Capítulo V La torre de la Guardia
Varios d韆s hab韆n pasado tras el despertar de Xavier. Desde entonces su familia le trataba diferente, el pueblo le trataba diferente, las chicas, los chicos; se ve韆 con Trina a escondidas: besos, caricias, sin embargo, la chica nunca le permit韆 pasar a m醩. Mientras Xavier se tornaba cada vez m醩 impaciente y desesperado, la chica le parec韆 m醩 guapa y seductora que nunca.
Por fin lleg� el decimosexto d韆 del octavo mes. Tan pronto el sol empez� a iluminar el d韆, un carruaje lleg� a la puerta de la vivienda de los De Vonder. Bajo la mirada de envidia de todo el pueblo, Xavier subi� al carruaje vestido con su traje de noble, su anillo de bronce al cuello, pelo bien peinado y unas ojeras que le hac韆n parecer un mapache, pues los nervios no le hab韆n dejado dormir. Su padre, madre y hermanos le miraban con orgullo mientras se alejaba. Era una l醩tima, ninguno de ellos pod韆 acompa馻rlo, no ten韆n las ropas para presentarse en la ciudadela, otra de las bendiciones de ser pobre.
Tom� varias horas para llegar a una ciudadela llamada Mennor, al norte de Humol. La estancia fue muy corta, no entraron en la ciudadela. All�, Xavier cambiar韆 de carruaje, sin embargo, este no estaba tirado por caballos. Unas criaturas humanoides, semitransparentes, cubiertas con un velo, de unos dos metros de altura, estaban encadenadas al carruaje.
—縌u� son estas cosas? —pregunt� Xavier con cierto miedo.
— Son t鷐ulos —contest� el cochero—. Son una variedad de monstruo, algunos dicen que son los fantasmas de los sacerdotes de una civilizaci髇 antigua, pero nadie lo sabe en verdad. Mejor no te acerques a ellos, si los tocas drenar醤 tu magia y quedar醩 enfermo por lo menos una semana.
La puerta del carruaje se abri�, un caballero de unos cincuenta a駉s y un poco gordo, con barba, bajo de 閘.
—縀s usted el se駉r Xavier de Vonder? —pregunt� el caballero. Por las vestimentas sab韆 que Xavier no era un noble rico, sin embargo, un mago que acud韆 a la torre en el octavo mes hab韆 despertado en el s閜timo mes o antes, por tanto, el caballero sab韆 que un d韆 podr韆 llegar a ser un mago poderoso. Prefiri� ser cuidadoso y tratarle con respeto.
Xavier asinti� con la cabeza.
—Soy Elcir, caballero de la ciudadela de Farpas. He sido asignado a acompa馻rle hasta la torre de la Guardia y ser su gu韆 —le inform� Elcir, haciendo un gesto de invitaci髇 para que subiera al carruaje.
Xavier subi� sin demora. Tras cerrarse la puerta, mientras se acomodaba, sinti� un leve movimiento del carruaje. Todo se mantuvo tranquilo por unos minutos.
—縀speramos a alguien m醩? —pregunt� Xavier.
—縋erd髇? —contest� Elcir con rostro de duda.
—Llevamos unos minutos aqu� y el carruaje no se mueve —se explic� Xavier. Sab韆 que la ciudad real estaba lejos, no quer韆 llegar tarde el d韆 m醩 importante de su vida.
—h, eso! 縉unca ha viajado con t鷐ulos antes? —pregunt� el caballero mientras Xavier negaba con la cabeza.
El caballero, simplemente, abri� la cortina del carruaje. A trav閟 del cristal algo parec韆 moverse. Cuando Xavier logr� entender lo que ocurr韆, sus ojos se abrieron con asombro mientras su mand韇ula se descolgaba. 羠boles, monstruos, personas, paredes, un sinn鷐ero de objetos pasaban ante sus ojos r醦idamente.
—Los t鷐ulos son un excelente m閠odo de trasporte. Su forma fantasmag髍ica se trasmite a todo el carruaje y viajamos a una velocidad imposible para cualquier cosa s髄ida. Los t鷐ulos, simplemente, atraviesan todo y siguen su marcha. Son perfectos para viajar, siempre y cuando no choquen contra una nube de miasma —explic� Elcir.
—縌u� pasa si chocan con miasma? —pregunt� Xavier.
—No quiera saberlo, pero basta decir que nunca nadie ha sobrevivido —contest� Elcir—. Por cierto, si te quedas mirando hacia afuera vas a marearte y probablemente a vomitar. Por eso las cortinas estaban cerradas desde el principio. Le pasa a todos, a menos que viajen en t鷐ulos con mucha frecuencia.
Xavier cerr� la cortina y se qued� en silencio. Muchas ideas pasaban por su cabeza. A esta velocidad llegar韆n muy r醦ido a la torre de la Guardia. Pensar en que su destino se decidir韆 en breve le puso a鷑 m醩 nervioso. 縌u� elemento le destinaba la vida? 縌u� rango de afinidad tendr韆 sobre ese elemento? Estas preguntas surg韆n en su mente, no importa cu醤to intentara suprimirlas. En el peor de los casos, ser韆 un mago de sombras. Eso era malo, pero era mejor que ser un campesino. Incluso los magos de sombras eran considerados nobleza. Aunque solo podr韆 trabajar en las misiones de subyugaci髇, caminando entre el miasma y poniendo su vida en peligro, val韆 la pena. Ganar韆 mucho m醩 en una de esas misiones que en a駉s de trabajo en el campo... Aunque el miasma, probablemente, le matar韆 bastante joven.
