Home Genre horror Los Herederos de toma (Spanish/Español)

  La iglesia estaba muy oscura, los tres hombres intentaban con poco 閤ito acostumbrarse a la escasez de luz. Sacaron sus tel閒onos y los usaron como linternas, ya sab韆n que no ten韆n se馻l, la perdieron tan pronto entraron en el pueblo.

  Ahora que ten韆n algo de luz pod韆n examinar el lugar. Las paredes de la iglesia se encontraban cubiertas de moho, llenas de grietas, el techo parec韆 estar cay閚dose a pedazos. El aire se sent韆 sucio, pesado, de alg鷑 modo, contaminado y dif韈il de respirar. Fuera de la iglesia la temperatura era indiferente, pero dentro hac韆 un fr韔 h鷐edo que parec韆 atravesar la piel y llegar hasta los huesos. Continuaron caminando hasta el altar. Todo estaba destruido, viejo, mohoso y sucio.

  —縎ienten algo? —consult� Sandy.

  —縏e refieres a parte de esta sensaci髇 de muerte?— puntualiz� Eduardo examinando el lugar.

  —Llevamos un buen rato aqu�, algo tiene que pasar— opin� Sandy.

  Se quedaron all� varios minutos atisbando en todas direcciones, al parecer, no hab韆 respuesta a ninguna de sus preguntas entre aquellas paredes.

  —No pasa nada — manifest� Eduardo aliviado. —Tal vez es solo una iglesia.—

  —緼 la que ni siquiera un mont髇 de perros salvajes se atreven a entrar? No lo creo — coment� Gustavo. — Algo suceder�, estoy seguro.—

  Siguieron esperando sin que nada ocurriera. Examinaron los alrededores, solo madera podrida, aire viejo, pesado y silencio.

  —Esto no tiene sentido, las visiones de Gustavo nos traen a este pueblo, a esta iglesia y, cuando llegamos, no sucede nada— lament� Sandy.

  —Tal vez nos equivocamos — mencion� Eduardo.

  —Imposible, 縞on todo lo que pas� aqu�? Este es el sitio, no hay duda. Adem醩, mis visiones& — replic� Gustavo.

  —No me refiero al lugar —rebati� Eduardo. —Tal vez nos equivocamos con el momento. Lo que has visto y buscamos podr韆 ser en el futuro o el pasado.—

  —Puede ser —dijo Sandy. —pero debe haber algo que nos indique el camino que seguir. B醩icamente, fuimos tra韉os aqu�, primero me voy en modo autom醫ico y luego nos persiguen los perros salvajes.—

  —S�, es cierto. Pero tal vez que te fueras de paseo pudo ser para protegernos de los perros. Tambi閚, para alejarnos de los fantasmas del pueblo o alg鷑 otro peligro que no hemos visto a鷑 —a馻di� Eduardo.

  Prosiguieron escudri馻ndo cada rinc髇. Sandy se encontraba de muy mal humor, pateando todo lo que encontraba a su paso y cada minuto dec韆 una que otra blasfemia como queriendo provocar alguna reacci髇 en la vieja iglesia, pero no obten韆 ning鷑 resultado.

  Gustavo se acerc� a la entrada y observ� fuera, sus ojos estudiaban los 醨boles.

  —縏odav韆 est醤 ah�? —inquiri� Eduardo.

  —No, no hay se馻l de ellos— se馻l� Gustavo.

  —Entonces tal vez es hora de irnos — sugiri� Eduardo.

  —Hasta aqu� llega esto entonces— claudic� Gustavo caminando hacia fuera. — Salgamos de aqu�.—

  —No, tiene que haber algo. He venido a buscar respuestas y es lo que obtendr� —rechaz� Sandy — Lo he perdido todo. No voy a irme as�. 縨e escuchaste, dios, el diablo o quien co駉 seas? uiero una maldita respuesta!— Su cara era de ira y sus ojos estaban llenos de l醙rimas. Sin embargo, segu韆 sin ocurrir nada.

  —Vamos, no hay nada, Sandy —Eduardo se aproxim� a 閘. —buscaremos resolver las dudas en el pueblo.—

  Gustavo segu韆 examinando los 醨boles mientras se acercaba a ellos, andaban hacia la salida de la iglesia cuando Gustavo se detuvo:

  —Pero qu�& — No pudo terminar la frase.

  Los perros estaban de vuelta y esta vez sus hocicos sangraban, emit韆n quejidos de dolor. Se lanzaron a la carrera a por Gustavo, quien ya retroced韆 hacia la iglesia. La tierra empez� a temblar. Desde el techo del edificio ca韆n trozos de concreto y polvo. El terreno delante de la iglesia se agriet� y los perros se precipitaron dentro. El temblor continu� unos segundos m醩, un ruido fuerte de algo que se hund韆 se escuch� desde el altar. La sacudida se detuvo.

  Eduardo y Gustavo se acercaron a comprobar la grieta, al parecer, los perros quedaron sepultados. Sandy hab韆 vuelto al altar, la piedra pulida se hab韆 roto en varios fragmentos. Uno de los trozos se hab韆 hundido.

