremos atr醩. 縀ntendido?
—Totalmente —respondi� Xavier apretando los dientes.
—Excelente, ahora a trabajar, tienes que despellejar a 閟tos tambi閚. Cuidado con la piel, se vender� por unas monedas de cobre.
Se pas� el resto de la madrugada despellejando a los lobos. Para cuando sali� el sol las pieles y la carne estaban saladas y algunas de las v韘ceras estaban as醤dose junto con otros trozos de carne. El desayuno fue abundante. La carne de lobo no era la m醩 sabrosa, pero el hambre era un gran condimento.
La banda inici� la marcha justo tras el desayuno y para la tarde hab韆n llegado a una villa del reino de Veldat llamada Salim, que pertenec韆 al pueblo de Nelsen. Las condiciones eran similares a la villa de Humol, en la que Xavier sol韆 vivir.
—Vralia, por fin vuelves, espero que traigas algo 鷗il —grit� como bienvenida un hombre de unos sesenta a駉s, cojo de una pierna, con una cicatriz en la cara. Su pelo era blanco, al igual que su barba. Su piel blanca, tostada por el sol, se hab韆 tornado roja.
—Siempre quej醤dote, viejo verde —espet� Vralia.
—Granuja —replic� el hombre—. 緾髆o te atreves a hablarle as� a tu padre?
—a!, Vaya excusa de padre eres, Leslie. Qu�, 縯e has quedado sin monedas para ron? —inquiri� Emil.
—T�... 縔 este qui閚 es? —pregunt� Leslie se馻lando a Xavier.
—Aleum, este viejo in鷗il es mi padre, Leslie. Viejo, este es Aleum, el chico nuevo —introdujo Vralia sin darle m醩 importancia al asunto.
—Otro m醩. Vives recogiendo ni馻tos in鷗iles, 縞u醤tos van este a駉?, 縟os?, 縯res?, Si no lo matan en un mes saldr� corriendo, como todos los dem醩 cobardes. Uno de estos d韆s pillar醩 a un caballero disfrazado y te joder醩 —se quej� Leslie.
—S�, s�, s�, ya deja de hablar tonter韆s y vamos a tratar las pieles —dijo Vralia sacando las pieles cazadas esa misma noche.
En realidad era una excusa para alejarse de los dem醩. Vralia y Leslie entraron en la casa.
—D閖ame ver qu� conseguiste —dijo Leslie, su cara torn醤dose seria.
Vralia sac� del interior de su chaqueta una ampolla de cristal con un l韖uido azulado y la coloc� sobre la mesa.
—Sangre de basilisco de la selva de Morr. Es pura, en este frasco hay cientos de dosis. Deber韆n pagarnos un mont髇 por esto —expres� Vralia moviendo el frasco.
—Unas cuantas de monedas de oro, al menos —valor� Leslie mirando el frasco—. Preparar� las pieles.
Dec韆n que los basiliscos verdes, unas enormes serpientes de la selva de Morr, descend韆n de las mitol骻icas hidras, que a su vez descend韆n de los dragones. Su sangre era una poderosa droga, muy cotizada, dif韈il de conseguir e ilegal. Solo magos de 閘ite pod韆n entrar en la selva de Morr y sobrevivir a ello. Sin embargo, muchos fallec韆n en el intento. No importa lo poderoso que sea un mago, a veces, simplemente, ten韆n mala suerte. Los 鷑icos que ten韆n poco de qu� preocuparse en ese lugar eran los magos titulados.
Leslie hab韆 puesto a Vralia en contacto con un noble de la Dinast韆. La sangre de Basilisco era la recompensa por robar la propiedad de otro de los nobles. Hab韆n sacado un buen bot韓, sobre todo documentos y sellos de oro, pero era dif韈il vender esos art韈ulos. Con la sangre de Basilisco, sin embargo, era f醕il comerciar en el mercado negro.
Mientras Vralia y Leslie atend韆n sus asuntos, los dem醩 esperaban fuera. Xavier ya hab韆 aprendido la lecci髇 en Humol, as� que vigilaba la salida de la villa. Si el grupo se hab韆 arriesgado a volver a Poem a pesar de ser criminales buscados, ser韆 por algo. Inicialmente no ocurri� nada, pero unos minutos despu閟 de la llegada de la banda, Xavier logr� ver a un chico de unos 14 a駉s salir de la villa y echar a correr.
La casa de Leslie era la t韕ica casucha de madera de todos los pobres de las villas. Hab韆 mucha gente ahora viviendo all� dentro, pero aun as� era mejor que dormir a la intemperie en el bosque. La carne de lobo ser韆 la comida por unos d韆s. Leslie preparaba un estofado bastante bueno. No era tan bueno como el de su madre, pero bastar韆, al menos no pasar韆 hambre. Al d韆 siguiente, Leslie parti� al pueblo a vender las pieles y otras cosas. Sin embargo, al caer la tarde no hab韆 vuelto.