Un carruaje normal tomar韆 casi una semana para llegar desde Humol a Telasa, la ciudad real, sin embargo, con los t鷐ulos llegaron en un par de horas. Los dos toques del cochero a la puerta del carruaje eran la indicaci髇 a sus pasajeros de que hab韆n llegado.
Al bajar del carruaje, Xavier vio a un par de caballeros. Estaban frente a la puerta Sur de la muralla de la ciudad, sus armaduras eran mucho m醩 vistosas e imponentes que las de Elcir, Renor o cualquier otro caballero que viese antes.
—dentificaciones! —orden� el caballero de la derecha.
—Elcir, caballero de la ciudadela de Farpas, acompa馻ndo como gu韆 a su se駉r韆, talento Xavier de Vonder —explic� Elcir mostrando algunos documentos.
—Bienvenidos a la ciudad real de Telasa —dijo el caballero de guardia tras verificar la informaci髇.
Telasa estaba al noroeste de Humol, a unos pocos kil髆etros del mar. Era una gran ciudad amurallada y en el centro se encontraba el palacio real, donde se reun韆 la realeza de la Dinast韆, la gran nobleza y los magos de la corte. Cientos de guardias y caballeros custodiaban el orden y la paz; hab韆 calles de piedra por donde se desplazaban carruajes de forma constante, tiendas, comercios, restaurantes&, era la cuna de la civilizaci髇 de la Dinast韆 de Poem.
—Mucha suerte en su identificaci髇 de afinidad elemental, su se駉r韆 —coment� uno de los caballeros mientras abr韆 la puerta.
Elcir entr� en la ciudad con Xavier detr醩 y caminaron por las calles de piedra. A unos pocos metros de ellos, las personas viv韆n su agobiadas vidas sin prestarles atenci髇. Se mov韆n en todas direcciones, ruido, voces, todo tipo de gente caminaba por las calles y callejones, carruajes simples pasaban con frecuencia, algunos tirados por caballos, otros tirados por 玞argadores�, hombres que hac韆n la funci髇 de un caballo tirando de carruajes o carretas. Xavier estaba impresionado ante lo que ve韆, varios edificios de m醩 de un piso, todas las edificaciones eran de piedra, con puertas pintadas de colores vivos y adornadas con las crestas de familias nobles. Las calles y callejones estaban hechos de piedra, m醩 limpios y organizados de lo que Humol jam醩 estar韆.
—Hay mucha gente hoy, normalmente no hay tanto movimiento en esta puerta. Solo las puertas Norte y Oeste tienen mucho movimiento, es donde est醤 la mayor韆 de las tiendas, mercados, el acceso al puerto y otros negocios —coment� Elcir.
—縇a puerta Norte y Oeste tienen m醩 tiendas, gente y m醩 movimiento?. —Xavier nunca hab韆 visto tantas personas movi閚dose de forma tan fren閠ica en su vida.
Continuaron caminando hasta llegar a su destino. La torre de la Guardia, como su nombre indicaba, era una torre —para Xavier, enorme, imponente— que deber韆 tener m醩 de cinco pisos de altura. Nunca hab韆 visto un edificio tan alto en su vida.
Nuevamente, dos caballeros hac韆n guardia a la entrada de la torre. Xavier vio m醩 gente llegar a la torre, nobles con llamativas vestimentas y joyer韆; nunca hab韆 visto tal despliegue de glamour y riqueza; chicos altos y esbeltos, chicas hermosas con colores en las mejillas y cabello largo y sedoso. Mientras tanto, 閘 estaba vestido con un traje simple que cualquier ciudadano com鷑 de los que hab韆 visto en las calles tra韆 puesto. Un poco de verg黣nza invadi� su mente cuando se dio cuenta de la alta clase que le rodeaba y a la que no pertenec韆. Incluso Elcir sent韆 algo similar, aunque 閘 ten韆 su armadura b醩ica, que le identificaba como caballero, se sent韆 como una mosca entre leones, no era su primera vez en Telasa, pero no pod韆 quitarse esa sensaci髇 de ser inadecuado.
Los guardias de la torre miraron a Xavier y Elcir con incredulidad, pero tras confirmar los documentos, les permitieron pasar.
Al entrar en la torre llamaron la atenci髇. Un caballero con una simple armadura y un chico moreno, flaco, con ropas muy simples, no encajaban en el glamour actual, reunido en la torre de la Guardia. Sin embargo, eso quer韆 decir que el chico era un futuro mago. Algunos nobles de familias bajas hab韆n asistido al evento y al ver a Xavier con sus atuendos simples, lo analizaron en detalle. Sin duda se trataba de un pobre diablo de los bajos estratos, vieron en 閘 la posibilidad de asimilar para sus familias un posible mago poderoso: algunos ya se hab韆n lanzado cual fieras a una presa f醕il.
—Buenos d韆s, joven, imagino que viene a identificar su elemento y medir su afinidad m醙ica —pregunt� un hombre gordo, blanco, calvo, de unos cincuenta a駉s.