  —Venid a ver esto — advirti� Sandy.

  Los tres se encontraban observando la oscuridad en el espacio abierto en el altar. La luz de las linternas les permiti� ver unos escalones deformes.

  —緽ajamos? —propuso Gustavo.

  —A eso vinimos— accedi� Sandy sacando su rev髄ver y apuntado hacia las escaleras a la par que descend韆.

  Eduardo no dijo nada. Los tres bajaron lentamente. El espacio se hac韆 mayor mientras descend韆n por escalones maltrechos, la oscuridad cubr韆 todo y las linternas de sus tel閒onos luchaban contra las tinieblas sin mucho 閤ito.Stolen story; please report.

  Salieron a una abertura al final del estrecho pasillo. El suelo se hallaba lleno de alguna especie de enredadera espinosa y seca, ramas muertas cargadas de espinas. Hab韆 extra馻s runas de significado desconocido en las paredes. En el centro de aquel espacio, un s韒bolo redondo grabado profundamente en el suelo de piedra. No obstante, no prestaron atenci髇 al s韒bolo o a las runas, sino a lo que hab韆 a su alrededor: tres piedras rectangulares sobre las cuales descansaban tres cad醰eres. Se acercaron al m醩 pr髕imo, la imagen era horrorosa, se trataba de un esqueleto de huesos blancos, descarnados y limpios, salvo por alg鷑 ligamento que lo manten韆 de una pieza, aun con todo, los ojos estaban en perfecto estado, parec韆n incluso vivos, con los m鷖culos rojos, como si estuviesen reci閚 expuestos al ambiente.

  Gustavo retrocedi� unos pasos al entender lo que suced韆. Lo comparti� al instante:

  —De aqu� vienen mis visiones.—

  Sandy y Eduardo miraron sus proximidades. El siguiente cad醰er era tambi閚 un esqueleto, ten韆 las orejas intactas, pegadas al cr醤eo descarnado. Eduardo se llev� las manos a sus orejas.

  Sandy se qued� estupefacto al examinar el tercer cuerpo, no ten韆 ojos ni piel, sin embargo, manten韆 m鷖culos y ligamentos en las cuatro extremidades, cuello y parte de la cara, as� como los de la mand韇ula, aunque no los del abdomen. Ten韆 el aspecto de un hombre despellejado hac韆 unos minutos como mucho. De los tres cuerpos, era el m醩 espantoso. Sandy se puso r韌ido al igual que el cad醰er frente al que se encontraba. Ese cuerpo comenz� a mover aquellos m鷖culos desnudos, para su horror, Sandy repet韆 cada uno de los movimientos. Como en otras ocasiones, intentaba oponer resistencia, pero en balde.

  —縋or qu� est� todo oscuro? —profiri� Gustavo antes de caer en la conclusi髇—. oder, estoy ciego!

  Eduardo continuaba observando el cuerpo que solo ten韆 orejas. No se hab韆 percatado de que se hab韆 quedado sordo.

  Mientras tanto, Sandy se acerc� al c韗culo tallado en la piedra y tom� una daga que estaba clavada en el centro. Nadie hab韆 puesto atenci髇 al objeto anteriormente, se concentraron en los cuerpos y no en otros detalles.

  —Sandy, Eduardo, 縟髇de est醤?— dud� Gustavo a la par que daba tumbos en todas direcciones. En cambio, los ojos del cad醰er segu韆n cada uno de sus movimientos.

  Sandy sollozaba al tiempo que su cuerpo se lanzaba sobre Gustavo y le apu馻laba con la daga. Gustavo entr� en p醤ico al no entender qu� ocurr韆. A pesar de su estado y el dolor de las cuchilladas, logr� sacar el arma y disparar. La bala hiri� a Sandy en el abdomen, pero este prosigui� agrediendo a Gustavo, el cual cada vez perd韆 m醩 sangre.

  Eduardo se dio la vuelta por casualidad para ver qu� hac韆n los dem醩, sus ojos se abrieron en sorpresa al entender lo que suced韆, Gustavo se hallaba en el suelo desangr醤dose y Sandy se abalanzaba contra 閘 con un cuchillo en la mano. Eduardo consigui� evitar el primer ataque de Sandy, pero choc� con la piedra en la que descansaba el cuerpo con orejas al saltar hacia atr醩. Sandy aprovech� la ocasi髇 y la daga penetr� en el abdomen de Eduardo.

  Mientras Sandy y Eduardo forcejeaban, la sangre que flu韆 se concentraba en el c韗culo en la piedra. Poco a poco, las l韓eas y runas que cubr韆n las rocas se manchaban, la sangre parec韆 distribuirse como si tuviese vida propia.

  Durante el forcejeo, Sandy logr� cortar el muslo derecho de Eduardo. Ahora este luchaba por restringir el brazo con el que Sandy sosten韆 la daga. Sandy hac韆 por liberarse para apu馻lar a Eduardo. Aunque ambos se desangraban, la herida de Sandy sangraba m醩 y este iba perdiendo sus fuerzas. La luz de los tel閒onos en el suelo continuaba iluminando la habitaci髇 subterr醤ea.