—Mierda, ese viejo hijo de perra nos ha traicionado —maldijo Emil.
—Tal vez, pero no lo creo, hemos tenido otros negocios similares en el pasado y nunca nos hab韆 dado esquinazo, ahora est� m醩 viejo y cansado, no podr韆 huir mucho tiempo y sabe que le cazar韆mos —razon� Vralia. Era su padre, pero exist韆 la posibilidad de que lo traicionara. No hay honor entre ladrones.
—Hay algo que deber韆n saber. —Xavier les cont� lo que hab韆 visto, les describi� al chico que hab韆 salido de la villa.
—縔 qu�? —pregunt� Emil—. Esto es una aldea, mucha gente se mueve as�.
—Tal vez, pero Aleum puede tener raz髇 —consider� Vralia.
No fue dif韈il para el grupo capturar al chico. Una hora despu閟, Gando lo cargaba inconsciente al bosque. Se hab韆n alejado lo suficiente de la aldea como para que no se escuchara ning鷑 grito. Lo ataron a un 醨bol.
—Racia, despi閞talo —orden� Vralia.
Acto seguido, la mujer sac� un peque駉 frasco de cristal lleno de una sustancia amarilla con olor muy intenso. Al acercarlo a la nariz del chico, este despert� sobresaltado. Al ver d髇de se encontraba intent� gritar, pero la mordaza que le hab韆n puesto lo evit�.
—Mon, sabes que no me ando con tonter韆s, as� que ser� mejor si nos dices lo que queremos saber. Te quitaremos la mordaza, pero estamos lejos de la aldea y si intentas gritar vamos a hacerte da駉, mucho da駉. 縀ntiendes? —explic� Vralia.
El chico asinti� con la cabeza.
—Yo no s� nada —dijo Mon de inmediato cuando le quitaron la mordaza. Conoc韆 a Vralia, sab韆 que era un hombre peligroso, pero el de peor fama era Emil. Hab韆 escuchado las historias.
—Ya veo —dijo Vralia con un suspiro y rostro de decepci髇. Era un criminal, pero no encontraba placer en el sufrimiento de otros, eran solo negocios—. Emil.
Emil se acerc� a Mon con una sonrisa, sac� una peque馻 bolsa dentro de la cual hab韆 un rollo de tela y, al desenvolverla, varias piezas y herramientas de metal se hicieron visibles: pinzas, agujas, clavos, trozos de metal con la punta llena de p鷄s.
—No, no, no, Vralia, yo no s� nada, yo no s� nada —suplicaba Mon con l醙rimas en los ojos.
—Gando encontr� diez monedas de cobre en tu ropa, t� no tienes forma de conseguir esa cantidad de dinero, sabemos que has hecho algo —le advirti� Emil baj醤dole los pantalones. Mientras sujetaba su 髍gano reproductivo, tom� una de las varillas de metal con punta de p鷄s. Al ver el objeto acercarse a su entrepierna, Mon entr� en p醤ico.
—Fue Henry, Henry me pag� para que le avisara cuando volvieran y me dio las monedas de cobre. Yo no hice m醩 nada, lo juro.
—Mierda —dijo Vralia sent醤dose en el suelo mientras los dem醩 maldec韆n.
—縌ui閚 es Henry? —pregunt� Xavier.
—Es un miembro de la guardia de Nelsen. Est� tras nosotros hace meses. Si atrap� a Leslie lo van a ejecutar —contest� Emil.
—Has vendido a Leslie. Lo van a ejecutar, perdimos el valor de varias monedas de oro y todo por unas miserables monedas de cobre —recrimin� Vralia, cogiendo a Mon por el cuello y sacando una daga.
—No, este mocoso es m韔, necesito pr醕tica —le detuvo Emil sonriente. Aunque no lo parec韆, Emil ten韆 una personalidad retorcida, era un s醖ico y un experto torturador.
—Vale —acept� Vralia—. Este pedazo de mierda se lo merece.
Mientras Vralia se daba la vuelta para dar sus 髍denes, Mon intent� gritar. Emil volvi� a amordazarlo y cambi� de herramienta. En lugar de la barra fina de metal con puntas, tom� una aguja. Una sonrisa enferma y diab髄ica se dibujaba en su rostro mientras miraba fijamente a los ojos de Mon. El miedo y el p醤ico eran palpables y eso excitaba a Emil.
—Siempre hay que empezar por las u馻s.
Mientras la mordaza conten韆 los gritos, Vralia daba sus 髍denes.