Xavier estaba sumamente nervioso, no pod韆 articular palabra, as� que se limit� a asentir con la cabeza. El hombre frente a 閘 era un noble, probablemente alguien importante, mientras 閘 se encontraba solo y lejos de su casa. No era lo mismo que cuando conoci� a Efrir, el se駉r de Humol. Sab韆 qui閚 era Efrir, le hab韆 visto algunas veces, pero este noble era un total desconocido.
—Excelente, no est閟 nervioso —asegur� el noble—. Mi nombre es Lugo van Osi. Puedes llamarme Lugo a secas. Si tienes alguna duda, puedes preguntarme, est醩 entre amigos aqu� —le reafirm� Lugo con una gran sonrisa.
—Gracias —dijo Xavier. En lugar de sentirse m醩 relajado, estaba a鷑 m醩 nervioso. Vivir en la miseria le hab韆 ense馻do a dudar de la amabilidad de los nobles, mucha gente ten韆 la vista en 閘, se sent韆 como una cabra entre lobos.
—Vaya, Lugo, no pierdes el tiempo —coment� una mujer muy alta y rubia. Su pelo, largo y suave como la seda, llegaba a las caderas, sus ojos azules parec韆n gemas. Pasaba de los cuarenta a駉s, pero a pesar de su edad a鷑 conservaba gran atractivo, sus ropas eran extravagantes y acentuaban su figura, el vestido ajustado resaltaba el abundante escote.
La cara de Lugo hizo un peque駉 gesto de desagrado, que se trasform� de inmediato en una sonrisa. —h!, l韉er Van Felpo. No veo nada de malo en mostrar hospitalidad a un joven prometedor —argument� Lugo.
—Claro, hospitalidad, eso es importante —repiti� la mujer para luego fijar su vista en Xavier—. 縔 cu醠 es su nombre, joven?
Xavier trag� en seco para luego responder.
—Xavier de Vonder. Vengo del pueblo fronterizo de Humol, se駉ra l韉er. —Hizo una reverencia casi rid韈ula, sus nervios le traicionaron.
—Por favor, ll醡ame Samanta. Como dijo Lugo, aqu� estamos entre amigos —enfatiz� Samanta sonriendo.
Como tiburones a la carne, otros nobles empezaban a acercarse a Xavier, sin embargo, un anuncio interrumpi� sus planes. Un hombre alto, de complexi髇 delgada y p醠ido, de piel blanca como la leche, estaba de pie sobre un peque駉 escenario. El color de su piel contrastaba con su pelo, de un color negro intenso. A su espalda, unas cortinas cubr韆n el resto del escenario. Tras captar la atenci髇 de los presentes, inici� un discurso.
—Damas y caballeros; magos, nobles, ciudadanos, talentos. Mi nombre es Heigdal van Degar. El d韆 de hoy nos congregamos aqu� para celebrar este maravilloso acto. Hoy, futuros magos conocer醤 a qu� elemento su energ韆 m醙ica se ha inclinado y cu醠 es su grado de afinidad. Los eventos del d韆 de hoy marcar醤 para siempre el futuro de estos prometedores j髒enes. Un d韆 auspicioso, tenemos muchos talentos prometedores hoy —anunci� Heigdal mientras sus ojos miraban alrededor del sal髇 y evaluaba a los j髒enes.
Todos los ojos estaban puestos en 閘. Heigdal hizo un movimiento de su mano, el viento le obedeci� y las cortinas a su espalda se abrieron. En el centro del escenario hab韆 una bola de cristal, de la cual sal韆n cinco tuber韆s de cristal. En la base conten韆n una peque馻 capa de arena de diferentes colores y un s韒bolo diferente grabado en cada tuber韆.
—Para aquellos que no conocen este proceso, lo explicar� mediante demostraci髇 —anunci� Heigdal acerc醤dose al dispositivo tras 閘—. Esta bola de cristal, que est� conectada a las tuber韆s, es un canalizador de energ韆 m醙ica. La arena que veis tiene afinidad espec韋ica para cada tipo de elemento. Los s韒bolos grabados en las tuber韆s son las runas de cada elemento. —Hizo una pausa para acercarse a las tuber韆s.
籇e derecha a izquierda: arena blanca, elemento de agua; roja, elemento de fuego. Esta arena cristalina tiene afinidad con el elemento de viento. Amarillo, elemento de tierra y, por 鷏timo, esta arena negra tiene afinidad con el elemento de sombras. Al interaccionar con un mago con energ韆 m醙ica estable, la arena empezar� a moverse y a ascender en la tuber韆, el grado de ascenso marcar� la afinidad por ese elemento m醙ico. Ahora proceder� a demostrar c髆o funciona. —Heigdal coloc� su mano derecha en el cristal.
La bola de cristal empez� a brillar levemente. Sin embargo, no hubo otra respuesta. Ninguna de las tuber韆s de cristal tuvo ninguna reacci髇.
—Actualmente est� configurado para el elemento agua. Yo no tengo afinidad por ese elemento. —Luego, con la mano izquierda, gir� la palanca de la tuber韆 de agua a posici髇 de cerrado, despu閟 cambi� la palanca de la tuber韆 de aire y entonces la arena cristalina empez� a flotar y girar en la tuber韆 hasta llegar a la marca del veintiocho por cien en la gradaci髇 de la tuber韆.