  Desesperado, Eduardo le dio un cabezazo a Sandy. Por un momento, Sandy perdi� fuerza y Eduardo fue capaz de quitarle la daga. Sandy se lanz� nuevamente sobre Eduardo y este le apu馻l� directamente en el coraz髇. Al retirar la daga, un chorro de sangre fresca brot� del pecho de Sandy mientras este ca韆 al suelo. La audici髇 de Eduardo regres�, pod韆 escuchar gritos y lamentos a lo lejos.

  Eduardo recogi� su tel閒ono e ilumin� en todas direcciones, la sangre escalaba por las paredes, ya cubr韆 los esqueletos y las enredaderas de espinos empezaban a verse menos secas al tiempo que se cubr韆n del rojo l韖uido.

  Eduardo se acerc� a Gustavo. Estaba muerto, no ten韆 pulso. De repente, las enredaderas de la habitaci髇 comenzaron a moverse. Eduardo retrocedi� hacia la escalera cuando las enredaderas envolv韆n a Sandy y Gustavo y los arrastraban al centro del c韗culo.

  La tierra se puso a temblar, la piedra en la que estaba tallado el c韗culo se resquebraj� por la mitad, una luz amarillenta, acompa馻da de calor, emerg韆 de la grieta. Los tres cuerpos en la roca estaban cubiertos de sangre y se mov韆n. Eduardo mir� su herida, sangraba mucho, cada gota que sal韆 de su cuerpo se arrastraba por el suelo como un gusano hacia los cad醰eres.

  Se dispuso a subir las escaleras. Alcanz� la salida, la mitad de su cuerpo se hallaba fuera cuando las enredaderas de espinas atraparon su pie y tiraron de 閘 con fuerza. Us� la daga para intentar cortarlas, las espinas se clavaron en su mano y las enredaderas torcieron su mu馿ca, la daga cay� al suelo.

  Eduardo consigui� forcejear lo suficiente como para escapar de las enredaderas. Sali� de la iglesia cojeando, con el rostro p醠ido. Observ� que nubes negras cubr韆n el cielo. A su espalda, una luz amarillenta iluminaba el altar de la iglesia, al mismo tiempo, un humo negro se expand韆 por todo el edificio. En el suelo, las enredaderas crec韆n y reptaban, las ramas ya sal韆n de la iglesia y se expand韆n hacia Eduardo.

  A pesar de sus heridas, lleg� al bosque de 醨boles secos. Avanz� despacio mientras intentaba usar su cintur髇 como torniquete en el muslo y parar el sangrado del abdomen presionando con la mano. Se deten韆 por momentos, jadeando, ojeando en todas direcciones. Tras perder tanta sangre, p醠ido, su boca estaba seca y sent韆 puro terror de seguir hacia adelante.

  Eduardo consigui� alcanzar el pueblo, pas� por la calle principal. Gritos desesperados inundaban todo el sitio, esto solo le desesperaba m醩 y dese� volver a estar sordo. Continu� hasta el coche sin concentrarse en las im醙enes fantasmag髍icas.

  —ierda! —vocifer�—. ierda, mierda, mierda!

  Las llaves del coche se hallaban en la iglesia, en el cuerpo de Gustavo. Mir� nuevamente hacia el pueblo, el humo negro y las enredaderas ya hab韆n pasado los 醨boles y lo envolv韆n todo a su paso. Los fantasmas eran atrapados y bramaban en absoluta desesperaci髇.

  Eduardo sab韆 que no pod韆 parar, pero ya era demasiado para 閘, cay� al suelo, no pod韆 levantarse. Se arrastraba por el suelo a la par que contemplaba el horror tras 閘.

  —Vamos, un poco m醩 —se anim� a s� mismo.

  No ten韆 ninguna garant韆, no hab韆 pensado qu� hacer despu閟, pero su 鷑ico objetivo era salir de all�. Una sonrisa se dibuj� en su rostro cuando cruz� la l韓ea imaginaria que marcaba aquel cartel viejo y gastado que dec韆: 獴ienvenidos a Toma. Poblaci髇: 438 personas�.

  Cuando se gir�, la oscuridad cubr韆 todo y se aproximaba hacia 閘. Pocos cent韒etros antes de alcanzarlo, aquella nube de humo negro se detuvo con un estruendo. Se escuchaba un sonido fuerte, como si algo chocara con un muro. De forma repentina, de aquella oscuridad apareci� un cuerpo, no ten韆 piel, sus m鷖culos descubiertos golpeaban la pared invisible que le imped韆 avanzar. Abri� la boca y dio un grito que parec韆 la mezcla de un hombre con alguna otra criatura. Eduardo estaba fijo en un solo detalle: las orejas.

  El ruido de unos pasos detr醩 de 閘 le hicieron voltear la cabeza. Logro ver un par de botas antes de perder la conciencia.

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