—Racia y Pip, vayan a Nelsen, traten de averiguar qu� pas� con Leslie. Gando y yo volveremos a la casa. Tenemos que recoger nuestras cosas, es casi seguro que vendr醤 por nosotros. Huiremos lo antes posible. Aleum, vendr醩 con nosotros. —Vralia envi� a Racia y Pip a Nelsen porque eran los miembros de la banda menos conocidos. Mientras Racia usaba sus encantos para conseguir lo que quer韆, Pip era h醔il y r醦ido con las manos, sab韆 perderse entre la multitud y pasar desapercibido. En la ciudad era tan h醔il como Emil en la selva. Xavier era nuevo en la banda, no pod韆 confiar en sus habilidades por el momento.
—縋uedo quedarme un rato?, quiero ver a Emil trabajar —dijo Xavier.
Todos mostraron cara de sorpresa. Gando y Racia incluso cara de asco. Hab韆n visto a Emil 玹rabajar� y era una experiencia desagradable, en el mejor de los casos. Mientras tanto, Emil mostraba una cara mezcla de sorpresa y satisfacci髇. Era la primera vez que ten韆 p鷅lico voluntario para su espect醕ulo, era una experiencia agradable y eso aument� su determinaci髇.
—Haz lo que quieras —dijo Vralia marchando de regreso a la aldea con los dem醩.
Xavier se acerc� a Emil, el cual ya ten韆 arrancadas casi todas las u馻s de los pies de Mon y ahora se dedicaba a las de las manos. El chico gritaba mientras la mordaza dejaba escuchar solo chillidos. Tras usar unas pinzas para romper los huesos de los dedos, dej� descansar a Mon unos minutos para reanudar su trabajo. Los ojos llenos de l醙rimas de Mon miraban a Xavier suplicando ayuda, pero Xavier lo ignor� y continu� mirando a Emil. El hombre sab韆 c髆o producir dolor. Xavier se encogi� de piernas en m醩 de una ocasi髇 cuando Emil clavaba agujas en los test韈ulos de Mon.
La forma en la que empez� a cortar la carne y llegar a los huesos sin da馻r las arterias era horripilante. Luego de varios minutos, Xavier no lo pudo tolerar m醩 y vomit�. La tortura se hac韆 cada vez m醩 desagradable, mientras Mon perd韆 y recuperaba la consciencia. El m醲imo momento de horror fue cuando Emil sonre韆 mientras le mostraba a un Mon moribundo, pero a鷑 consciente, sus propios intestinos. Finalmente, la vida escap� de su cuerpo y Mon encontr� la muerte. Emil recuper� sus cuerdas, limpi� y guard� sus utensilios con una gran sonrisa y en compa耥a de Xavier salieron del bosque. Cuando volvieron a la casa, Vralia y Gando ya hab韆n recogido todo lo que ten韆 valor. Unos minutos despu閟, Pip estaba de vuelta.
—Est醤 torturando a Leslie. No durar� mucho, lo han condenado a muerte por tr醘ico de drogas prohibidas. Racia se ha quedado atr醩, ha localizado a Henry en un bar. Se encargar� de 閘 — inform� Pip.
—Prep醨ense todos. Cuando Racia vuelva huiremos al Reino de Orphem.
Unas horas m醩 tarde, Racia estaba de vuelta.
—Est� hecho, le he dado mi mejor veneno, tendr� una muerte lenta, dolorosa y miserable. —
Racia hab韆 logrado colocar unas gotas de ricino en la bebida de Henry mientras 閟te celebraba su promoci髇 a guardia interno de la ciudad en un bar. El ricino era f醕il de encontrar y producir, pero su mal sabor lo hac韆 dif韈il de usar. Racia ten韆 su propia mezcla del veneno que eliminaba en su mayor parte el mal sabor.
La banda reuni� todas las cosas de valor y huyeron a trav閟 del bosque, camino al Reino de Orphen. Hormigas, cuervos, roedores y todo tipo de alima馻s devoraban el cuerpo de Mon. Horas despu閟, Henry vomitaba bilis mientras sus 髍ganos se apagaban. Su muerte fue lenta, dolorosa y miserable. Leslie hab韆 muerto desangrado tras horas de tortura en una celda. No aguant� demasiado y cont� todo lo que sab韆, pero el carcelero sigui� tortur醤dolo por puro placer. Cuando los guardias llegaron a la aldea, la banda ya llevaba varias horas de ventaja.
—Hay algo que no entiendo, no hay honor entre criminales. 縋or qu� vengar a Leslie? —pregunt� Xavier.
Curiosamente, quien le contest� fue Emil. —Porque hasta los criminales tienen su orgullo. No podemos permitir que nuestras v韈timas se envalentonen. Somos como perros salvajes, podemos mordernos entre nosotros, pero nadie tiene derecho a venir a morder a un miembro de la manada.
Esto era cierto solo a medias: si la situaci髇 no era favorable, lo prioritario era sobrevivir. Tampoco arriesgar韆n la vida por otro criminal.