Los nobles de la habitaci髇 empezaron a aplaudir ante la demostraci髇. Un mago con una afinidad de ese nivel se consideraba un mago de alta categor韆.
—Ahora, procederemos a realizar las identificaciones y mediciones de los talentos presentes. Cuando escuchen su nombre, por favor, suban a mi posici髇. —Heigdal se dispuso a llamar al primer talento.
—Aelio de Raeven.
Un joven blanco de pelo negro, ojos marrones, ropas de noble adornadas con m醩 prendas de oro de lo necesario, se acerc� al escenario. Subi� la escalera y coloc� su mano en la esfera de cristal. Tras unos segundos sin respuesta en la arena blanca, cambiaron a la palanca de arena roja. Inmediatamente la arenilla empez� a moverse, girar en c韗culos y ascender. Segundos despu閟 se estabilizaba. Continuaron probando los dem醩 elementos sin respuesta.
—Aelio de Raeven, mago de fuego, afinidad al seis por cien —anunci� Heigdal mientras todos aplaud韆n. Era un mago de bajo nivel, pero con una afinidad decente y un elemento con alto poder destructivo.
El chico baj� del escenario con un aire de orgullo, erguido y sacando pecho. Se acerc� a un hombre que deb韆 ser su padre, el cual le abraz�, tras lo cual se separaron y continuaron viendo el espect醕ulo.
—Astrid van Castin.
Una chica de piel blanca y pelirroja, con un vestido con bordillos exagerados y lleno de adornos, subi� al escenario. Caminaba de forma lenta, con movimientos suaves pero exagerados, la cabeza en alto y erguida, como si modelara. Tras subir al escenario, coloc� la mano en la bola de cristal sin esperar las instrucciones. La columna de arena blanca empez� a ascender r醦idamente. Tras probar el resto de los elementos sin resultados, se dio por terminada la prueba.
—Astrid van Castin, maga de agua, afinidad al quince por ciento. Excelente afinidad, se駉rita —anunci� Heigdal.
De inmediato, los espectadores estallaron en aplausos. Una maga de nivel medio era una excelente adici髇 a cualquier familia.
—Tu hija ser� una maga sorprendente, l韉er Velen —adul� Lugo.
— Es l骻ico, es una Van Castin, despu閟 de todo —presumi� Velen, orgulloso.This tale has been unlawfully lifted from Royal Road; report any instances of this story if found elsewhere.
Una vez los aplausos pararon, Heigdal llam� al siguiente joven.
—Volar van Dennis.
Un chico alto y rubio subi� al escenario. Sus vestimentas tambi閚 eran ostentosas y adornadas. Se conduc韆 con movimientos firmes y seguros. Sin embargo, tras concluir su prueba, su cara era de total desesperaci髇. Toda la sala guardaba silencio mientras el chico bajaba del escenario con cara derrotada y mirando al suelo.
—Volar van Dennis, mago de sombras, afinidad al tres por cien.
Volar volvi� con su familia y en silencio abandonaron la habitaci髇. Todos lo sab韆n, los magos de sombras no ten韆n futuro. La escena hizo a Xavier ponerse a鷑 m醩 nervioso.
—Clinton van Ferra —llam� Heigdal, rompiendo el aura solemne que dominaba la estancia.
Un chico rubio de ojos claros, nariz fina, esbelto, un poco m醩 alto de estatura que Xavier, sub韆 al escenario. Su rostro era indiferente, subi� las escaleras de forma pausada, coloc� la mano sobre la bola de cristal, seg鷑 las instrucciones, sin mostrar mucha excitaci髇.
—Clinton van Ferra, mago de fuego, afinidad al diez por ciento.
Una nueva ronda de aplausos sacudi� la estancia. Clinton volvi� con su padre. Su cara segu韆 siendo tan indiferente como siempre. Aunque en el fondo estaba algo decepcionado, se hab韆 quedado en la frontera entre los magos de nivel bajo y los de nivel medio. Al menos ten韆 una afinidad siete puntos por encima de su padre. Por su parte, su padre estaba fuera de s�, so馻ba con todo el prestigio que Clinton traer韆 a la familia.
—Xavier de Vonder —llam� Heigdal.
Xavier se acerc� con paso nervioso al escenario. Subi� la escalera como si estuviese subiendo una monta馻. No quer韆 ser un mago de sombras. Ser韆 una tragedia, aunque era mejor que ser un campesino. Xavier se qued� de pie, mirando a la bola de cristal, mientras por su mente pasaban mil ideas y escenarios a la vez.
—Joven Xavier, ponga su mano en la esfera, por favor —gui� Heigdal, sacando a Xavier de su trance.
—h!, s�, claro —dijo Xavier levantando su mano temblorosa.
Cuando las manos de Xavier tocaron la bola de cristal esta empez� a brillar, cre醤dole una sensaci髇 de hormigueo. Sent韆 algo fluir de sus manos hacia el cristal. Unos pocos segundos pasaron. La arena blanca no mostr� respuesta. Heigdal cambi� a la arena roja y la cara de Xavier se ilumin� cuando esta empez� a moverse. Sin embargo, la arena no se elev�, se mov韆 levemente, pero no avanzaba.
—Interesante —dijo Heigdal.
Cambiaron a la arena cristalina... Sin respuesta. Solo quedaban la arena amarilla de tierra y la negra de sombras.
—Por todos los cielos, por favor, dejadme ser un mago de tierra, por favor —suplicaba Xavier por lo bajo.
Sin embargo, la tierra tampoco era su elemento. Con una afinidad tan baja para el fuego se quedar韆 como un talento, no ten韆 la afinidad suficiente para ser declarado un mago de fuego. La arena negra, en cambio, se elev� al instante.
— Xavier de Vonder, mago dual... —dijo Heigdal, a lo que todos reaccionaron con sorpresa. Los magos de elementos duales eran raros—. Afinidad al fuego inferior o cercana al uno por cien y afinidad a sombras al veinte por cien.
—h! —Muchos de los presentes dejaron escapar de sus bocas la decepci髇. Aunque quedaba en la frontera de un mago de clase alta, su elemento era sombras, no pod韆 ser m醩 in鷗il.
Al bajar del escenario, Xavier volvi� a su lugar, mir� hacia Lugo y Samanta, los cuales evitaron su mirada. Era claro el mensaje. No les interesaba un mago de sombras y encima, plebeyo. El cambio de actitud era esperable. Los hombros de Xavier se hundieron al entender que su futuro ya no era tan brillante. Pero al menos su familia era noble ahora y podr韆 ahorrarse la mitad de los impuestos cada a駉. Adem醩, ten韆 la opci髇 de trabajar en las misiones de subyugaci髇... Era mejor morir de la enfermedad del miasma a los cuarenta que vivir miserablemente, comiendo avena con leche aguada el resto de su vida.
La reacci髇 de muchos de los nobles llam� la atenci髇 de Clinton. Sobre todo, la cara de satisfacci髇 de su padre. Entend韆 el significado, un mugroso campesino no deber韆 tener sangre m醙ica, era una afrenta a la nobleza. Aunque Clinton compart韆 el ideal, ver a su padre satisfecho le irritaba, si bien esperaba que tras su prueba Sven estar韆 feliz como un cerdo en lodo, no dejaba de ser molesto. 蒷 no ser韆 el pe髇 de su padre, Clinton van Ferra no naci� para ser una herramienta, naci� para gobernar y reinar sobre los inferiores, y su padre era inferior, no merec韆 estar tan alegre por el m閞ito de otro, ahora que confirmaba su superioridad no ten韆 que seguir jugando al ni駉 bueno. Con la intenci髇 de molestar a su padre y asegurar sus objetivos, se acerc� a Xavier. Este plebeyo era su mejor opci髇.
—Interesante, es raro ver un mago dual. —La voz de Clinton sac� a Xavier del universo de miseria en el que le sumerg韆n sus pensamientos.
Cuando mir� hacia la direcci髇 de la que le hablaban, el chico rubio que hab韆 hecho la prueba antes que 閘, le devolvi� la mirada.
—縀n serio? No lo sab韆 —dijo Xavier pensativo—. Aunque no importa, son solo trazas de fuego, soy b醩icamente un mago de sombras.
—Bueno, a lo mejor puedes hacer algo con esas trazas de fuego, de todas formas, no dejas de ser un mago raro —expres� Clinton con actitud optimista y extendiendo la mano a Xavier.
—Gracias —dijo Xavier, estrechando la mano de Clinton.
Aunque el contacto con el joven campesino le resultaba desagradable, el rostro de ira de su padre val韆 lo suficiente como para soportar el asco. Adem醩, deb韆 asegurar la entrada de un mago de sombras que pudiera manipular en la torre de Liev. Los magos con origen plebeyo eran enviados all�.
—Elisio de Frier —llam� Heigdal, haciendo que los dos j髒enes se concentraran nuevamente en el escenario.
Mientras los dem醩 en la sala pon韆n atenci髇 al test, Clinton mir� hacia su padre, el cual miraba a Xavier con un leve gesto de disgusto que desapareci� cuando volvi� a concentrar la vista al frente. Una leve sonrisa apareci� en la cara de Clinton para desaparecer casi al instante, dejando una cara inexpresiva, digna de una estatua de m醨mol.
Mientras tanto, en el escenario, un chico moreno se acercaba a la bola de cristal. Tras poner su mano en ella la reacci髇 fue inmediata. La arena blanca empez� a subir para estabilizarse en el siete por ciento. Continuaron probando elementos.
—h, vaya! —expres� Heigdal.
La arena negra de sombras empez� a moverse levemente para sorpresa de Heigdal y Elisio.
—Elisio de Frier, mago dual —anunci� Heigdal. La audiencia presente reaccion� con sorpresa.
—縊tro mago dual? —cuestion� Velen.
—Un momento, 縩o estar� defectuoso el test? —dud� Lugo.
Mientras tanto, los hombros de Xavier volvieron a hundirse. La 鷑ica cosa positiva sobre su prueba es que era un mago dual y ahora aparec韆 otro.
—緼lg鷑 voluntario para probar el test? —solicit� Heigdal.
—Yo lo har� —se ofreci� Cliford, subiendo al escenario.
Cliford dio positivo para la arena cristalina de viento con un seis por cien. El test funcionaba de forma adecuada.
—Elisio de Frier, mago dual, magia de agua, afinidad al siete por cien, y magia de sombras, afinidad de uno por cien —anunci� Heigdal.
Elisio era un mago dual aut閚tico, con un elemento 鷗il. Al bajar del escenario, Lugo, Samanta y otros se acercaron al joven mago con intenci髇 de garantizar m醩 interacciones cuando acabara el evento.
—Maurius van Felding.
Maurius se separ� de Cliford y subi� al escenario. Aunque estaba ligeramente nervioso, sus padres le hab韆n explicado el proceso muchas veces y adem醩 lo hab韆 visto. Sin titubeos, coloc� la mano sobre el cristal. La arena blanca empez� a moverse, sin embargo, no progres� mucho, deteni閚dose al uno por cien.
—Esto s� que es un d韆 extra駉 —dijo Heigdal, pensando en otro mago dual mientras ajustaba las palancas—. mposible! —grit� al ver la arena roja moverse tambi閚.
—縌u� ocurre? —pregunt� Cliford.
—Hay magia de agua y de fuego a la vez en este chico —contest� Heigdal.
Los presentes en la sala empezaron a re韗.
—El test est� estropeado —asegur� Sven junto a algunos nobles y magos, subiendo al escenario.
Al escuchar esto, Xavier volvi� a tener esperanzas. Tal vez la lectura era err髇ea y ten韆 m醩 afinidad por el fuego o incluso era otro su elemento.
—Sin embargo, es correcto —dijo Sven—. El test funciona correctamente. —Todos los magos de la estancia probaron su habilidad m醙ica y afinidad: el test funcionaba perfectamente para todos.
—Esto es imposible. —Sven y los dem醩 ten韆n problemas para aceptar lo que ve韆n—. Un mago no puede tener energ韆 de dos elementos opuestos. Agua y fuego no se pueden juntar. Lo mismo que el fuego domina a la tierra, o la tierra se opone a aire. Imposible.
—Y, sin embargo& —afirm� Heigdal haciendo a Maurius hacer el test nuevamente. Como la vez anterior, la arena de agua y fuego reaccionaron a 閘—&, otro mago dual con elementos opuestos, aunque muy d閎il.
—縉o probaremos los dem醩? —pregunt� Maurius, decepcionado. Aunque ser un mago dual parec韆 ser algo extraordinario, ya hab韆 dos en la sala en este momento y, adem醩, su afinidad era mediocre.
—S�, probaremos todos —contest� Heigdal, aunque sab韆 que, como mucho, podr韆 tener sombras como tercer elemento. Sin embargo, al abrir la palanca de viento&— ooo! — tras las expresiones iniciales de sorpresa, todo el mundo se qued� en silencio. La columna de arena cristalina hab韆 subido hasta el ocho por ciento. Esto era un evento extraordinario: el 鷑ico mago de la historia con triple afinidad elemental era el padre de la magia moderna, el legendario Liev.
Cliford, Sven, Samanta, Heigdal, Velen y todos los presentes en la sala estaban boquiabiertos mirando la columna de arena flotar. La emoci髇 se apoder� de Heigdal mientras cambiaba las palancas una vez m醩. La columna de arena amarilla del elemento tierra tambi閚 empez� a moverse, uno por cien. Volvi� a cambiar las palancas y el elemento de sombras tambi閚 se mov韆 al dos por ciento.
—Incre韇le, sencillamente incre韇le —gritaba Heigdal—. Pentamago.
Asombro, incredulidad, duda, ten韆n todo tipo de emociones encontradas. Esto romp韆 todos los est醤dares y teor韆s sobre la capacidad de un mago y las compatibilidades.
—um!, podr韆 tratarse de un caso 鷑ico. Es decir, los cinco elementos podr韆n estar equilibrando las incompatibilidades —reflexion� Heigdal, mientras buscaba una explicaci髇 al fen髆eno, mientras todos estaban enfrascados en aceptar la nueva realidad o buscar una explicaci髇 factible.
—Disculpen..., mi test —reclam� una chica mestiza de pelo negro rizado. La cara de enojo de su padre le record� a Heigdal lo poco profesional que hab韆 sido.
—um!, Dorsia de Palet —llam� Heigdal tras recuperar la compostura.
Todos bajaron r醦idamente para dejar lugar a la chica. Dorsia subi� las escaleras y se posicion� frente a la bola de cristal.
—Perd髇 por la demora, se駉rita. Por favor, proceda —se disculp� Heigdal.
Unos minutos despu閟, el test hab韆 terminado y todos los talentos hab韆n sido evaluados.
— Dorsia de Palet, maga de Tierra, afinidad diez por ciento —anunci� Heigdal, finalizando las evaluaciones.
—Felicidades a todos los magos que han participado este d韆. Ha sido una ocasi髇 inolvidable. Magos de buena calidad, dos magos duales y un pentamago... Algo nunca visto en la historia del mundo. Felicidades a todos —finaliz� Heigdal.
—amas y Caballeros! —grit� Sven a la sala—. La casa Van Ferra celebrar� una fiesta en honor a los magos que acaban de recibir su evaluaci髇. Nos encargaremos de la presentaci髇 en sociedad de este grupo de talentosos j髒enes. Est醤 todos invitados a nuestra humilde morada. Anuncio con falsa modestia.
Los adultos se acercaron a Sven y empezaron a intercambiar halagos y adulaciones. Mientras tanto, algunos de los j髒enes se acercaban unos a otros. Clinton se manten韆 al lado de Xavier, y Maurius se acerc� a ellos.
—Clinton van Ferra, un placer conocerte al fin, tu familia se ha vuelto famosa entre los nobles —salud� Maurius.
Los Van Ferra eran una familia rica por sus m鷏tiples negocios y relaciones entre los nobles, aunque no era secreto que Sven no ten韆 el talento de su padre y la familia iniciaba su decadencia, si bien segu韆n siendo nobles de clase alta. Pero lo que llam� la atenci髇 de Maurius fue la cercan韆 de Clinton con un campesino como Xavier. Los Van Felding eran humildes de coraz髇, al menos tanto como lo pod韆 ser una familia de nobles, no se adaptaban al comportamiento estirado del resto de miembros de su jerarqu韆 social.
—Lo mismo digo —respondi� Clinton d醤dole la mano.
—T� eres Xavier, 縩o? —pregunt� Maurius.
Xavier afirm� con la cabeza. La forma de actuar de los nobles era muy 玶efinada� para 閘. Mientras se preocupaba de sus ropas y de su futuro, los dem醩 parec韆n tener temas m醩 trascendentales en sus mentes. No encajaba aqu� y eso le hac韆 sentir muy nervioso.
Mientras tanto, Clinton miraba a su padre de vez en cuando, al tiempo que este manten韆 charlas mundanas con los otros nobles y magos e intentaba ocultar su disgusto hacia Xavier.
—Imagino que ambos vendr醤 a la fiesta en nuestras tierras —aventur� Clinton.
—Por supuesto —respondi� Maurius.
Clinton se qued� mirando a Xavier.
—Yo... no puedo —dijo Xavier.
—縌u� te lo impide? —pregunt� Clinton.
La cara de Xavier se torn� roja. Pura verg黣nza recorr韆 su ser. Rindi閚dose al no encontrar excusa, dijo lo que pensaba.
—Soy un pobre campesino, no tengo ni qu� vestir —contest� resaltando lo obvio.
—Tonter韆s, eres un mago, y un mago dual adem醩 —refut� Clinton fingiendo con tal maestr韆 que convencer韆 hasta al m醩 experto actor o estafador.
—Soy un mago de sombras con un residuo de fuego. Todos sabemos lo dif韈il de mi futuro como mago. Hasta un campesino como yo sabe lo in鷗iles que son los magos de sombras —expuso Xavier con una sonrisa forzada, como burl醤dose de s� mismo.
—Pues vas a venir a nuestra fiesta —asegur� Clinton echando su brazo sobre los hombros de Xavier cuando este hizo intento de negarse—. No voy a aceptar un no por respuesta, en una semana ser� el evento, tendr� ropa preparada para ti, tambi閚 me encargar� de tu trasporte. T� no te preocupes por nada y p醩alo bien.
Mientras los tres j髒enes se relacionaban, Sven, el padre de Clinton, forzaba una sonrisa al hablar con otros nobles. Ver a Clinton tratar de forma tan amistosa a un pobre diablo campesino le llenaba de furia. Su comportamiento era totalmente an髆alo, nunca antes le hab韆 visto tan amigable con nadie. Pero por el bien de la situaci髇 decidi� ser tolerante.
Por su parte, Maurius estaba sorprendido. Los nobles como su abuelo le parec韆n deplorables. Ver a Clinton tratar con una persona de estatus inferior le llev� a pensar que no era tan hip骳rita y clasista como los dem醩 nobles y magos. Por esto decidi� acercarse a ellos en primer lugar y los eventos actuales le hac韆n creer que su primera impresi髇 era correcta.
Al ver la reuni髇, Astrid sinti� curiosidad. Aunque Xavier era, obviamente, un pobre diablo con un elemento m醙ico in鷗il, Clinton y Maurius eran verdaderos talentos. Sobre todo, el extra駉 Maurius llamaba su atenci髇: un pentamago, 鷑ico en su clase. A Clinton, por su parte, el diez por cien de afinidad le hac韆 un mago de clase media. Estar en el l韒ite de la clasificaci髇 no disminu韆 su valor. No resisti� la curiosidad y se acerc� a ellos.
—Caballeros —llam� Astrid la atenci髇—, os permitir� disfrutar de mi presencia y compa耥a. Sent韔s honrados.
—Vaya, qu� modestia —coment� Clinton.
—Qu� afortunados somos —secund� Maurius.
—縌u� puedo decir?, as� de generosa soy —dijo Astrid mientras Maurius y Clinton se miraban incr閐ulos. Esta chica no entend韆 el sarcasmo.
Durante todo esto, Xavier guard� silencio. Un pobre diablo como 閘 no estaba en posici髇 de buscar enemigos entre nobles de clase alta; ten韆 que respetarla, por m醩 engre韉a que fuera. Por suerte, Astrid le hab韆 ignorado como a una mosca en la pared.
—Buenos d韆s a todos. Maurius, mi muchacho, es hora de que vengas conmigo, la familia tiene excelentes proyectos para ti —anunci� Merlo van Dekar, el abuelo de Maurius, entrando por la puerta de la torre.
De inmediato, Cliford se interpuso entre Merlo y su hijo.
—Creo que no te qued� claro que no pertenecemos a tu familia. No tienes ning鷑 control sobre m� o mi hijo —reproch� Cliford.
—Te equivocas, planeo hacer buen uso de un pentamago talentoso. Los acuerdos que se firmar醤 con otras familias nobles enriquecer醤 y fortalecer醤 la posici髇 de nuestra familia por generaciones —refut� Merlo sin mostrar el m醩 m韓imo miedo ante Cliford. Si estaba solo era presa f醕il. Ultria se hab韆 quedado en casa atendiendo asuntos de negocios, como l韉er de la familia ten韆 responsabilidades que no pod韆 delegar.
Una corriente de viento empezaba a formarse alrededor de Cliford, mientras el ambiente se distorsionaba alrededor de las manos de Merlo, cuya temperatura empezaba a aumentar. Maurius se coloc� al lado de su padre.
—No tengo ninguna intenci髇 de acompa馻rlo a ning鷑 lado, l韉er Merlo. No soy de su familia, soy un Van Felding y un mago de viento, como mi padre, y siempre lo ser� —asegur� Maurius.
—Esta broma ha ido muy lejos. Perteneces a los Van Dekar y vas a hacer lo que se te ordene —grit� Merlo con tono dominante.
—Antes muerto —refut� el chico sacando el pecho y alzando la cara en se馻l de desaf韔.
—Os ense馻r� modales a ti y al tonto de tu padre —dijo Merlo levantando su mano derecha, mientras una llama empezaba a formarse. Sin embargo, antes de que pudiese lanzar el ataque, la llama alrededor de su mano se apag�.
—縌ui閚 se atreve? —No pudo terminar su amenaza. El aire alrededor de su cuerpo hab韆 desaparecido. No pod韆 respirar.
—Yo me atrevo —contest� Heigdal—. Tu ego se ha vuelto m醩 grande que tu cerebro, Merlo. Se requiere ser muy valiente o muy est鷓ido para armar semejante alboroto en la torre de la Guardia, en un d韆 tan importante, frente a un mago de la corte que te dobla en afinidad y que es un especialista en magia de combate.
El aire regres� alrededor de Merlo, quien volvi� a respirar con normalidad. Cuando intent� decir algo, Heigdal levant� la mano y se llev� un dedo a los labios.
—hh! Dejar� pasar esta ofensa por hoy, sin embargo, debo advertir que he tomado cierto inter閟 en el desarrollo de este chico. Te recomiendo que tomes eso en cuenta en el futuro. —Heigdal se dio la vuelta sin esperar respuesta y volvi� a retomar la conversaci髇 con los otros nobles, ignorando a Merlo. Su falta de precauci髇 ante Merlo dejaba en claro la situaci髇, no era un adversario contra el cual Heigdal debiera preocuparse.
El vencido y humillado Merlo se dio la vuelta y camin� hacia la salida de la torre. De vez en cuando lanzaba miradas de rabia y odio hacia la pareja de padre e hijo, que le miraban marchar. Nunca imagin� que alguien de la escala de Heigdal intervendr韆. La mayor韆 de los nobles buscar韆n la forma de sacar ventaja de un mago tan interesante como Maurius, que 閘 se apoderara del chico les conven韆. Sin embargo, Heigdal valoraba m醩 su dignidad que cualquier otra cosa y la actuaci髇 de Merlo en un evento que 閘 auspiciaba era intolerable.
—Vaya, eso fue interesante —coment� Clinton.
Mientras tanto, Xavier estaba asustado y m醩 p醠ido que un cad醰er. Era conocido que las peleas entre magos eran muy peligrosas, sobre todo para la gente com鷑. Aunque se supon韆 que era un mago, no sab韆 nada de magia, su elemento era in鷗il y tampoco ten韆 ning鷑 familiar que le protegiera.
—Bueno, bueno, deber韆mos empezar con el papeleo —dijo Elcir acerc醤dose con prisa a Xavier. Elcir tambi閚 quer韆 largarse de all�. 蒷 no era un noble, era solo un caballero de una ciudadela, no quer韆 verse envuelto en peleas de nobles y mucho menos de magos.
Elcir sab韆 lo que ten韆n que hacer, por eso lo enviaron con Xavier. Aunque fue toda una decepci髇 que fuera un mago de sombras, a鷑 ten韆 que cumplir con la tarea encomendada. Xavier se despidi� de Clinton y Maurius, Astrid pretendi� que ni exist韆 y se alej� antes de que pudiese decir nada. Xavier y Elcir salieron de la torre. A unos pocos metros hab韆 una oficina de registro, donde le entregaron algunos documentos. Xavier sab韆 leer, aunque no de forma muy fluida. Los pobres no tenian mucho tiempo, ni materiales para aprender, pero su madre se encarg� de que sus hijos, al menos, pudieran leer, escribir y contar. Adem醩 de documentos, le entregaron una insignia con dos runas, la m醩 grande era la runa del elemento de sombras, ten韆 la forma de una rueda de carreta; la peque馻 era el elemento de fuego, un tri醤gulo con la punta hacia arriba. En el centro del emblema, un espacio para la cresta de su familia. Aunque no ten韆 entrenamiento a鷑, ya era oficialmente un mago. Xavier de Vonder, mago dual de Humol.